Mastodon Clave Menor: Brigadas Internacionales

Publicidad

Mostrando entradas con la etiqueta Brigadas Internacionales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Brigadas Internacionales. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de noviembre de 2021

Un comandante afroamericano en la Guerra Civil

 

Oliver Law fue un afroamericano comunista, sindicalista y activista social, que luchó con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española, una fuerza que agrupó a voluntarios extranjeros de más de 50 países con cerca de 35.000 combatientes. Law llegó a ser comandante del Batallón Lincoln, el primer afroamericano en mandar una unidad de tropas norteamericanas blancas.


Oliver Law.


Nacido en Texas en la primera década del siglo XX, después de servir en el ejército de su país durante la Primera Guerra Mundial, donde luchó en Francia, luego se trasladó a Chicago, donde desempeñó varios trabajos. Se afilió al Partido Comunista de los Estados Unidos en 1929, durante la Gran Depresión, durante la que se quedó en paro y se convirtió en un importante activista. Al tiempo que trabajó de forma esporádica en una fábrica de cemento, además de taxista y estibador.


Opuesto al fascismo, lideró manifestaciones contra la ocupación italiana de Etiopía y en 1936 zarpó hacia España donde se unió al Batallón Lincoln, una unidad de voluntarios estadounidenses que luchó en favor del gobierno del Frente Popular. Tras el fracaso de las fuerzas sublevadas para la toma de Madrid, el general Franco ordenó cortar la carretera que unía la capital de España con el resto del territorio republicano. El general José Miaja envió tres Brigadas Internacionales al valle del Jarama para tratar de bloquear el avance de los sublevados. La actuación de Oliver Law en la batalla le permitió ascender a comandante de la compañía de ametralladoras. Unas semanas más tarde fue nombrado comandante del batallón. Un cargo que ocupó solo unos días ya que cayó muerto unas jornadas después.


El 6 de julio, el gobierno republicano lanzó una gran ofensiva en un intento de mitigar la ofensiva sobre Madrid. El general Vicente Rojo Lluch envió al Ejército Republicano a Brunete, que luchó allí durante todo el verano. Las Brigadas Internacionales sufrieron muchas bajas, entre ellas la de Oliver Law que murió, víctima de un mortero, el 9 de julio de 1937 cuando lideraba a sus hombres en un ataque en el Cerro del Mosquito (Villaviciosa de Odón).


Aunque la ciudad de Chicago declaró el 21 de noviembre como el Día de la Ley de Oliver en 1987, el combatiente comunista sigue siendo una figura en gran parte desconocida en la historia de Estados Unidos.

sábado, 16 de mayo de 2020

Las Brigadas Internacionales (y III)

En la primera entrega se abordó el orígen de las Brigadas Internacionales, en la segunda la procedencia de sus integrantes, y en esta tercera y última entrega se trata de sus acciones militares y de su disolución

El comité organizador de las Brigadas Internacionales se vio superado ante la llegada de tantos voluntarios y pronto se transformó en un comité militar dirigido por el comandante Vidal y André Marty, que se convertiría en el jefe de la base y de las Brigadas.

Albacete fue la sede de las Brigadas Internacionales.
El encuadramiento en los distintos grupos se efectuó en función de del idioma y del origen. Los jefes en un principio fueron elegidos por los propios voluntarios, pero más tarde la elección pasó a hacerse en función de las necesidades. Al lado de cada jefe militar había un comisario político, cuyas tareas principales eran de carácter político.

Se formaron siete brigadas. Cada brigada se dividía a su vez en tres batallones (salvo en algunos casos en los que había cuatro) que en un principio rondaban los 650 hombres cada uno. Estos batallones recibían nombres con un claro contenido político, como Garibaldi o Commune de Paris.

Durante 1938 se suceden los intentos para poner fin a la guerra civil desde los organismos internacionales, como la Sociedad de Naciones, ante el evidente fracaso del Comité de No Intervención para detener el conflicto.

