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sábado, 10 de mayo de 2025

El castillo de Peracense

 

El Castillo de Peracense es una impresionante fortaleza construida en en el siglo XIII con la piedra roja del lugar, ubicada en Peracense, Teruel. Se asienta sobre una formación rocosa escarpada, lo que le confiere un carácter único y vistas espectaculares. Es un ejemplo destacado de arquitectura medieval española y un importante bien cultural de Aragón.


Castillo de Peracense.


Se erigió como sistema de defensa en la frontera con Castilla. Tras la unión de Castilla y Aragón por el matrimonio de los Reyes Católicos, el castillo pierde su importancia y se hace cargo de él la Comunidad de Daroca, que estuvo nombrando alcaides hasta 1702. Durante la I Guerra Carlista (1833-1840) el castillo de Peracense fue reutilizado y transformado por un contingente militar del ejército liberal. Tuvo que hacer frente a varios ataques carlistas en 1837 y 1839 cuando se llegó a tomar el pueblo de Peracense.

Tras esto, el castillo pasa a manos del Ayuntamiento de Peracense. Cae en el abandono cuando es objeto del saqueo de sus materiales constructivos. Su interior fue usado como cantera de piedras de afilar. Durante la postguerra el interior del castillo fue utilizado como zona de pastos gracias a sus grandes explanadas. Tras el cierre de las minas de hierro de Sierra Menera en 1987, se decide restaurar el castillo para recolocar a los trabajadores de las minas.

El paso del tiempo no ha podido con esta inexpugnable edificación, que a día de hoy conserva sus estancias casi en su totalidad. Cuenta con una planta de 4000 metros cuadrados y tres recintos concéntricos. Se puede observar cómo la roca se funde con el castillo y cómo este se mimetiza con su entorno, y es que la mayoría de edificios del pueblo, como la iglesia o el ayuntamiento, están construidos, al igual que el castillo, con piedra de rodeno, característica por su color rojizo.

Sobre el castillo existen diversas leyendas, como la que narra que, hace siglos, cuando los descendientes de los druidas aún dominaban esos lares, un caballero de la familia de los Ares encarceló a un poderoso brujo en la torre del castillo. Este druida, conocido como El Buco, juró venganza y, en la mágica noche de San Juan, recuperó sus poderes. Con su bastón en alto, desató una tormenta aterradora y lanzó una maldición contra el castillo y su señor. Pero las brujas de Jabaloyas, en su camino al akelarre del Moncayo, protegieron la fortaleza con sus capas mágicas. Así, mientras el castillo resistió, los alrededores quedaron convertidos en gigantescas rocas rojizas, formando el paisaje fantástico que hoy se conoce. El Buco, castigado por su maldad, fue petrificado para siempre.

Restaurado y declarado Bien de Interés Cultural, es una atracción turística importante.

sábado, 8 de marzo de 2025

Alcañiz, cuna de leyendas

 

Alcañiz (Teuel) es cuna de leyendas e historias ancestrales y trascendentales para la historia de España, ya que fue allí donde se inició una etapa nueva de la Corona de Aragón que daría origen a los hechos posteriores que llevarían al matrimonio de Isabel y Fernando.


Parador Nacional de La Concordia.


El nombre del parador nacional de turismo de la localidad turolense, bautizado con el nombre La Concordia, ubicado en un castillo-convento encumbrado en el Cerro Pui-Pinos, proviene del acuerdo alcanzado entre todos los notables de Aragón para designar rey a Fernando de Trastámara, con la presencia de San Vicente Ferrer en el primer tercio del siglo XV.

Una historia próxima a la leyenda por su desarrollo, cuenta que en mayo del año 1410 fallecía Martín el Humano, rey de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, sin dejar sucesión directa al trono, lo que originó un período de dos años de turbulencias en esas tierras, con enfrentamientos entre aquellos miembros de la nobleza aragonesa que querían ocupar el trono. Entre ellos se encontraban el conde de Urgel y el infante de Castilla, Fernando de Trastámara.

Para poner fin a las disputas y buscar una solución, se reunieron en Calatayud, en febrero de 1411, representantes de todos los candidatos y de las regiones que componían el reino de Aragón. En aquel encuentro se decidió que en mayo se llevaría a cabo un nuevo encuentro, esta vez en Alcañiz, del que debería salir la solución definitiva.

Reunidos todos los representantes de la Corona de Aragón en el castillo de Alcañiz en parlamento, y tras la intervención del enviado especial del papa Benedicto XIII, Pedro de Luna, se llegó al acuerdo conocido como de la Concordia, que fue refrendado posteriormente en Caspe, y que otorgó la Corona de Aragón al citado infante de Castilla, Fernando de Trastámara.

