Mastodon Clave Menor: La cuestión foral

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sábado, 9 de febrero de 2019

La cuestión foral


En los capítulos anteriores se abordó la cuestión de las llamadas guerras carlistas, unos hechos que explican parte de los conflictos políticos existentes en la España contemporánea. Ahora se aborda la llamada cuestión foral, también motivo de debate en la actualidad.

El tema foral tuvo mucha fuerza en el periodo de las guerras carlistas, ya que los fueros habían permitido que el carlismo triunfase en las provincias vascas y Navarra, donde los Voluntarios Realistas no pudieron ser purgados del Ejército como en el resto de España, y cobraron significación política especialmente durante la Tercera Guerra Carlista, cuando el pretendiente al trono Carlos María de Borbón restauró los fueros de Cataluña. La llegada de los borbones y el triunfo de Felipe V habían supuesto la supresión de los fueros de la corona de Aragón, aunque permanecían los vascos y navarros.

Infante Carlos María Isidro de Borbón.
El sistema foral vasco-navarro otorgaba ciertos privilegios. En el ámbito económico, por ejemplo, las aduanas interiores permitían la libre importación de productos, y, en lo político, el pase foral conseguía o negaba validez a las disposiciones reales, limitando la autoridad del rey.
 Tras la Primera Guerra Carlista el gobierno liberal no suprimió totalmente los fueros del País Vasco y Navarra, ya que el convenio de Vergara obligaba al estado liberal a respetarlos siempre que no entraran en conflicto con el nuevo orden constitucional. Serían finalmente suprimidos tras la Tercera Guerra Carlista, obteniendo a cambio en 1878 las provincias vasco-navarras el llamado Concierto Económico.

No obstante, en 1845 Juan Antonio de Zaratiegui, ayudante y secretario del general Zumalacárregui, dejó escrito que era un error afirmar que los navarros habían tomado las armas en la primera guerra carlista para defender sus fueros, ya que en 1833 estaban plenamente vigentes. En su obra «Vida y hechos de don Tomás de Zumalacárregui» Zaratiegui afirmaba poder demostrar que el alzamiento en Navarra no tuvo otro objeto que la defensa de los derechos a la corona de España del infante Carlos María Isidro y protestaba contra los que sostuviesen lo contrario.

De acuerdo con el escritor fuerista José María Angulo y de la Hormaza, en el País Vasco y Navarra fue precisamente el deseo de conservar los fueros lo que propició el fin de la primera guerra carlista. El escribano José Antonio Muñagorri popularizó para ello, con la cooperación del gobierno, el lema de «Paz Y Fueros», que facilitaría la conclusión del conflicto mediante el Convenio de Vergara firmado por el general Maroto (considerado como el gran traidor de la causa carlista).

Los fueros tampoco fueron, de hecho, la causa de que en el País Vasco y Navarra triunfase el alzamiento carlista por segunda vez en 1872, sino los desórdenes y el anticlericalismo del Sexenio Democrático. Según Angulo y de la Hormaza, el deseo de conservar los fueros habría sido incluso un impedimento para ir a la guerra, hasta el punto que, al producirse el levantamiento, en una reunión en Zumárraga los representantes forales vascongados llegaron a exclamar: ¡Salvemos la Religión aunque perezcan los Fueros!

Según el liberal Fidel de Sagarminaga, vincular los fueros al carlismo era un error, ya que había sido la cuestión religiosa, y no los fueros, lo que habían producido este movimiento en la región vasco-navarra, donde a diferencia de otras regiones españoles, no había habido insurrecciones carlistas entre 1839 y 1868, durante todo el reinado de Isabel II.

Próximo capítulo: Mata Hari, la espía




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