Tras la grave derrota sufrida en abril en el Frente de Aragón, la República era consciente de su debilidad, y Juan Negrín juega la baza de apostar por un proceso de pacificación, proponiendo, con ocasión del 1 de mayo de 1938, un posible acuerdo basado en trece puntos ante la opinión pública internacional, entre los que se incluía la retirada de todas las fuerzas compuestas por extranjeros que estuvieran presentes en el conflicto español.

A esto se unía a una intensa labor diplomática, encabezada por Manuel Azaña, en la que se mostraba a Francia y Gran Bretaña la conveniencia de tener un fuerte aliado en el sur ante los acontecimientos que se precipitaban en Europa tras la amenaza dirigida contra Checoslovaquia por Hitler.

La desfavorable situación bélica y estratégica de la República, que desde el 15 de abril había quedado cortada en dos zonas, causó que Francia y Gran Bretaña no mostrasen entusiasmo por la propuesta de Negrín, e inclusive la prensa de la URSS, bajo control gubernamental, admitía seriamente la posibilidad que Franco triunfase en España.

El Gobierno de la República comunicó oficialmente a la Sociedad de Naciones y al Comité de No Intervención su firme compromiso en la retirada de las Brigadas Internacionales el 21 de septiembre, cuando ya se había estancado mucho el avance de las tropas republicanas en la Batalla del Ebro.

Para esta fecha se había dificultado en gran medida el reclutamiento de soldados extranjeros para las Brigadas Internacionales, debido a los intermitentes cierres de la frontera realizados por Francia; las pugnas internas entre el PCE y el POUM habían desalentado el reclutamiento de extranjeros en las Brigadas, ya que preferían luchar en otras unidades del Ejército Popular de la República, y pese a su gran experiencia en combate las Brigadas empezaban a ver reducido su número tras la derrota en Aragón. Sumaban menos de 10.000 hombres en toda España al empezar la Batalla del Ebro.

La propuesta llegó al bando nacional, si bien el general Franco comunicó "oficiosamente" que era tarde ya para cualquier acuerdo, en tanto las tropas rebeldes contaban con una situación militar mucho más ventajosa.

De todas formas, el Gobierno de la República consumó el proceso de desmovilización esperando que la buena voluntad sirviera para que las potencias europeas presionaran a Franco. Mientras la URSS estudiaba la posibilidad de que numerosos militantes comunistas integrados en las Brigadas abandonaran España, al alejarse las posibilidades de un triunfo republicano.

Despedida de las Brigadas Internacionales en Barcelona.
El 23 de septiembre de 1938 los brigadistas vivieron su último día de combate, pero no sería hasta el 27 de octubre que los internacionales del Ejército del Centro y de Levante, 1.500 hombres, serían reagrupados en Valencia. Al día siguiente ocurrió igual con los brigadistas de Cataluña, que fueron reunidos en Barcelona.

El ejército les brindó un gran homenaje bajo el lema ‘Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino!’. El mayor de los homenajes que se les rindió fue el desfile celebrado en Barcelona el 28 de octubre. Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos a las Brigadas Internacionales. Ante Companys, Azaña, Negrín, Vicente Rojo y más de 300.000 personas, los internacionales desfilaron por la Avenida 14 de abril (actual Avenida Diagonal), en un ambiente altamente emotivo, con un histórico discurso de Dolores Ibárruri. Hubo actos similares de homenaje en Valencia y Madrid.

La mayoría de los menos de diez mil brigadistas supervivientes a la guerra trataron de volver a sus países. Muchos de ellos no tendrían problemas, entre ellos los franceses, británicos y norteamericanos, pero otros muchos se vieron con situaciones complejas. Formalmente eran expulsados de España pero, o serían detenidos en sus países al regreso debido que en ellos gobernaban el fascismo y el nazismo, o bien se arriesgaban a la cárcel porque habían salido sin autorización para servir en un ejército extranjero.