Menos histórica es la leyenda de “Los tres vivos y los tres muertos”, que se cuenta por aquel lugar, y en donde toma raíz una de las ideas medievales más importantes, la de que la muerte es el final de todos y todo, ya sea de ricos como de pobres.

Tres jóvenes muy elegantes disfrutaban de una jornada de caza en un bosque próximo a la localidad de Alcañiz, y cuando acosaban a una de las piezas, se encuentraron en un claro entre los árboles y retamas a tres cadáveres en diferentes estados de descomposición. Ante la sorpresa de los cazadores, los muertos les dirigen la palabra. «No creáis que por la riqueza que poseéis y por esos ricos ropajes y las gentes que os sirven estáis libres de la muerte. Mirarnos a nosotros», dijo el primer muerto, quien dirigiéndose directamente a uno de los jóvenes, añadió, «Debes arrepentirte de la vida que llevas y no olvidar a Jesucristo, que es Él quien te puede ayudar a reconducir tu futuro».

El segundo cadáver se encara con el segundo joven, quien temeroso reconoce que se ha entregado en exceso a los placeres mundanos, y promete estar dispuesto a enmendar su vida, no sin antes escuchar al segundo cuerpo corrompido por los gusanos que proclama, «lo que ustedes son, nosotros fuimos; lo que nosotros somos, ustedes serán».

En cuanto al tercer cazador, se lamentó de lo que el hombre es, y se preguntó por qué la vida es tan breve y está tan llena de placeres. A ello le responde el tercer muerto recordando que él pertenecía a una estirpe de reyes y nobles, y que no hacía sino alabar su poder, pero que de nada le ha servido, ya que ahora se encontraba desnudo, repugnante y con gusanos que le querían comer y otros que le desdeñaban.


sábado, 16 de noviembre de 2024

Huesca, la ciudad desconocida

 

Conocida por sus impresionantes pueblos y sus famosas estaciones de esquí, Huesca capital muchas veces pasa desapercibida a pesar de sus numerosos atractivos. La catedral de Santa María es el monumento más reconocible, pero además, cuenta con una muralla que es Bien de Interés Cultural y de la que se conservan algunos tramos y una única puerta, La Porteta. Otro de los lugares con mucho encanto es la Plaza Luis López Allué, cuadricular y con soportales. Por cierto que en ella se encuentra la tienda de ultramarinos más antigua de España.


Interior de La Confianza.


Situada en uno de los soportales de la coqueta plaza mayor de la ciudad, La Confianza fue fundada en 1871 por Hilario Wallier, un francés adinerado que llegó a España con la intención de abrir un negocio en el que ofrecer productos de mercería, sedería, finos encajes, abalorios y porcelanas. Cuando cambió de dueños, la oferta se amplió con la venta de productos de ultramar, cafés, chocolates, licores y ahumados, hasta que pasó a manos del padre de María Jesús San Vicente y con el tiempo a las suyas propias.

En el mostrador de mármol desde el que despacha, está la cizalla aún en uso que sirve para cortar el bacalao y que en cien años apenas se ha afilado. Tras ella, la pared la ocupan lustrosas estanterías repletas de conservas, aceites, chocolates, quesos y otros productos de calidad y un poco más abajo, cajones rebosantes de café, legumbres y otros alimentos que se compran a granel.

Además, reseñar que entre las construcciones más relevantes no hay que olvidarse del Círculo Oscense, más conocido como El Casino de Huesca, que es el primer edificio modernista de Aragón.

Además, la ciudad de Huesca cuenta con una historia, ya convertida en leyenda. Se trata de La Campana de Huesca. Fallecido en 1134 el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, sin descendencia, los nobles ofrecieron la Corona del Reino a su hermano Ramiro, recluido en el monasterio francés de Saint Pons de Thomières. Con un rey inexperto y en apariencia pusilánime los nobles aragoneses pensaron que podrían manejarlo a su antojo.

Ramiro II, el Monje, tomó posesión del trono a finales de ese año con el compromiso de regresar en dos años a sus quehaceres eclesiásticos, una vez asegurada la línea de sucesión. Los continuos desdenes y rebeldías de los nobles principales pusieron a la Corona al borde de la ingobernabilidad y Ramiro, neófito en cuestiones de corte y gobierno, pidió consejo a su mentor, el abad de Saint Pons. Tras escuchar éste al emisario enviado por el rey, sin mediar palabra alguna y cuchillo en mano, salió al huerto del monasterio donde cortó las hojas de col más sobresalientes, al tiempo que ordenó al emisario que narrara al rey lo que había visto.

Tras el relato del emisario, el rey convocó a todos los nobles aragoneses a palacio con el pretexto de mostrarles una enorme campana cuyo tañido sonaría en los confines del reino.

