General Sanjurjo. |
En la introducción de otro trabajo de
investigación, en este caso solo del profesor José Beneroso Santos,
titulado “Franco y Sanjurjo en Gibraltar.
¿Connivencia o desencuentro”, su autor describe el ambiente en esos días en
Gibraltar que es el de una ciudad fuertemente militarizada. La noticia
de la presencia del general español en la ciudad, aparentemente, apenas había
trascendido a la opinión pública, pero lo cierto es que existe cierta agitación
social, con diversas reuniones donde se alcanzan acuerdos y movimientos
financieros importantes de gran trascendencia en el futuro.
Entre ellos se encuentran elementos
monárquicos españoles, o sus descendientes, residentes en Gibraltar,
muchos de ellos aristócratas, integrados en la alta sociedad gibraltareña y en
las oligarquías financieras, aunque también aparecen simples refugiados
políticos antirrepublicanos muy vinculados a entidades como el Royal Calpe
Hunt y el Calpe Rowing Club que mantienen reuniones, la mayoría
confidenciales, en las propias dependencias de estas sociedades.
Tampoco la masonería gibraltareña se mantiene
ajena a los sucesos que se vienen sucediendo y celebran varias tenidas en las
que los debates políticos están presentes. En particular en los templos de
logias de obediencia española.
En esas fechas se encuentra en Gibraltar
sir William Fisher, comandante en jefe de la Flota del Mediterráneo,
almirante desde 1932, quien se había desplazado para entrevistarse con el
gobernador, el general Harington, y garantizar que la pista de
aterrizaje mantuviese un uso exclusivamente militar, a lo que éste se resistía.
La reunión, con la presencia del general Franco,
se produce con toda probabilidad en el Rock Hotel. Allí acuden numerosas
personalidades civiles y militares británicas. Parte de los asistentes al
citado encuentro está confirmada, pero resta por comprobar la participación de
algunos otros.
Rock Hotel. |
Están presentes el gobernador Harington,
Alex Beattie, secretario colonial y el capitán del puerto, Arthur
Steele. Es probable que también estuvieran el propio almirante Fisher,
así como Lionel Imossi, presidente de la Cámara de Comercio y George
Gaggero, propietario y presidente de MH Bland & CO Ltd, que
tenía los únicos hidroaviones que existían en la zona, en uno de los cuales
podría haber llegado Franco a Ceuta al día siguiente.
Otros empresarios locales como Russo y
Alberto Isola también pudieron haber estado en la reunión, así como
representantes de importantes familias españolas muy presentes en Gibraltar,
como los Larios, los Ibarra y los Domecq. Si no hubieran
estado presentes, al menos estaban al corriente de la visita, así como un grupo
de empresarios judíos gibraltareños entre los que pudieran estar David
Benaim, Benholta y Jacob Bentotila, con importantes intereses
económicos en Tánger.
La mayoría de ellos muy vinculados a Juan
March, el afamado empresario balear que acabó financiando el golpe de Estado
de 1936. No está confirmada la asistencia del propio Juan March, un
hombre muy vinculado a Gibraltar, pero seguro que tenía constancia del
encuentro. El profesor Salustiano del Campo especula incluso con la
posible presencia allí de Winston Churchill.
Franco llega a la
reunión acompañado por Luis Martín-Pinillos, su hombre de confianza en
la zona, donde había construido una extensa red de contactos, tanto en Algeciras
como en la Roca, desde que había estado al mando del Regimiento de
Pavía en 1932 cuando acudió a combatir a los sublevados con Sanjurjo
en Cádiz.
Con ellos acude Ricardo Goizueta,
director de Tarik Petroleum, afincado en Gibraltar desde 1934,
amigo de los Larios y muy cercano al círculo del general. Es un hombre
que fue clave ya que garantizó el suministro de carburante para los
insurrectos.
La realidad es que nadie conoce en concreto
el contenido de esa reunión, pero cuando terminó esa y las posteriores que
tuvieron como escenario las sedes del Royal Calpe Hunt y de la Calpe
Rowing Club, le siguieron otras en días posteriores entre empresarios
españoles y gibraltareños.
Ese mismo día comienzan unas maniobras de la Royal
Navy en el Estrecho, con la presencia de altos mandos británicos, y
al día siguiente Franco llega por aire a Ceuta, cuando ya el mal
tiempo había cesado. El general viaja en uno de los hidroaviones de Gaggero,
como ya se ha apuntado.
Curiosamente, pocos días más tarde llega a Gibraltar
el general Sanjurjo, que se centró en buscar el apoyo de los masones del
Peñón. Daba la impresión de querer quitar protagonismo a Franco,
con el que se disputaba el liderazgo del golpe de Estado. Pero el
proyecto de alzamiento nacional había experimentado ya, según los expertos, un
giro importante.
El profesor Salustiano del Campo
entiende que para Franco, convertido ya en la mejor opción para frenar
"el peligro comunista" que tanto temían los británicos, es fundamental
el apoyo logístico de las fuerzas vivas gibraltareñas, ya que la clave del
éxito estaba en el ejército de África. La tesis de Del Campo,
mantenida en varias conferencias y escritos, es que se produce un cambio hacia
lo militar y un alejamiento de los que abogaban por el regreso de la monarquía
porque ese era el modo de frenar la sombra del marxismo.
El respaldo de Juan March y sus
empresarios fue clave para que surgiera la figura de un hombre sin convicciones
políticas demasiado definidas, pero que necesitaba de la "connivencia
británica" para controlar el Estrecho. En Reino Unido no se
tenía en buena consideración a la Segunda República Española y un
militar que quería acabar con ella era visto con buenos ojos, por cuanto
evitaría que se lesionaran los intereses británicos en España.
Basándose en las investigaciones de Julio
Ponce Alberca (“Gibraltar y la Guerra Civil española. Una neutralidad
singular”), Salustiano del Campo concluye que la iniciativa
británica de crear un comité de No Intervención, en principio para que
la guerra no atravesase las fronteras españolas, solo sirvió para aislar más a España.
Durante la guerra civil Luciano López
Ferrer ejerció de representante de Franco en Gibraltar y su
labor fue más provechosa que la del bando republicano. Los británicos prestaron
a los sublevados carbón, estaño y manufacturas. Desde la Roca se violó
la No Intervención sistemáticamente.
La cuestión de la reclamación de la soberanía
del Peñón quedó entonces en algo que subyacía pero que no salía a flote.
Franco tenía demasiados intereses y muy poca fuerza en el escenario
internacional como para plantearlo en ese momento.
Próximo capítulo: Nobleza y
burguesía contra la República (y III)
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