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sábado, 18 de enero de 2025

Aínsa, acercarse a la Edad Media

 

Aínsa es una villa pirenaica de la provincia de Huesca, en la comarca de Sobrarbe (Aragón). Es, asimismo, la capital del municipio de Aínsa-Sobrarbe y ostenta la cocapitalidad de la comarca, junto con la villa de Boltaña​. Todo su casco antiguo, de estilo medieval, está declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural. Parte de su término municipal está ocupado por el parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara.


Plaza Mayor de Aínsa.


Su núcleo original, que se emplaza en un promontorio sobre la confluencia de los ríos Cinca y Ara, está formado por dos calles casi paralelas, la calle Mayor y la calle Santa Cruz que desembocan en la plaza Mayor. A continuación, en dirección oeste, aparece el castillo que se extiende por una amplia explanada.

Próximo a él está el templete de la Cruz Cubierta construido en 1665; según la leyenda, aquí se produjo el milagro de la aparición de una cruz de fuego sobre una carrasca lo que favoreció la victoria de las tropas de García Jiménez sobre las musulmanas. Por este motivo en el escudo de la villa figura una carrasca coronada por una cruz.

La citada leyenda asegura que sobre los campos de las afueras de Aínsa, en el año 724 aconteció la batalla de los cristianos por la reconquista de estas tierras. Las tropas de guerreros cristianos procedentes de las montañas colindantes, inferiores en número y además con la moral por los suelos iban perdiendo la batalla.

​Sobre una encina apareció una Cruz de Fuego. Este hecho enardeció a los guerreros defensores del cristianismo, dándoles el valor suficiente para resistir y amedrentar a los musulmanes. Por lo cual estos al final acabaron batiéndose en retirada y por consiguente perdieron la batalla. Recuperando así pues el pueblo de Aínsa.

Con clara distribución medieval, el casco histórico de Aínsa está declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1965. Actualmente es un centro turístico de relevancia, tal y como constató su elección como capital de Turismo Rural 2018.

sábado, 16 de noviembre de 2024

Huesca, la ciudad desconocida

 

Conocida por sus impresionantes pueblos y sus famosas estaciones de esquí, Huesca capital muchas veces pasa desapercibida a pesar de sus numerosos atractivos. La catedral de Santa María es el monumento más reconocible, pero además, cuenta con una muralla que es Bien de Interés Cultural y de la que se conservan algunos tramos y una única puerta, La Porteta. Otro de los lugares con mucho encanto es la Plaza Luis López Allué, cuadricular y con soportales. Por cierto que en ella se encuentra la tienda de ultramarinos más antigua de España.


Interior de La Confianza.


Situada en uno de los soportales de la coqueta plaza mayor de la ciudad, La Confianza fue fundada en 1871 por Hilario Wallier, un francés adinerado que llegó a España con la intención de abrir un negocio en el que ofrecer productos de mercería, sedería, finos encajes, abalorios y porcelanas. Cuando cambió de dueños, la oferta se amplió con la venta de productos de ultramar, cafés, chocolates, licores y ahumados, hasta que pasó a manos del padre de María Jesús San Vicente y con el tiempo a las suyas propias.

En el mostrador de mármol desde el que despacha, está la cizalla aún en uso que sirve para cortar el bacalao y que en cien años apenas se ha afilado. Tras ella, la pared la ocupan lustrosas estanterías repletas de conservas, aceites, chocolates, quesos y otros productos de calidad y un poco más abajo, cajones rebosantes de café, legumbres y otros alimentos que se compran a granel.

Además, reseñar que entre las construcciones más relevantes no hay que olvidarse del Círculo Oscense, más conocido como El Casino de Huesca, que es el primer edificio modernista de Aragón.

Además, la ciudad de Huesca cuenta con una historia, ya convertida en leyenda. Se trata de La Campana de Huesca. Fallecido en 1134 el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, sin descendencia, los nobles ofrecieron la Corona del Reino a su hermano Ramiro, recluido en el monasterio francés de Saint Pons de Thomières. Con un rey inexperto y en apariencia pusilánime los nobles aragoneses pensaron que podrían manejarlo a su antojo.

Ramiro II, el Monje, tomó posesión del trono a finales de ese año con el compromiso de regresar en dos años a sus quehaceres eclesiásticos, una vez asegurada la línea de sucesión. Los continuos desdenes y rebeldías de los nobles principales pusieron a la Corona al borde de la ingobernabilidad y Ramiro, neófito en cuestiones de corte y gobierno, pidió consejo a su mentor, el abad de Saint Pons. Tras escuchar éste al emisario enviado por el rey, sin mediar palabra alguna y cuchillo en mano, salió al huerto del monasterio donde cortó las hojas de col más sobresalientes, al tiempo que ordenó al emisario que narrara al rey lo que había visto.

Tras el relato del emisario, el rey convocó a todos los nobles aragoneses a palacio con el pretexto de mostrarles una enorme campana cuyo tañido sonaría en los confines del reino.