Algunos brigadistas que no tenían un país al cual volver con seguridad se refugiaron en casas particulares en Cataluña y otros pasaron la frontera de los Pirineos solo para quedarse clandestinamente en Francia. La URSS acogió a algunos brigadistas, pero éstos eran casi exclusivamente líderes comunistas de importancia.

Tras la salida de las Brigadas internacionales, y con el regreso a sus países de origen, sus miembros fueron acogidos de forma distinta. En un principio muchos fueron tachados de simples mercenarios, mientras otros fueron condecorados en su propia tierra.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial evidenció el papel que habían tenido estos combatientes en España al ser los primeros soldados de sus respectivos países que habían luchado contra el expansionismo fascista de Alemania e Italia.

El 26 de enero de 1996, el Congreso de los Diputados español concedió la nacionalidad española a los brigadistas si renunciaban a su nacionalidad propia, cumpliendo así la promesa realizada por Juan Negrín cuando estos abandonaron España 57 años antes. La mayoría de los veteranos optó por no renunciar.

Años después, la Ley de la Memoria Histórica reconoció a los brigadistas la nacionalidad española por naturalización, sin tener que renunciar a la suya propia. En junio de 2009, la embajada española en Londres entregó a varios brigadistas sus pasaportes españoles


sábado, 9 de mayo de 2020

Las Brigadas Internacionales (II)

En la entrega anterior se explicaba que las Brigadas Internacionales fueron unas unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países que participaron en la guerra civil española junto al ejército democrático de la II República.

Más de 10.000 integrantes de las Brigadas dieron su vida en la defensa de la República.
En algunos de los casos algunos extranjeros lucharían integrándose en unidades del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) o de otras organizaciones de izquierdas disidentes de la Internacional Comunista (Komintern). Relacionado con esta cuestión, y tras los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, el gobierno republicano ordenó el 19 de junio de 1937, por un decreto puesto en marcha por Vicente Rojo, jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República, siguiendo órdenes de Indalecio Prieto, ministro de Defensa, "que todos los extranjeros que prestan servicio al ejército, quedaban encuadrados en las Brigadas Internacionales". Aunque esta orden no fue cumplida por muchos soldados extranjeros, que lucharon hasta el final de la guerra en unidades ajenas a las de los brigadistas.

La idea original de la creación de las Brigadas Internacionales se presentó en Moscú en septiembre de 1936, donde la Komintern trataba de captar voluntarios comunistas y no comunistas para participar en apoyo de los republicanos españoles en la guerra.

El Gobierno de la República no se decidió al principio por aceptar la propuesta. La opinión cambiaría en octubre de ese mismo año, cuando los primeros combates y el avance de los sublevados hacia Madrid evidenciaron la crítica situación militar de la República.

La sede internacional de reclutamiento se estableció en París bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista francés. Desde el gobierno republicano se tramitaba la documentación necesaria para el recluta, se hacían llegar estos documentos a París, y desde allí se embarcaba a los voluntarios que, desde toda Europa, llegaban vía ferrocarril a Barcelona. Posteriormente, el gobierno republicano los remitía a Albacete, donde la Komintern había establecido el cuartel general de las Brigadas, así como su centro de entrenamiento.

El 23 de octubre, Francisco Largo Caballero crea la División Orgánica de Albacete con un comité de organización encargado de asistir de manera centralizada a los voluntarios que llegaban del extranjero. El líder comunista francés André Marty, secretario general de la Tercera Internacional y hombre, al parecer, de la plena confianza de Stalin, sería nombrado Jefe de la base de Albacete.

Las movilizaciones para reclutar a los integrantes de las Brigadas Internacionales se extendieron por toda Europa y luego por Estados Unidos, pero en países como Alemania e Italia se identificaron como el primer paso para combatir en el campo de batalla al fascismo y al nazismo, que ya había establecido dictaduras en ambos estados. Los primeros brigadistas llegaron a Albacete el 14 de octubre de 1936.

