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sábado, 22 de agosto de 2020

Inventores españoles (I)


Los ciudadanos de España tenemos fama de muchas cosas, unas ciertas y otras no. Una de las sus facetas menos conocidas es nuestra capacidad para inventar. Hay muchos inventos españoles que cambiaron el mundo o que, al menos, han ayudado a mejorar la calidad de nuestra vida.

Jeringuilla hipodérmica desechable.
El Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, más conocido como Talgo, fue una auténtica revolución en el mundo del ferrocarril. Inventado en 1942 por Alejandro Goicoechea e impulsado por José Luis Oriol, alcanzó fama internacional durante los años 60.

Su mayor avance supuso un sistema de rodadura completamente diferente al de los trenes convencionales, que permitía lograr una mayor velocidad con la misma potencia.

Quizás, de todos los inventos españoles que cambiaron el mundo, la fregona no es el más revolucionario, pero sí supuso un antes y un después en la vida diaria de millones de personas. Inicialmente bautizado como lavasuelos, este palo con un penacho de fajas de algodón en un extremo fue inventado en 1956 por Manuel Jalón.

Su nombre actual, fregona, fue fruto de una casualidad, cuando Enrique Falcón decidió utilizar esta palabra para designarla en el primer pedido en julio de 1957, aunque en oras zonas se le conoce también como “mocho”.

El mismo Manuel Jalón, ingeniero riojano, Jalón puso en marcha Febersanitas, una fábrica de jeringuillas hipodérmicas desechables hechas con plástico. Desde entonces, se han fabricado y distribuido por el mundo miles de millones de estas jeringuillas, que supusieron todo un avance en materia de seguridad sanitaria.

Por otra parte, en el museo de la sede central de IBM, entre cientos de aparatos imprescindibles para entender la evolución de la tecnología, hay una voluminosa calculadora amarilla de 26 kilos, fabricada de hierro y acero, de nombre Verea Direct Multiplier. Fue la primera de la historia capaz de realizar cuatro operaciones aritméticas (suma, resta, división y multiplicación), manejando cifras de hasta nueve dígitos.

Su inventor fue Ramón Verea que murió en la indigencia en Buenos Aires en 1899. Nacido en la aldea pontevedresa de Currantes, allí tuvo acceso a una biblioteca que le cambió la vida, había zarpado a Cuba en 1855, pero fue en Nueva York donde desarrolló su carrera.

El motor de agua inventado por Arturo Estévez, que fue vetado por Franco, quien al parecer habría encargado un informe desfavorable a la Escuela de Ingenieros para evitar que la tecnología progresase. Sin embargo, el extremeño se hizo famoso en los 70 realizando exhibiciones públicas por España.

Este sistema se basaba en una reacción química originada a partir del contacto del agua con el boro. Así generaba hidrógeno, sustancia que hacía funcionar el motor. Los expertos valoraron el invento del extremeño como el de un visionario, aunque la viabilidad económica a gran escala de su proyecto pareció dudosa.


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