La segunda guerra
carlista, más que una guerra civil, fue una insurrección durante la llamada
Década moderada, pues los carlistas
seguían siendo la menor fuerza opositora al liberalismo. Se centró en la zona
de Granada, un municipio enclavado
en la comarca del Alto Penedés, en la
provincia de Barcelona, «guerra dels matiners», y fue fácilmente
sofocada.
La reina Isabel II y su marido Francisco de Asís. |
Su origen, al menos teórico, fue el fracaso de los intentos
de casar a Isabel II con el
pretendiente carlista, Carlos Luis de
Borbón, objetivo de distintos sectores moderados partidarios de Isabel.
Sin embargo, Isabel II terminó casándose con su
primo Francisco de Asís de Borbón.
La segunda guerra carlista (1846-1849) comenzó con la inestabilidad política
del Estado y la falta de solución a
los numerosos conflictos políticos, económicos y sociales. Las transformaciones
de los últimos años (la movilidad de las tropas favorecida por las nuevas vías
de comunicación, la eficacia de las armas, etc.) la distinguirán de la guerra
anterior.
El temor que produjo en la corte tras la Revolución de 1854, la llamada Vicalvarada, llevó a intentar nuevas negociaciones para la
reconciliación de las dos ramas de la familia real, a fin de oponerse juntos a
los revolucionarios, enemigo común de ambas ramas de la dinastía. El fracaso
del proyecto resultó en el levantamiento carlista
de 1855.
Al igual que en la segunda guerra carlista, el levantamiento tuvo más importancia en Cataluña, en la que entraron Marsal, Borges, Rafael Tristany,
Estartús y otros emigrados, levantándose
partidas numerosas, como las de Boquica,
Comas y Juvany. Marsal fue
investido del cargo de comandante general interino y Tristany, a quien acompañaban sus hermanos, del de comandante
general de la provincia de Barcelona.
El primero cayó herido y prisionero en Orriols,
siendo fusilado en Gerona el 8 de
noviembre de 1855. Tristany, al
frente de unos 200 hombres, logró sostenerse un año, teniendo que volver a
emigrar.
Luego llegó un tercer alzamiento carlista el día 1 de abril
de 1860, cuando el general Jaime Ortega
y Olleta, capitán general de Baleares,
realizó un pronunciamiento a favor de Carlos
Luis de Borbón, con el que pretendía destronar a la reina Isabel II, mediante el envío de una
expedición militar a la península, cerca de la población de San Carlos de la Rápita (Tarragona). Fracasó debido a la
negativa de sus propios oficiales a secundarlo.
Infante Carlos María Isidro. |
Estos hechos fueron seguidos todavía de otro intento de
alzamiento en 1869, tras el destronamiento de Isabel II y el paso de numerosos militares isabelinos a las filas carlistas.
Estos intentaron un alzamiento mal organizado que fracasó, y en el que se
destacó en la provincia de León la
partida de Pedro Balanzátegui, que sería
fusilado.
Ya en el denominado Sexenio
Democrático, beneficiados por la libertad ideológica para los partidos
antidinásticos que trajo la revolución de 1868 y la adhesión de la mayoría de
los llamados neocatólicos a Don Carlos,
el carlismo había revivido como
fuerza política.
En las Cortes de
1869, obtuvo una veintena de diputados y en las posteriores legislativas sus
resultados fueron aún mejores. Pero la llegada de Amadeo de Saboya provocó la insurrección armada de una parte de los
carlistas, mientras que otra facción
constituyó una pequeña fuerza política opuesta a la nueva monarquía y con
posiciones enormemente conservadoras. La subida al trono español de la casa de Saboya terminaría por imponer la opción
armada.
Comienza la tercera guerra
carlista, una guerra civil desarrollada en España entre 1872 y 1876, entre los partidarios de Carlos María de Borbón, duque de Madrid, pretendiente carlista al trono,
y los gobiernos de Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII.
La restauración borbónica en la figura de Alfonso XII marcaría el declive carlista en la guerra. El conflicto
acabará en 1876 con la definitiva derrota militar del carlismo, durante los
primeros años del reinado de Alfonso XII.
Los generales Martínez Campos y Fernando Primo de Rivera derrotaron a
los carlistas en Cataluña, Navarra, País Vasco y el resto de España.
El 28 de febrero de 1876 finalizan las guerras carlistas. Don Carlos cruzaba la frontera al grito de “Volveré”. Su liderazgo había sentado las bases del carlismo
político, que tras la derrota sufriría divisiones internas. En 1888 el sector
más intransigente del carlismo,
partidario de la unidad católica de España
con sanción coercitiva, se separaría de Don Carlos, creando el llamado Partido
Integrista.
Todavía en el año
1900 hubo un intento de insurrección armada originado en Badalona, y que se extendió a otras localidades de España, aunque fracasó rápidamente.
Próximo capítulo:
La cuestión foral.
Me ha gustado mucho este II ccapitulo de las guerras carlistas.
ResponderEliminarMe gustaría que profundizaras en el sexenio democrático y el destronamiento de isabel II.
Me parece una parte muy interesante de nuestra historia que llevará a la perdida de las ultimas colonias españolas
Muy buen articulo. Saludos
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