Alcañiz (Teuel) es cuna de leyendas e historias ancestrales y trascendentales para la historia de España, ya que fue allí donde se inició una etapa nueva de la Corona de Aragón que daría origen a los hechos posteriores que llevarían al matrimonio de Isabel y Fernando.
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Parador Nacional de La Concordia. |
El nombre del parador nacional de turismo de la localidad turolense, bautizado con el nombre La Concordia, ubicado en un castillo-convento encumbrado en el Cerro Pui-Pinos, proviene del acuerdo alcanzado entre todos los notables de Aragón para designar rey a Fernando de Trastámara, con la presencia de San Vicente Ferrer en el primer tercio del siglo XV.
Una historia próxima a la leyenda por su desarrollo, cuenta que en mayo del año 1410 fallecía Martín el Humano, rey de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, sin dejar sucesión directa al trono, lo que originó un período de dos años de turbulencias en esas tierras, con enfrentamientos entre aquellos miembros de la nobleza aragonesa que querían ocupar el trono. Entre ellos se encontraban el conde de Urgel y el infante de Castilla, Fernando de Trastámara.
Para poner fin a las disputas y buscar una solución, se reunieron en Calatayud, en febrero de 1411, representantes de todos los candidatos y de las regiones que componían el reino de Aragón. En aquel encuentro se decidió que en mayo se llevaría a cabo un nuevo encuentro, esta vez en Alcañiz, del que debería salir la solución definitiva.
Reunidos todos los representantes de la Corona de Aragón en el castillo de Alcañiz en parlamento, y tras la intervención del enviado especial del papa Benedicto XIII, Pedro de Luna, se llegó al acuerdo conocido como de la Concordia, que fue refrendado posteriormente en Caspe, y que otorgó la Corona de Aragón al citado infante de Castilla, Fernando de Trastámara.
Menos histórica es la leyenda de “Los tres vivos y los tres muertos”, que se cuenta por aquel lugar, y en donde toma raíz una de las ideas medievales más importantes, la de que la muerte es el final de todos y todo, ya sea de ricos como de pobres.
Tres jóvenes muy elegantes disfrutaban de una jornada de caza en un bosque próximo a la localidad de Alcañiz, y cuando acosaban a una de las piezas, se encuentraron en un claro entre los árboles y retamas a tres cadáveres en diferentes estados de descomposición. Ante la sorpresa de los cazadores, los muertos les dirigen la palabra. «No creáis que por la riqueza que poseéis y por esos ricos ropajes y las gentes que os sirven estáis libres de la muerte. Mirarnos a nosotros», dijo el primer muerto, quien dirigiéndose directamente a uno de los jóvenes, añadió, «Debes arrepentirte de la vida que llevas y no olvidar a Jesucristo, que es Él quien te puede ayudar a reconducir tu futuro».
El segundo cadáver se encara con el segundo joven, quien temeroso reconoce que se ha entregado en exceso a los placeres mundanos, y promete estar dispuesto a enmendar su vida, no sin antes escuchar al segundo cuerpo corrompido por los gusanos que proclama, «lo que ustedes son, nosotros fuimos; lo que nosotros somos, ustedes serán».
En cuanto al tercer cazador, se lamentó de lo que el hombre es, y se preguntó por qué la vida es tan breve y está tan llena de placeres. A ello le responde el tercer muerto recordando que él pertenecía a una estirpe de reyes y nobles, y que no hacía sino alabar su poder, pero que de nada le ha servido, ya que ahora se encontraba desnudo, repugnante y con gusanos que le querían comer y otros que le desdeñaban.
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