Durante la crisis de los misiles cubanos en el año 1962, destructores de los Estados Unidos acosaron a un submarino soviético que estuvo a punto de lanzar un torpedo nuclear. La sangre fría de un oficial evitó la III Guerra Mundial en un episodio que permaneció oculto durante años.
Comandante Arkhipov. |
El submarino soviético era un B-59, un sumergible de ataque al que la OTAN denominaba de Clase Foxtrot. El máximo responsable del buque era Vitaly Savitsky, que llevaba como segundos a bordo a Vasili Alexandrovich Arkhipov y a un oficial político. El 27 de octubre de 1962, el B-59 se encontraba escondido en el Caribe, en una misión secreta hacia Cuba, cuando fue localizado por un buque de guerra de Estados Unidos. El presidente norteamericano John F. Kennedy había declarado un bloqueo económico contra Cuba, prohibiendo todo tipo de tráfico hacia o desde la isla. Por esta razón, el buque estadounidense comenzó a detonar bombas de profundidad alrededor del submarino soviético, con el fin de obligarlo a identificarse y salir a la superficie sin ningún conocimiento de que éste cargaba armas nucleares.
Los soviéticos a bordo del B-59 llevaban días sin comunicación con Moscú a causa de una avería . El capitán Valentin Savitsky se sintió acorralado y sospechó que quizás había comenzado una guerra de la cual no se habían enterado por su incomunicación. Por esta razón, Savitsky tuvo la intención de lanzar un misil nuclear, de aproximadamente la misma potencia que la bomba de Hiroshima, contra el buque estadounidense.
El trío de oficiales al mando había zarpado de la URSS con autorización para lanzar sus torpedos nucleares si todos ellos estaban de acuerdo en hacerlo. Sin comunicación con Moscú, afortunadamente para la humanidad, el comandante Arkhípov mantuvo la calma y logró convencer a su capitán de que no estaban siendo atacados. Gracias a su prudencia y criterio el mundo se salvó de un conflicto posiblemente catastrófico.
Su historia no se hizo pública hasta 2002. En un congreso celebrado en La Habana a los 40 años de aquel episodio, el exsecretario de Defensa americano, Robert Mcnamara, basándose en documentos estadounidenses desclasificados, admitió que la guerra nuclear estuvo más cerca de lo que nadie había imaginado. Thomas S. Blanton, director desde 1992 del Archivo de Seguridad Nacional independiente y no gubernamental de la Universidad George Washington, aclaró a que se refería a un un tipo llamado Vasili Arkhipov que había muerto tres años antes.
Después de la crisis de los misiles de Cuba, Arkhipov continuó en la armada soviética. Fue ascendido a contralmirante en 1975 y se convirtió en jefe de la Academia naval Kírov. Fue ascendido a vicealmirante en 1981 y se retiró a mediados de los años 80. Posteriormente se asentó en Zheleznodorozhny, en el Óblast de Moscú, donde murió en 1998.
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