Mastodon Clave Menor: Las Brigadas Internacionales (y III)

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sábado, 16 de mayo de 2020

Las Brigadas Internacionales (y III)

En la primera entrega se abordó el orígen de las Brigadas Internacionales, en la segunda la procedencia de sus integrantes, y en esta tercera y última entrega se trata de sus acciones militares y de su disolución

El comité organizador de las Brigadas Internacionales se vio superado ante la llegada de tantos voluntarios y pronto se transformó en un comité militar dirigido por el comandante Vidal y André Marty, que se convertiría en el jefe de la base y de las Brigadas.

Albacete fue la sede de las Brigadas Internacionales.
El encuadramiento en los distintos grupos se efectuó en función de del idioma y del origen. Los jefes en un principio fueron elegidos por los propios voluntarios, pero más tarde la elección pasó a hacerse en función de las necesidades. Al lado de cada jefe militar había un comisario político, cuyas tareas principales eran de carácter político.

Se formaron siete brigadas. Cada brigada se dividía a su vez en tres batallones (salvo en algunos casos en los que había cuatro) que en un principio rondaban los 650 hombres cada uno. Estos batallones recibían nombres con un claro contenido político, como Garibaldi o Commune de Paris.

Durante 1938 se suceden los intentos para poner fin a la guerra civil desde los organismos internacionales, como la Sociedad de Naciones, ante el evidente fracaso del Comité de No Intervención para detener el conflicto.

Tras la grave derrota sufrida en abril en el Frente de Aragón, la República era consciente de su debilidad, y Juan Negrín juega la baza de apostar por un proceso de pacificación, proponiendo, con ocasión del 1 de mayo de 1938, un posible acuerdo basado en trece puntos ante la opinión pública internacional, entre los que se incluía la retirada de todas las fuerzas compuestas por extranjeros que estuvieran presentes en el conflicto español.

A esto se unía a una intensa labor diplomática, encabezada por Manuel Azaña, en la que se mostraba a Francia y Gran Bretaña la conveniencia de tener un fuerte aliado en el sur ante los acontecimientos que se precipitaban en Europa tras la amenaza dirigida contra Checoslovaquia por Hitler.

La desfavorable situación bélica y estratégica de la República, que desde el 15 de abril había quedado cortada en dos zonas, causó que Francia y Gran Bretaña no mostrasen entusiasmo por la propuesta de Negrín, e inclusive la prensa de la URSS, bajo control gubernamental, admitía seriamente la posibilidad que Franco triunfase en España.

El Gobierno de la República comunicó oficialmente a la Sociedad de Naciones y al Comité de No Intervención su firme compromiso en la retirada de las Brigadas Internacionales el 21 de septiembre, cuando ya se había estancado mucho el avance de las tropas republicanas en la Batalla del Ebro.

Para esta fecha se había dificultado en gran medida el reclutamiento de soldados extranjeros para las Brigadas Internacionales, debido a los intermitentes cierres de la frontera realizados por Francia; las pugnas internas entre el PCE y el POUM habían desalentado el reclutamiento de extranjeros en las Brigadas, ya que preferían luchar en otras unidades del Ejército Popular de la República, y pese a su gran experiencia en combate las Brigadas empezaban a ver reducido su número tras la derrota en Aragón. Sumaban menos de 10.000 hombres en toda España al empezar la Batalla del Ebro.

La propuesta llegó al bando nacional, si bien el general Franco comunicó "oficiosamente" que era tarde ya para cualquier acuerdo, en tanto las tropas rebeldes contaban con una situación militar mucho más ventajosa.

De todas formas, el Gobierno de la República consumó el proceso de desmovilización esperando que la buena voluntad sirviera para que las potencias europeas presionaran a Franco. Mientras la URSS estudiaba la posibilidad de que numerosos militantes comunistas integrados en las Brigadas abandonaran España, al alejarse las posibilidades de un triunfo republicano.

Despedida de las Brigadas Internacionales en Barcelona.
El 23 de septiembre de 1938 los brigadistas vivieron su último día de combate, pero no sería hasta el 27 de octubre que los internacionales del Ejército del Centro y de Levante, 1.500 hombres, serían reagrupados en Valencia. Al día siguiente ocurrió igual con los brigadistas de Cataluña, que fueron reunidos en Barcelona.

El ejército les brindó un gran homenaje bajo el lema ‘Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino!’. El mayor de los homenajes que se les rindió fue el desfile celebrado en Barcelona el 28 de octubre. Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos a las Brigadas Internacionales. Ante Companys, Azaña, Negrín, Vicente Rojo y más de 300.000 personas, los internacionales desfilaron por la Avenida 14 de abril (actual Avenida Diagonal), en un ambiente altamente emotivo, con un histórico discurso de Dolores Ibárruri. Hubo actos similares de homenaje en Valencia y Madrid.

La mayoría de los menos de diez mil brigadistas supervivientes a la guerra trataron de volver a sus países. Muchos de ellos no tendrían problemas, entre ellos los franceses, británicos y norteamericanos, pero otros muchos se vieron con situaciones complejas. Formalmente eran expulsados de España pero, o serían detenidos en sus países al regreso debido que en ellos gobernaban el fascismo y el nazismo, o bien se arriesgaban a la cárcel porque habían salido sin autorización para servir en un ejército extranjero.

Algunos brigadistas que no tenían un país al cual volver con seguridad se refugiaron en casas particulares en Cataluña y otros pasaron la frontera de los Pirineos solo para quedarse clandestinamente en Francia. La URSS acogió a algunos brigadistas, pero éstos eran casi exclusivamente líderes comunistas de importancia.

Tras la salida de las Brigadas internacionales, y con el regreso a sus países de origen, sus miembros fueron acogidos de forma distinta. En un principio muchos fueron tachados de simples mercenarios, mientras otros fueron condecorados en su propia tierra.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial evidenció el papel que habían tenido estos combatientes en España al ser los primeros soldados de sus respectivos países que habían luchado contra el expansionismo fascista de Alemania e Italia.

El 26 de enero de 1996, el Congreso de los Diputados español concedió la nacionalidad española a los brigadistas si renunciaban a su nacionalidad propia, cumpliendo así la promesa realizada por Juan Negrín cuando estos abandonaron España 57 años antes. La mayoría de los veteranos optó por no renunciar.

Años después, la Ley de la Memoria Histórica reconoció a los brigadistas la nacionalidad española por naturalización, sin tener que renunciar a la suya propia. En junio de 2009, la embajada española en Londres entregó a varios brigadistas sus pasaportes españoles


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