Las primeras Brigadas (la XI, XII y XIII) estaban compuestas mayoritariamente por franceses, belgas, italianos y alemanes voluntarios. Dentro de cada brigada se constituyeron batallones, generalmente de miembros de la misma nacionalidad para facilitar las comunicaciones entre los integrantes.

Hubo brigadistas de más de 50 países del mundo. El país que más voluntarios aportó fue Francia, con más de 10.000. El segundo contingente más importante era el de alemanes y austriacos con unos 5.000, en su mayoría exiliados en París y Bruselas.
También destacaron los contingentes de Italia (4.000), los 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses y un millar de latinoamericanos. También se enrolaron en menores cantidades voluntarios de países como México, Abisinia, Polonia, Albania, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suecia, Suiza, Holanda, Cuba o hasta Rumania.

Un importante número de brigadistas fue de origen judío, colectivo que mayoritariamente entendió la lucha contra el franquismo en el contexto de la lucha contra el ascenso del antisemitismo que se estaba dando en Europa. Según distintas estimaciones, hasta 8.000 de estos voluntarios, un 15 por ciento del total de brigadistas internacionales, lucharon por el bando republicano.

En general, estos voluntarios habían sido previamente militantes comunistas y anarquistas, con poca o nula conciencia hebrea, pero también se dieron casos de unidades específicamente judías, como la Unidad judía Botwin. La participación judía en las brigadas internacionales fue silenciada sistemáticamente.

Los brigadistas procedían de muy diferentes estratos sociales, desde intelectuales a trabajadores manuales, pasando por militares retirados o soldados veteranos. Hubo en sus filas una gran variedad de procedencias: sindicalistas, mineros de Europa Central, estibadores y cargadores de los principales puertos europeos, ex-combatientes de la Primera Guerra mundial, médicos, afroamericanos y orientales naturales de suburbios neoyorkinos, también entre los estadounidenses había un numeroso grupo de universitarios procedentes de las zonas de concentración industrial, algunos escritores, artistas, políticos y muchos militares desempleados de la Europa del Este.

La procedencia tanto geográfica como social y profesional era de una heterogeneidad impresionante. El importante número de intelectuales, médicos, artistas y científicos que integraban las brigadas, hizo que en muchas ocasiones se les haya definido como “la unidad militar más intelectual de la historia”.

En este apartado que hubo varios escritores, como Ernest Hemingway y George Orwell, que aunque sí participaron en la guerra y escribieron algunas obras que se han hecho muy populares, como por ejemplo, Por quién doblan las campanas o Homenaje a Cataluña, no se encuadraron como combatientes dentro de las Brigadas Internacionales.

La filiación política mayoritaria era la comunista, ya que casi todos los brigadistas habían sido invariablemente reclutados por los partidos comunistas de diferentes naciones, aunque unos pocos acudieron a España para enrolarse directamente sin adherirse previamente a un partido político.

Sin embargo, la militancia política variaba según el país de origen; por ejemplo, entre los brigadistas norteamericanos los efectivamente marxistas (socialistas, comunistas o anarquistas) no llegaban ni a la mitad, mientras que en el contingente alemán los soldados de filiación comunista estaban en torno al 80 por ciento siendo de igual proporción la presencia comunista en unidades francesas o italianas. Mientras tanto, los batallones británicos y de Europa Oriental mostraban presencia mayoritaria de obreros sindicalizados, con una minoría de militantes de algún partido. La filiación de los brigadistas no comunistas era muy variada también: iba desde el socialismo hasta el anarquismo, pasando por todas las formas del progresismo antifascista.

Fueron muchos los brigadistas que posteriormente acabarían convirtiéndose en personajes de notable importancia histórica. Se podrían citar los nombres del alemán Willy Brandt, que sería alcalde de Berlín y luego canciller de Alemania, el intelectual holandés Jef Last, el militar húngaro Kleber, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, el general polaco Walter y otros muchos alemanes que llegarían a ocupar importantes cargos en la RDA.


sábado, 2 de mayo de 2020

Las Brigadas Internacionales (I)

Las Brigadas Internacionales fueron unas unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países que participaron en la guerra civil española junto al ejército democrático de la II República, enfrentándose a los sublevados dirigidos por el general Franco, que recibió ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista.