Entre divertidos, curiosos y escépticos, uno a uno, los nobles más levantiscos, fueron conducidos a la estancia para contemplar la famosa campana. Tal y como entraban, un verdugo cortaba las cabezas de todos ellos. Dispuestas las cabezas en círculo, colgando de una soga una de ellas en el centro, a modo de badajo, hizo entrar en la estancia al resto de los nobles para que contemplaran la Campana de Huesca, que sonó en todo el Reino de Aragón.

sábado, 18 de mayo de 2024

Un pueblo excomulgado

 

El pueblo de Trasmoz (Zaragoza), enclavado bajo las faldas del Moncayo, continúa excomulgado por la celebración de supuestos aquelarres y fiestas paganas. Es el único pueblo de España excomulgado por la Iglesia Católica. Siglos después, esa condición jamás ha sido revocada y solo el Papa tiene potestad para ello.


Panorámica de Trasmoz.


Trasmoz es una especie de pueblo ‘maldito’ que, siete siglos y medio después de ser condenado, continúa excomulgado por la Iglesia. El motivo fue que se negó a someterse al poderoso Monasterio de Veruela, el primero de la orden cisterciense de Aragón.

En 1255, el abad del Monasterio de Veruela, Andrés de Tudela, arrancó el catolicismo de cuajo de las vidas de los vecinos de Trasmoz. El motivo de este castigo divino halla su explicación en un conflicto por la leña. El clérigo, hastiado de las discusiones con los habitantes del pueblo por la provisión de madera del Monte de la Mata, excomulgó a la aldea.

Casi tres siglos más tarde, de nuevo, el Monasterio de Veruela, dirigiría sus iras contra los habitantes de Trasmoz. Esta vez, la leña se sustituía por el agua como eje de un nuevo conflicto con la Iglesia.

El señor de Trasmoz en 1511, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se enfrentó al abad del monasterio debido a que el curso del agua transitaba por zonas que pertenecían al convento. Los clérigos de Veruela desviaron la natural circulación del agua y esta no llegaba a las familias de la localidad. Las Cortes de Aragón mediaron en el conflicto en favor del señor de Trasmoz. Pero al abad hizo oídos sordos y maldijo al pueblo.

El abad, en plena madrugada, cubrió el crucifijo del altar con un velo negro y recitaron el salmo 108 de la Biblia, una maldición de Dios contra sus enemigos. Cada frase iba acompañada de un toque de campana para que los vecinos del pueblo lo escuchasen y constase en acta.

A pesar de la excomunión y la maldición posterior, los vecinos de Trasmoz han continuado llevando a cabo sus prácticas religiosas sin aparente conflicto con el Altísimo ni con la jerarquía eclesiástica. Y es que técnicamente, a día de hoy, la condena sigue firme, ya que ningún Papa, el único que tiene potestad para invalidar dichas sentencias, ha llegado a formalizar la revocación.

La historia de Trasmoz siempre ha estado rodeada de misterio. Existen infinidad de leyendas sobre nigromancia y aquelarres celebrados en el viejo castillo, lugar de reunión de las brujas de la zona, que se han ido alimentando durante siglos, perdurando hasta nuestros días.

No es de extrañar que miles de foráneos se acerquen cada año hasta este rincón y visiten su museo dedicado a la brujería y las supersticiones, atraídos por el ocultismo, el misterio y por la narrativa de Gustavo Adolfo Bécquer. Y es que el poeta y escritor dedicó al castillo y al pueblo tres cartas de su obra Desde mi celda, que escribió cuando residía en el monasterio de Veruela, aquejado de tuberculosis.

Trasmoz es en la actualidad un diminuto pueblo que apenas alcanza el centenar de habitantes encaramado en la falda de una colina coronada por un castillo medieval. La fortificación, hoy en ruinas, fue construida en el siglo XII y abandonada trescientos años más tarde, lo que explica su estado. En los últimos años se han llevado a cabo trabajos de restauración, especialmente centrados en la torre del homenaje.

sábado, 30 de septiembre de 2023

El Monasterio de San Juan de la Peña

 

El Monasterio de San Juan de la Peña es un importante monasterio situado en la provincia de Huesca. Es un lugar de gran relevancia histórica y arquitectónica que ha desempeñado un papel crucial en la historia de Aragón. El monasterio se encuentra en un entorno montañoso y boscoso en el Pirineo aragonés, cerca de la localidad de Santa Cruz de la Serós, a unos 16 kilómetros al suroeste de Jaca.


Real Monasterio de San Juan de la Peña.


Sobre el origen del monasterio, cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto) fue de caza por esos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero esta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, marchó a Zaragoza, vendió todos sus bienes y junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, donde iniciaron una vida eremítica

Dejando al margen la leyenda, la historia del Monasterio de San Juan de la Peña se remonta al siglo X, cuando fue fundado como un monasterio benedictino. A lo largo de los siglos, se convirtió en un importante centro religioso y cultural en la región. Fue el lugar de descanso de varios reyes de Aragón y albergó la Real Colegiata de San Juan de la Peña, un importante centro religioso y cultural.

