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sábado, 9 de septiembre de 2023

La Fábrica de Armas de Orbaizeta

 

En el valle de Aezkoa, a 5 kilómetros de la frontera entre Navarra y Francia, en plenos Pirineos se alzan las ruinas de la Real Fábrica de Armas y Municiones de Orbaizeta. Se construyó en el siglo XVIII sobre una antigua ferrería, ya que esta se ubica cerca de unas minas hierro y rodeada de bosques cuya madera podía ser utilizada como fuente de energía en los hornos. Fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 2007.


Fábrica de Armas.


La explotación surgió cuando la existente en Eugi, también en Navarra, agotó los bosques de su entorno. Carlos III decidió entonces levantar una nueva que les proveyera de munición y armamento para las sucesivas guerras en las que tomaba parte la Corona en la época.

El objetivo de la fábrica era el abastecimiento de armas y munición al ejército. Fue cedida a la corona y su existencia fue corta, apenas un siglo, pero muy azarosa. Su proximidad a la frontera la convirtió en objeto de constantes saqueos e incendios, pero conseguía resurgir una y otra vez hasta que en el siglo XIX fue clausurada definitivamente.

De su importancia hablaba un informe de un agente secreto francés en 1835, en el que señalaba: “Situada a dos leguas del Bidasoa, cerca de la Selva de Irati, tan renombrada por la abundancia y excelencia de sus maderas de construcción, y rodeada de numerosas fábricas que fabrican el mejor hierro conocido, que se vende a muy bajo precio“.

En la actualidad, las ruinas han sido devoradas por la vegetación, y escondidas bajo un manto verde de musgo a la espera de los trabajos de recuperación. Su aire enigmático y el ser una importante muestra de la arqueología industrial del siglo XVIII le ha valido la declaración de Bien de Interés Cultural.

El antiguo complejo fabril se articulaba en tres niveles integrando la fábrica, un poblado, la iglesia, las viviendas de los obreros y un ingenioso sistema que conectaba las carboneras y los almacenes minerales con la propia boca de los hornos a través de unas plataformas aéreas.

Más de 150 trabajadores y sus familias, junto a tropas de vigilancia vivieron durante años en este frondoso y perdido rincón de la Selva de Irati. En él se llegaron a fabricar hasta 3.600 bombas anuales.

Su aislamiento, que encarecía la materia prima, los grandes gastos de mantenimiento así como los citados continuos asaltos y saqueos hicieron que el complejo cerrara sus puertas definitivamente a finales el siglo XIX.

El posterior abandono fue devastando las moles edificadas hasta convertirse en ruinas que la maleza ha ido escondiendo con el paso del tiempo. Aún hoy se distinguen los hornos y la canalización del río Legartza, pero el estado del recinto requiere de una importante restauración.

sábado, 15 de agosto de 2020

La isla de San Simón


San Simón es un diminuto archipiélago de la Ría de Vigo que cuenta con dos islas, las de San Simón y San Antón unidas por un puente, y dos islotes menores, San Bartolomé y San Norberto. Pertenece a la parroquia de Cesantes, en el municipio de Redondela, siendo uno de los cinco lugares de esta parroquia. En la actualidad se encuentra deshabitada.

Isla de San Simón.
Preside la ensenada de San Simón, en el extremo interior de la Ría de Vigo, que baña los municipios de Redondela, Sotomayor y Vilaboa. El conjunto de las dos islas mide 250 metros de ancho y 84 de largo.

A lo largo de su historia la isla fue empleada como monasterio, lazareto, cárcel y hogar para niños huérfanos.El conjunto de las dos islas está catalogado como Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico desde el 29 de julio de 1999.

San Simón ha sido escenario de gran cantidad de hazañas y penurias que la harían incluso digna de protagonizar un libro de aventuras. Allí se fraguó una de las batallas más grandes que ha visto Galicia, la batalla de Rande, dentro de la Guerra de Sucesión española, que dejó una huella profunda en este territorio.

También ha sido la cuna de antiguos literatos galaicos. Uno de los más ilustres trovadores, Mendinho, componía sus cantigas de amigo observando a San Simón, plasmando en el papel lo que esta isla le evocaba. La pérdida, la soledad y la separación entre el hombre que viaja y la mujer que espera incansablemente.

El temible pirata Sir Francis Drake vio en sus aguas un terreno perfecto para el saqueo y, acompañado de otros tantos piratas ingleses, asesinó y robó a su antojo todo lo que encontraba en la ensenada y en la isla. Los galeones de la Corona de Castilla vieron arrebatadas las riquezas obtenidas en las Indias.

La historia de Drake resume muy bien la que es también historia de San Simón, una isla que ha sido habitada y abandonada en función de intereses de propios y extraños. Durante la Edad Media, diferentes gremios de artesanos encontraron cobijo allí. Además, las órdenes religiosas veían a esta isla un gran lugar para establecerse. Pasó de ser, desde una sede de los templarios hasta una sede de los franciscanos.

Con el paso de los años San Simón fue adquiriendo nuevos usos. El lazareto que la preside se llegó a utilizar como leprosería, donde los afectados de esta enfermedad contagiosa permanecían hacinados en cuarentena. Pero también fue víctima de los movimientos políticos del momento, como cuando fue convertida en campo de concentración franquista.