Componentes de las Brigadas Internacionales.
Según estudios realizados en Estados Unidos por la Brigada Lincoln y por el historiador Andreu Castell, llegaron a participar un total 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron más de 15.000. La nacionalidad más numerosa fue siempre la francesa, con una cifra cercana a los 10.000 hombres, buena parte de ellos de la zona de París. La mayoría no eran soldados, sino trabajadores reclutados voluntariamente por los partidos comunistas o veteranos de la Primera Guerra Mundial.

Su base se encontraba en el aeródromo de Los Llanos (Albacete). Las Brigadas participaron en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel y Aragón, entre otras , siendo retiradas a partir del 23 de septiembre de 1938, con el objetivo de modificar la posición ante la intervención extranjera del Comité de No intervención.

Las Brigadas Internacionales no fueron, al contrario de lo que se suele creer, ni los primeros ni los únicos voluntarios extranjeros que acudieron a luchar en España en favor de la República. Ya antes de su formación había en la península un número, aunque no muy alto, de soldados extranjeros, que desde prácticamente el día de la sublevación de los nacionales estaban participando en la contienda. Algunos de ellos ya residían en España antes del golpe del 18 de julio y procedían mayoritariamente de países con gobiernos fascistas, de donde se habían visto obligados a exiliarse por su militancia progresista, socialista, comunista o anarquista.

Por esta razón, los dos principales países de origen de estos primeros voluntarios extranjeros fueron Alemania e Italia. De este primer grupo de combatientes extranjeros que ya vivían en España al estallar la guerra, se encontraban, como dos de los más conocidos, el novelista André Malraux y el socialista italiano Fernando De Rosa Lenccini.

También hubo otro grupo de extranjeros que a partir del 18 de julio fue llegando a España por sus propios medios y se incorporó al frente. Pero si es difícil dar cifras sobre los soldados que conformaron las Brigadas Internacionales, mucho más aún, por la inexistencia de documentos oficiales, lo es cifrar a los extranjeros que llegaron antes de octubre de 1936.

En tercer lugar, es destacable la incorporación a las filas del bando republicano de los participantes en las olimpiadas populares. Esta competición, organizada por grupos políticos de izquierda, se estaba celebrando en Barcelona en el verano de 1936 como contrapartida a las olimpiadas oficiales que se disputaban en Berlín bajo el gobierno de Adolf Hitler.

En ella tomaban parte deportistas de diversos países del mundo. Muchos de estos atletas se sumaron a las luchas callejeras de Barcelona, participaron en el levantamiento de barricadas y en la ocupación del Hotel Colón. La mayoría de los participantes, cuyo número oscilaba entre 174 y 300, regresó a sus respectivos países el día 24 de ese mismo mes de julio, tras haber sido protagonistas durante la primera semana de la guerra.

Las unidades formadas por estos primeros voluntarios extranjeros, se bautizaron con nombres de militares progresistas del siglo anterior, como Walery Wroblewski, muerto en la Comuna de París, o de figuras políticas de mucho prestigio, como el socialista inglés Tom Mann.

Muchos de los soldados que conformaban estas unidades voluntarias espontáneas se integraron luego en las Brigadas Internacionales, pero otros muchos, por diversas circunstancias, permanecieron al margen de ellas y combatieron en otras unidades del Ejército Popular de la República.

Numerosos extranjeros no se integraron en las brigadas debido, principalmente, a discrepancias políticas ya que las brigadas empezaron siendo organizadas y promovidas por el Partido Comunista Francés, lo que motivó que militantes socialistas, anarquistas, o marxistas ajenos al comunismo, prefiereran enrolarse en otras unidades.