El monasterio presenta un estilo arquitectónico románico, aunque también contiene elementos posteriores de estilo gótico. Uno de los elementos más destacados es la Iglesia de Santa María, que data del siglo XI y es un ejemplo impresionante de la arquitectura románica aragonesa. Además, hay una serie de capillas y edificios monásticos que han sido objeto de restauración y conservación a lo largo de los años.

San Juan de la Peña fue un importante centro de la cultura y la religión en la Edad Media. Albergó valiosos manuscritos y obras de arte, y su biblioteca fue una de las más destacadas de la época. Además, se cree que en el monasterio se redactaron los primeros escritos en lengua romance de la Península Ibérica.

sábado, 29 de mayo de 2021

El hombre más malo de España

 

Antonio Pérez del Hierro, que fue secretario del rey Felipe II, era conocido como el hombre más malo de España, dicen que por su lengua de serpiente. A Antonio Pérez, al que se le atribuyen muchos de los males de la España del siglo XVI, era inteligente, pícaro, atrevido y valiente, pero acabó juzgado por traición a la corona y por asesinar a Juan de Escobedo.


Antonio Pérez del Hierro.


Parece ser que nació en Valdeconcha (Guadalajara) entre los años 1940 y 1542. Su familia era de origen aragonés que procedía de Monreal de Ariza (Zaragoza). Su padre Gonzalo había sido ordenado sacerdote en fechas anteriores a su paternidad, sus enemigos le acusaron de haber engendrado a Antonio tras su ordenación, acusación siempre negada por Gonzalo pero que empañaría el origen de Antonio. Nunca esclareció quién era la madre del niño, posiblemente la doncella Juana de Escobar. Fue legitimado por el emperador como hijo de Gonzalo Pérez, uno de los más importantes secretarios de Carlos I de España y V de Alemania.


Protegido por Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, Antonio Pérez se educó en las universidades de Alcalá, Lovaina, Salamanca y Padua. Al morir su padre en 1556 pasó a ocuparse de la secretaría real interinamente, recibiendo confirmación oficial de su cargo en 1567.


En las luchas políticas de la corte destacó como un gran intrigante alineado con la facción de su protector, el príncipe de Éboli, contra el duque de Alba y contra don Juan de Austria. Y acabó asesinando al secretario de Juan de Austria, Juan de Escobedo, en posible connivencia con Felipe II. Este crimen sería utilizado por el rey contra Antonio Pérez cuando descubrió que su secretario le espiaba para el papa Pío V, acusación que no podía hacer directamente por ser la monarquía española y el papado dos potencias amigas, al menos en teoría.


En 1579 Antonio Pérez fue detenido, al tiempo que su amante, la princesa de Éboli y sustituido como secretario del rey por el cardenal Granvela, aunque en realidad Pérez siguió desempeñando la secretaría hasta 1584. Se le acusó inicialmente de corrupción, cargo del que había abundantes pruebas y diez años después se le acusó además del ya citado asesinato de Juan de Escobedo, sometiéndole a tormento como requería el proceso judicial en la época.


Después de once años en la cárcel, Pérez consiguió huir disfrazado de Madrid y refugiarse en Aragón, en donde se acogió a la protección del derecho foral alegando ser hijo de un natural de aquel reino. Su causa quedó así unida a la defensa de las libertades aragonesas frente a la corona. El rey hizo entonces que le acusara de herejía la Inquisición, única institución con jurisdicción en toda España, pero el tribunal inquisitorial fracasó en el intento de hacerse con el reo, ante la agitación de las masas populares que dieron paso a las llamadas alteraciones de Aragón.


Dispuesto a imponer su autoridad, Felipe II envió un ejército a Zaragoza, que tampoco consiguió prender a Pérez, que ya había huido a Francia con ayuda del Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza. Mientras las autoridades forales aragonesas se levantaban en armas contra el rey por lo que entendían una violación de sus fueros, Antonio Pérez era acogido calurosamente en la corte francesa. Fue juzgado y condenado en su ausencia por la Inquisición, que confiscó sus bienes y quemó públicamente una estatua de él.


Durante años asesoró tanto a Enrique IV de Francia como a Isabel I de Inglaterra en sus acciones militares contra Felipe II. Se dedicó también a publicar escritos contra el rey, que suministraron gran parte del material con el que se tejió la leyenda negra contra la monarquía española. Desde la muerte de Felipe II perdió interés político y, pobre y marginado, murió en el exilio en París en 1611 sin haber conseguido el perdón de la corona.