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sábado, 29 de agosto de 2020

Inventores españoles (y II)


En el capítulo anterior conocimos a los inventores del tren Talgo, de la fregona, de las jeringuillas hipodérmicas, la calculadora integral y el motor de agua. Pero hay otros españoles con inventos destacables.

Autogiro de Juan de la Cierva.
El palentino Adrián Álvarez Ruiz, nacido en 1884, se inspiró en la lectura de Julio Verne para desarrollar sus propias invenciones. Emigró a Madrid para trabajar como obrero, pero pronto demostró sus habilidades y no tardó en llegar a la dirección de los talleres de la compañía MZA, antecedente de Renfe.

Toda su vida trabajó para mejorar la tecnología ferroviaria, pero su invento estrella fue un tanque submarino ideado para mejorar las condiciones de regeneración del aire en el interior de los submarinos y hacer posible que las personas encerradas bajo el agua pudiesen resistir más tiempo.

A mediados del siglo XIX, en 1859, el catalán Narciso Monturiol sorprendía al mundo naval con el primer buque sumergible. Era de madera y su propulsor era manual, algo que solucionaría unas décadas más tarde el ingeniero murciano Isaac Peral, que en 1888 diseñó el primer submarino de acero impulsado por energía eléctrica y que fue toda una revolución.

En esta relación de inventores se añadió en 1887 Leonardo Torres Quevedo, que registró la primera patente de lo que él llamó “Sistema de camino funicular aéreo de alambres múltiples”, aunque no fue hasta 1907cuando el primer teleférico para el transporte de personas entró en funcionamiento en Monte Ulía (San Sebastián).

Lo que ahora conocemos como helicóptero se llamó inicialmente autogiro. Los primeros modelos fueron de Juan de la Cierva, quien los diseñó en los años 20 del siglo pasado, aunque la idea central de este invento fue del mallorquín Pere Sastre Obrador.

Varios países reclaman la autoría del futbolín, un clásico del entretenimiento. Son varias las patentes del período de entreguerras que tuvieron por objeto este juego, pero diferentes tesis apuntan a que fue un gallego, Alejandro Campos Ramírez, quien lo patentó por primera vez.

Mónico Sánchez fue el autor del primer dispositivo portátil de rayos X de la historia, que Francia utilizó en la Primera Guerra Mundial como parte de su equipamiento médico.

Este español de origen humilde emigró a Nueva York y logró la excelencia en el campo de la electricidad. Mónico Sánchez sí ganó una fortuna, que luego decidió invertir en un proyecto para crear un centro de alta tecnología en su pueblo natal, Piedrabuena, en Ciudad Real.

Por último, la “escafandra estratonáutica” que fue la base de los trajes de astronauta que llevaron los austronautas cuando pisaron la luna por primera vez, la diseñó en 1935 el granadino Emilio Herrera Linares.

sábado, 22 de agosto de 2020

Inventores españoles (I)


Los ciudadanos de España tenemos fama de muchas cosas, unas ciertas y otras no. Una de las sus facetas menos conocidas es nuestra capacidad para inventar. Hay muchos inventos españoles que cambiaron el mundo o que, al menos, han ayudado a mejorar la calidad de nuestra vida.

Jeringuilla hipodérmica desechable.
El Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, más conocido como Talgo, fue una auténtica revolución en el mundo del ferrocarril. Inventado en 1942 por Alejandro Goicoechea e impulsado por José Luis Oriol, alcanzó fama internacional durante los años 60.

Su mayor avance supuso un sistema de rodadura completamente diferente al de los trenes convencionales, que permitía lograr una mayor velocidad con la misma potencia.

Quizás, de todos los inventos españoles que cambiaron el mundo, la fregona no es el más revolucionario, pero sí supuso un antes y un después en la vida diaria de millones de personas. Inicialmente bautizado como lavasuelos, este palo con un penacho de fajas de algodón en un extremo fue inventado en 1956 por Manuel Jalón.

Su nombre actual, fregona, fue fruto de una casualidad, cuando Enrique Falcón decidió utilizar esta palabra para designarla en el primer pedido en julio de 1957, aunque en oras zonas se le conoce también como “mocho”.

El mismo Manuel Jalón, ingeniero riojano, Jalón puso en marcha Febersanitas, una fábrica de jeringuillas hipodérmicas desechables hechas con plástico. Desde entonces, se han fabricado y distribuido por el mundo miles de millones de estas jeringuillas, que supusieron todo un avance en materia de seguridad sanitaria.

Por otra parte, en el museo de la sede central de IBM, entre cientos de aparatos imprescindibles para entender la evolución de la tecnología, hay una voluminosa calculadora amarilla de 26 kilos, fabricada de hierro y acero, de nombre Verea Direct Multiplier. Fue la primera de la historia capaz de realizar cuatro operaciones aritméticas (suma, resta, división y multiplicación), manejando cifras de hasta nueve dígitos.

Su inventor fue Ramón Verea que murió en la indigencia en Buenos Aires en 1899. Nacido en la aldea pontevedresa de Currantes, allí tuvo acceso a una biblioteca que le cambió la vida, había zarpado a Cuba en 1855, pero fue en Nueva York donde desarrolló su carrera.

El motor de agua inventado por Arturo Estévez, que fue vetado por Franco, quien al parecer habría encargado un informe desfavorable a la Escuela de Ingenieros para evitar que la tecnología progresase. Sin embargo, el extremeño se hizo famoso en los 70 realizando exhibiciones públicas por España.

Este sistema se basaba en una reacción química originada a partir del contacto del agua con el boro. Así generaba hidrógeno, sustancia que hacía funcionar el motor. Los expertos valoraron el invento del extremeño como el de un visionario, aunque la viabilidad económica a gran escala de su proyecto pareció dudosa.