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sábado, 13 de febrero de 2021

“La Pepa”, la primera Constitución liberal

 

La Constitución de Cádiz, aprobada el 19 de marzo de 1812, festividad de San José, conocida por eso como la Pepa, fue la primera Constitución propiamente española, ya que el Estatuto de Bayona de 1808 no dejó de ser una “Carta otorgada” por el rey José I, marcada con el sello napoleónico.


Monumento conmemorativo de 'la Pepa' en Cádiz.


La constitución de 1812 enlazaba con las leyes tradicionales de la monarquía española, pero, al mismo tiempo, incorporaba principios del liberalismo democrático, tales como la soberanía nacional y la separación de poderes.


A lo largo de sus 384 artículos el texto reconocía por primera vez algunos derechos que en aquella época supusieron toda una revolución. Por ejemplo, se recogía por primera vez el derecho de propiedad y la inviolabilidad del domicilio particular. Durante su corta vigencia, marcó una serie de pautas que luego se tuvieron en cuenta en otras constituciones posteriores.


Las bases sobre las que se asentó la Constitución de 1812 no fueron otros que los intentos reformistas realizados durante el reinado de Carlos III por los ministros ilustrados. Sin querer admitir la crisis de la sociedad estamental y el auge cultural, económico e intelectual de la burguesía, su hijo, Carlos IV, aterrado por el estallido de la Revolución Francesa, paralizó aquellas tentativas.


El vacío de poder provocado por la invasión napoleónica de 1808 hizo resurgir las aspiraciones de los ilustrados, que hallaron una oposición aún más fuerte entre los absolutistas. Desde este punto de vista, la labor constituyente de las Cortes de Cádiz sería el primer atisbo de dos posturas políticas antagónicas, la conservadora y la progresista, que han persistido en la Historia de España.


La España de 1812 era un país dividido en dos grandes bloques respecto a la corona. Por un lado, los afrancesados, aquellos que no dudaron en aceptar las renuncias de Carlos IV y Fernando VII para ponerse bajo la protección de José Bonaparte y el citado Estatuto de Bayona de 1808, inspirado en el modelo de Estado constitucional napoleónico. Por otro, los realistas, divididos a su vez en absolutistas, jovellanistas y radicales, pero fieles a la dinastía de los borbones. Pero pese a la oposición conservadora, triunfó la opción liberal, aquella que, sin despreciar la tradición secular española, quiso adoptar las innovaciones aportadas por la Revolución Francesa.


La nueva Constitución reconocía la autoridad real y la religión católica como único credo oficial, pero también la libertad de prensa y la monarquía parlamentaria, depositando el poder legislativo en manos de una única cámara. También contemplaba la independencia de los tribunales de justicia. Además, se reconocía el sufragio universal masculino.


Las Cortes de Cádiz se propusieron instaurar la libertad, la igualdad y la propiedad como ejes fundamentales de las relaciones entre los ciudadanos. Un objetivo que quedó plasmado, por ejemplo, en la supresión del tribunal del Santo Oficio y las pruebas de nobleza, así como la creación de una nueva estructura tributaria que derogaba las prerrogativas de los gremios. El resultado final de estas medidas fue el encumbramiento de la burguesía, que sustituyó a la aristocracia y al clero como clase privilegiada.


sábado, 8 de febrero de 2020

Doscientos años de la Revolución Española

El pasado día 1 de enero se cumplió el segundo centenario de la Revolución Española. En aquella  fecha se produjo el pronunciamiento militar de Rafael de Riego que derribó el absolutismo y dio inicio al Trienio Liberal.

 Fernando VII tras la Guerra de Independencia, había reimplantado el régimen absoluto, pero muchos militares que lucharon contra los franceses y le dieron el trono a Fernando VII, eran liberales.

Rafael de Riego.
Aprovechando la concentración en la localidad de Cabezas de San Juan (Sevilla) de un ejército que debía ir a América a combatir a los independentistas, un grupo de estos oficiales, encabezados por el entonces teniente coronel Riego, se sublevó y proclamó la Constitución de Cádiz.

Fue el primer “pronunciamiento”, la fórmula española de golpe de Estado en que una unidad militar en la periferia se alza contra el poder y espera que su ejemplo cunda entre otras guarniciones.
El de Riego sí se contagió y el 6 de marzo de 1820 Fernando VII aceptó la situación y juró la Constitución liberal de 1812, denominada popularmente como “La Pepa”. Había triunfado la Revolución Española, un nuevo modelo mundial que sucedía históricamente al de la Revolución Francesa.

Lo sucedido en España fue un ejemplo para algunos territorios de Italia, Al grito “Hacer como en España” se sucedieron revoluciones en Piamonte, Nápoles y Sicilia en donde se impuso la filosofía de la Constitución de Cádiz.

En Portugal los liberales obligaron al rey a jurar su primera Constitución, copiada de la española. Surgieron movimientos seguidores de la Revolución Española desde Grecia a Brasil, e incluso en Francia, que había sido siempre el ejemplo, estaban tan fascinados con el caso español que los ejemplares de la Constitución de Cádiz circulaban como un catecismo revolucionario.

En marzo ya estaba traducida al francés y se editaron miles de ejemplares clandestinos. En Marsella los liberales lucían cintas en los sombreros que decían “Constitución o muerte” en español, e incluso se produjeron cuatro pronunciamientos militares siguiendo el ejemplo de Riego, aunque fracasaron.
Se corrió el rumor de que Napoleón había escapado de Santa Helena y se había refugiado en España bajo la protección de Riego, que era visto como la reencarnación del joven Bonaparte. Aparecieron miles de estampas en las que Riego adoptaba, en efecto, el aspecto de Napoleón Bonaparte, y en Inglaterra el duque de Wellington, jefe de los conservadores, alertaba contra la aparición de “un nuevo Bonaparte en España”.

Rafael del Riego y Flórez nació en Tuña, (Asturias) el de  7 de abril de 1784 y falleció en Madrid, el 7 de noviembre de 1823. Dio nombre al famoso himno conocido como Himno de Riego, adoptado por los liberales durante la monarquía constitucional y, más tarde, por los republicanos españoles. Murió ahorcado tras la restauración del absolutismo que puso fin al Trienio Liberal.


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