Mastodon Clave Menor: Las Brigadas Internacionales (II)

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sábado, 9 de mayo de 2020

Las Brigadas Internacionales (II)

En la entrega anterior se explicaba que las Brigadas Internacionales fueron unas unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países que participaron en la guerra civil española junto al ejército democrático de la II República.

Más de 10.000 integrantes de las Brigadas dieron su vida en la defensa de la República.
En algunos de los casos algunos extranjeros lucharían integrándose en unidades del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) o de otras organizaciones de izquierdas disidentes de la Internacional Comunista (Komintern). Relacionado con esta cuestión, y tras los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, el gobierno republicano ordenó el 19 de junio de 1937, por un decreto puesto en marcha por Vicente Rojo, jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República, siguiendo órdenes de Indalecio Prieto, ministro de Defensa, "que todos los extranjeros que prestan servicio al ejército, quedaban encuadrados en las Brigadas Internacionales". Aunque esta orden no fue cumplida por muchos soldados extranjeros, que lucharon hasta el final de la guerra en unidades ajenas a las de los brigadistas.

La idea original de la creación de las Brigadas Internacionales se presentó en Moscú en septiembre de 1936, donde la Komintern trataba de captar voluntarios comunistas y no comunistas para participar en apoyo de los republicanos españoles en la guerra.

El Gobierno de la República no se decidió al principio por aceptar la propuesta. La opinión cambiaría en octubre de ese mismo año, cuando los primeros combates y el avance de los sublevados hacia Madrid evidenciaron la crítica situación militar de la República.

La sede internacional de reclutamiento se estableció en París bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista francés. Desde el gobierno republicano se tramitaba la documentación necesaria para el recluta, se hacían llegar estos documentos a París, y desde allí se embarcaba a los voluntarios que, desde toda Europa, llegaban vía ferrocarril a Barcelona. Posteriormente, el gobierno republicano los remitía a Albacete, donde la Komintern había establecido el cuartel general de las Brigadas, así como su centro de entrenamiento.

El 23 de octubre, Francisco Largo Caballero crea la División Orgánica de Albacete con un comité de organización encargado de asistir de manera centralizada a los voluntarios que llegaban del extranjero. El líder comunista francés André Marty, secretario general de la Tercera Internacional y hombre, al parecer, de la plena confianza de Stalin, sería nombrado Jefe de la base de Albacete.

Las movilizaciones para reclutar a los integrantes de las Brigadas Internacionales se extendieron por toda Europa y luego por Estados Unidos, pero en países como Alemania e Italia se identificaron como el primer paso para combatir en el campo de batalla al fascismo y al nazismo, que ya había establecido dictaduras en ambos estados. Los primeros brigadistas llegaron a Albacete el 14 de octubre de 1936.

Las primeras Brigadas (la XI, XII y XIII) estaban compuestas mayoritariamente por franceses, belgas, italianos y alemanes voluntarios. Dentro de cada brigada se constituyeron batallones, generalmente de miembros de la misma nacionalidad para facilitar las comunicaciones entre los integrantes.

Hubo brigadistas de más de 50 países del mundo. El país que más voluntarios aportó fue Francia, con más de 10.000. El segundo contingente más importante era el de alemanes y austriacos con unos 5.000, en su mayoría exiliados en París y Bruselas.
También destacaron los contingentes de Italia (4.000), los 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses y un millar de latinoamericanos. También se enrolaron en menores cantidades voluntarios de países como México, Abisinia, Polonia, Albania, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suecia, Suiza, Holanda, Cuba o hasta Rumania.

Un importante número de brigadistas fue de origen judío, colectivo que mayoritariamente entendió la lucha contra el franquismo en el contexto de la lucha contra el ascenso del antisemitismo que se estaba dando en Europa. Según distintas estimaciones, hasta 8.000 de estos voluntarios, un 15 por ciento del total de brigadistas internacionales, lucharon por el bando republicano.

En general, estos voluntarios habían sido previamente militantes comunistas y anarquistas, con poca o nula conciencia hebrea, pero también se dieron casos de unidades específicamente judías, como la Unidad judía Botwin. La participación judía en las brigadas internacionales fue silenciada sistemáticamente.

Los brigadistas procedían de muy diferentes estratos sociales, desde intelectuales a trabajadores manuales, pasando por militares retirados o soldados veteranos. Hubo en sus filas una gran variedad de procedencias: sindicalistas, mineros de Europa Central, estibadores y cargadores de los principales puertos europeos, ex-combatientes de la Primera Guerra mundial, médicos, afroamericanos y orientales naturales de suburbios neoyorkinos, también entre los estadounidenses había un numeroso grupo de universitarios procedentes de las zonas de concentración industrial, algunos escritores, artistas, políticos y muchos militares desempleados de la Europa del Este.

La procedencia tanto geográfica como social y profesional era de una heterogeneidad impresionante. El importante número de intelectuales, médicos, artistas y científicos que integraban las brigadas, hizo que en muchas ocasiones se les haya definido como “la unidad militar más intelectual de la historia”.

En este apartado que hubo varios escritores, como Ernest Hemingway y George Orwell, que aunque sí participaron en la guerra y escribieron algunas obras que se han hecho muy populares, como por ejemplo, Por quién doblan las campanas o Homenaje a Cataluña, no se encuadraron como combatientes dentro de las Brigadas Internacionales.

La filiación política mayoritaria era la comunista, ya que casi todos los brigadistas habían sido invariablemente reclutados por los partidos comunistas de diferentes naciones, aunque unos pocos acudieron a España para enrolarse directamente sin adherirse previamente a un partido político.

Sin embargo, la militancia política variaba según el país de origen; por ejemplo, entre los brigadistas norteamericanos los efectivamente marxistas (socialistas, comunistas o anarquistas) no llegaban ni a la mitad, mientras que en el contingente alemán los soldados de filiación comunista estaban en torno al 80 por ciento siendo de igual proporción la presencia comunista en unidades francesas o italianas. Mientras tanto, los batallones británicos y de Europa Oriental mostraban presencia mayoritaria de obreros sindicalizados, con una minoría de militantes de algún partido. La filiación de los brigadistas no comunistas era muy variada también: iba desde el socialismo hasta el anarquismo, pasando por todas las formas del progresismo antifascista.

Fueron muchos los brigadistas que posteriormente acabarían convirtiéndose en personajes de notable importancia histórica. Se podrían citar los nombres del alemán Willy Brandt, que sería alcalde de Berlín y luego canciller de Alemania, el intelectual holandés Jef Last, el militar húngaro Kleber, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, el general polaco Walter y otros muchos alemanes que llegarían a ocupar importantes cargos en la RDA.


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