En
el capítulo anterior conocimos a los inventores del tren Talgo,
de la fregona, de las jeringuillas hipodérmicas,
la calculadora integral y el motor de agua. Pero hay otros españoles
con inventos destacables.
Autogiro de Juan de la Cierva. |
El
palentino
Adrián
Álvarez Ruiz,
nacido
en 1884, se inspiró en la lectura de Julio
Verne para
desarrollar sus propias invenciones. Emigró a
Madrid
para trabajar como obrero, pero pronto demostró sus habilidades y no
tardó en llegar a la dirección de los talleres de la compañía
MZA,
antecedente de Renfe.
Toda
su vida trabajó para mejorar la tecnología ferroviaria, pero su
invento estrella fue un tanque submarino ideado para mejorar las
condiciones de regeneración del aire en el interior de los
submarinos y hacer posible que las personas encerradas bajo el agua
pudiesen resistir más tiempo.
A
mediados del siglo XIX, en 1859, el catalán Narciso
Monturiol
sorprendía al mundo naval con el primer buque sumergible. Era de
madera y su propulsor era manual, algo que solucionaría unas décadas
más tarde el ingeniero murciano Isaac
Peral,
que en 1888 diseñó el primer submarino de acero impulsado por
energía eléctrica y
que
fue
toda
una revolución.
En
esta relación de inventores se añadió en
1887
Leonardo Torres Quevedo,
que
registró
la primera patente de lo que él llamó “Sistema
de camino funicular aéreo de alambres múltiples”,
aunque no fue hasta 1907cuando
el primer teleférico para el transporte de personas entró
en funcionamiento en Monte
Ulía
(San
Sebastián).
Lo
que ahora conocemos
como helicóptero
se
llamó inicialmente
autogiro.
Los primeros modelos fueron
de
Juan
de la Cierva,
quien los diseñó en los años 20 del
siglo pasado,
aunque la idea central de este invento fue del mallorquín Pere
Sastre Obrador.
Varios
países reclaman la autoría del
futbolín,
un clásico
del entretenimiento. Son varias
las
patentes del período de entreguerras que tuvieron
por
objeto este
juego,
pero diferentes
tesis
apuntan
a que fue un gallego, Alejandro
Campos Ramírez,
quien
lo patentó por primera vez.
Mónico
Sánchez
fue el autor
del primer
dispositivo portátil de rayos
X
de la historia, que Francia utilizó en la Primera Guerra Mundial
como parte de su equipamiento médico.
Este
español de origen humilde emigró a Nueva York y logró la
excelencia en el campo de la electricidad. Mónico Sánchez
sí ganó una fortuna, que luego decidió invertir en un proyecto
para crear un centro de alta tecnología en su pueblo natal,
Piedrabuena, en Ciudad Real.
Por
último, la
“escafandra
estratonáutica”
que fue la base de los trajes de astronauta que llevaron los
austronautas
cuando pisaron
la luna por primera vez, la diseñó en 1935 el granadino Emilio
Herrera Linares.
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