Cuenca es una de las ciudades más mágicas de todo el territorio español. Destacan sus casas colgadas, su bosque o ciudad encantada y su centro histórico, pero también una leyenda relacionada con el diablo
Cuenta una leyenda que en el siglo XVIII un joven llamado Diego se aprovechaba de sus dotes seductoras para ir detrás de las doncellas para, posteriormente, dejarlas tiradas. Un día llegó a la ciudad una mujer verdaderamente preciosa. Todos se quedaban impactados a su paso. Muchos eran los jóvenes que trataron de cortejarla, pero no lo lograron.
Cruz del Diablo. |
Hasta que Diego decidió lanzarse. La joven le hizo saber que se llamaba Diana. El apuesto muchacho se burló de sus amigos, haciéndoles saber que ya conocía a la hermosa mujer de la que todo el mundo hablaba. Lo que no esperaba era que Diana iba a darle largas. Diego terminó obsesionándose con ella, ya que no había conocido a nadie similar.
A pesar de todo, lo que no sabía es que esa belleza escondía un terrible y oscuro secreto. Una mañana cualquiera, Diana no dudó en hacer llegar un mensaje de lo más concreto al apuesto mozo: “Te espero en la Puerta de las Angustias. Seré tuya en la Noche de los Difuntos”. Diego estaba verdaderamente entusiasmado, por lo que se puso sus mejores galas para esa noche.
No contaba con que iba a desatarse una enorme tormenta, donde los truenos y los relámpagos eran los protagonistas. A pesar de todo, Diego acudió a la cita y se encontró con ella, que lucía un precioso vestido. Comenzaron a besarse y, cuando el joven comenzó a levantar la falda de su enamorada, cayó un rayo de manera súbita.
Su rostro palideció al descubrir que, en lugar de una pierna, Diana tenía una pezuña y una pata de cabra. La escena era tan sumamente dantesca que Diego quedó aterrorizado. Y es que la preciosa joven era el diablo, que soltó unas carcajadas que aún retumban en el lugar de encuentro.
El joven, en ese momento, no dudó un solo segundo en aferrarse a una cruz que encontró a las puertas del santuario, la conocida como la Cruz del Diablo. El diablo no tardó en darle un zarpazo. Cuando pudo abrir los ojos, pudo ver que esa marca había quedado en la cruz. Una aventura que marcó para siempre a Diego, que decidió ingresar en el Santuario de las Angustias.
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