Entre divertidos, curiosos y escépticos, uno a uno, los nobles más levantiscos, fueron conducidos a la estancia para contemplar la famosa campana. Tal y como entraban, un verdugo cortaba las cabezas de todos ellos. Dispuestas las cabezas en círculo, colgando de una soga una de ellas en el centro, a modo de badajo, hizo entrar en la estancia al resto de los nobles para que contemplaran la Campana de Huesca, que sonó en todo el Reino de Aragón.

sábado, 11 de mayo de 2024

Lanuza

 

En la década de los 70 del siglo pasado, Lanuza (Huesca), localidad ubicada en el Valle del Tena, contaba con más de un centenar de habitantes hasta que en 1976 se anunció la construcción del embalse de Lanuza para regular el río Gállego y, por tanto, el pueblo iba a quedar sumergido bajo las aguas. Los vecinos vieron como sus casas eran expropiadas y debían abandonar su hogar. Muchos de los habitantes de Lanuza se trasladaron a poblaciones vecinas como Sallent de Gállego, Sabiñánigo o Jaca.


Panorámica de Lanuza.


En 1978 sus últimos moradores abandonaban sus hogares, pero las previsiones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no se cumplieron, y el agua solo inundó las casas más bajas del pueblo y zonas de pasto. Con el paso de los años, los antiguos vecinos de Lanuza, se plantearon la posibilidad de volver al pueblo y en los 90 decidieron recuperar las propiedades no sumergidas, previo pago, y comenzar un proceso de resurrección.

Se creó una asociación de vecinos para impulsar la rehabilitación y, poco a poco, el pueblo fue resurgiendo cual Ave Fénix. Se recuperó la iglesia, se llevó agua potable al pueblo y se rehabilitaron el ayuntamiento, así como otros edificios públicos.

En la actualidad, Lanuza cuenta con más de una treintena de edificios rehabilitados y algo más de 70 viviendas. Además, disfruta de infraestructura hotelera para albergar a los viajeros que desean descubrir el Valle de Tena, ya que se ha convertido en un destino muy popular para los amantes de la naturaleza, el senderismo y los deportes acuáticos gracias a las oportunidades que ofrece el embalse para la navegación y la pesca.

Por otra parte, Lanuza se ha convertido en un lugar de destino para los amantes de los festivales veraniegos y es que allí se celebra desde 1992 el Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur. Este evento atrae a artistas y visitantes de todo el mundo y presenta una amplia variedad de actuaciones musicales y culturales en un entorno espectacular junto al embalse.

Además, el Valle del Tena es rico en leyendas como las referidas a las Brujas de Tena, la historia de Culibillas y Balaitús, la Batalla de Yenefrito o el Gigante de Sallent. Respecto a esta última historia se cuenta que el Gigante de Sallent fue uno de los hombres más altos de su tiempo y de los primeros gigantes que viajó y se dio a conocer por Europa, América y parte de África.

Se llamaba Fermín Arrudi Urieta, nació en Sallent de Gállego, localidad del Valle del Tena, en 1870 y fue popularmente conocido como “El Gigante de Sallent”, internacionalmente como “El Gigante Aragonés”, y en la intimidad como “El Tío Fermín”. Su altura llegó a los 2,29 metros de altura, y su peso a más de 170 kilos.

Era capaz de levantar el peso que entre cuatro hombres fuertes de la época eran escasamente capaces de mover. Su agilidad era impresionante, podía correr casi a la misma velocidad que un caballo a la carrera.

Ganó un combate de lucha grecorromana a un campeón del mundo y además fue un excelente músico y jotero, que difundió la cultura española y la Jota Aragonesa allá por donde estuvo. Su altura, junto a su habilidad para la música lo llevaron a viajar por toda España, Europa, norte de África y América, aunque él añoraba su vida en Sallent, su pueblo natal. Se casó con una francesa, y no tuvo descendencia. Murió muy joven, a la edad de 43 años. La Expo de Zaragoza de 1908 fue su última salida espectacular.

sábado, 30 de septiembre de 2023

El Monasterio de San Juan de la Peña

 

El Monasterio de San Juan de la Peña es un importante monasterio situado en la provincia de Huesca. Es un lugar de gran relevancia histórica y arquitectónica que ha desempeñado un papel crucial en la historia de Aragón. El monasterio se encuentra en un entorno montañoso y boscoso en el Pirineo aragonés, cerca de la localidad de Santa Cruz de la Serós, a unos 16 kilómetros al suroeste de Jaca.


Real Monasterio de San Juan de la Peña.


Sobre el origen del monasterio, cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto) fue de caza por esos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero esta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, marchó a Zaragoza, vendió todos sus bienes y junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, donde iniciaron una vida eremítica

Dejando al margen la leyenda, la historia del Monasterio de San Juan de la Peña se remonta al siglo X, cuando fue fundado como un monasterio benedictino. A lo largo de los siglos, se convirtió en un importante centro religioso y cultural en la región. Fue el lugar de descanso de varios reyes de Aragón y albergó la Real Colegiata de San Juan de la Peña, un importante centro religioso y cultural.

El monasterio presenta un estilo arquitectónico románico, aunque también contiene elementos posteriores de estilo gótico. Uno de los elementos más destacados es la Iglesia de Santa María, que data del siglo XI y es un ejemplo impresionante de la arquitectura románica aragonesa. Además, hay una serie de capillas y edificios monásticos que han sido objeto de restauración y conservación a lo largo de los años.

San Juan de la Peña fue un importante centro de la cultura y la religión en la Edad Media. Albergó valiosos manuscritos y obras de arte, y su biblioteca fue una de las más destacadas de la época. Además, se cree que en el monasterio se redactaron los primeros escritos en lengua romance de la Península Ibérica.