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sábado, 19 de diciembre de 2020

Una historia navideña

 

La adoración de los pastores, de Murillo.

La Navidad, palabra derivada del latín nativitas o nacimiento, es una de las principales fiestas cristianas que marca el nacimiento de Jesús de Nazareth. Se cree que en la Edad Media los dirigentes de la Iglesia cristiana, inspirados en los evangelios de San Mateo y San Lucas, fijaron la fecha de la Navidad con el fin de sus fieles se alejaran de las celebraciones paganas, en este caso, vinculadas al solsticio de invierno.


El origen del belén, nacimiento o pesebre, como se le denomina a la escena del nacimiento de Jesús, es un tema polémico entre los historiadores ya que no hay acuerdo en torno a la fecha de origen exacto de esta costumbre de raíces italianas. Sin embargo, las fuentes más fiables, aseguran que surgió entre el siglo XIV y XV y que tuvo que ver con una serie de representaciones teatrales que se iniciaron en la Edad Media. Posteriormente estas representaciones que se hacían en las iglesias se fueron sustituyendo por imágenes estáticas.


En cuanto a la imagen del nacimiento, en principio se representaba sólo a la Virgen, a San José y al Niño. Posteriormente se añadieron los pastores y los Reyes Magos, hasta llegar a las escenas de mercado y de posadas que surgen entre el siglo XVIII y XIX. Es precisamente en el siglo XVIII cuando el pesebre alcanza su auge derivado de la tradición de Nápoles, pues es allí donde el belén se convierte en un verdadero arte, ya que los mejores escultores del momento participaban en su elaboración.


De otro lado, la tradición del árbol de Navidad tiene raíces germánicas pero son diversos los orígenes que se le atribuyen. Algunos historiadores ubican el surgimiento del árbol de Navidad entre los años 680 y el 754, cuando San Bonifacio cortó un árbol que simbolizaba el denominado árbol del Universo, sagrado por los paganos, y en su lugar plantó un abeto que adornó con manzanas y velas como símbolo del amor de Dios.


Entre las diferentes versiones, otros apuntan a que fue en el siglo XVI cuando los cristianos en Alemania comenzaron a decorar árboles con luces en sus casas y que el reformador Martín Lutero fue el primero en poner en su hogar un árbol de Navidad.


El árbol de Navidad, como se conoce en la actualidad, llegó primero a Finlandia a principios del siglo XIX. En Inglaterra en la década de 1840, el castillo de Windsor exhibió el primer árbol navideño. Distintos datos apuntan a que en 1870 se inició esta costumbre también en España.


Tras su popularización en Europa y Estados Unidos, el árbol pasó a ser utilizado en América Latina, donde, tanto el árbol de Navidad como San Nicolás son elementos relativamente recientes que surgieron a mediados del siglo XIX y que se han arraigado con más fuerza en los países en donde no existen o no han prevalecido tradiciones más antiguas.


San Nicolás, el Viejito Pascuero, Santa Claus o Papá Noel, que vive en el Polo Norte necesitan de varios renos voladores mágicos que empujan el trineo y que permiten repartir los regalos en la noche que va del 24 de diciembre al 25 de diciembre.


Aunque la figura de San Nicolás ha sido difundida en América Latina, en algunos países de la región los regalos corren principalmente por cuenta del Niño Jesús como en los casos de Colombia, Venezuela y partes de México, mientras que los Reyes Magos reparten presentes en países como Puerto Rico y España.


sábado, 23 de noviembre de 2019

Historia de los villancicos

El villancico al principio es un término que surge simplemente como manera de identificar una composición popular ligada a la gente que vive en la “villa”, y no en la Corte. Porque villano antiguamente no tenía el sentido despectivo que tiene hoy. Luego, los autores cultos para “identificarla” comenzaron a utilizar el nombre de villancico.

Cantando villancicos.
El villancico es una forma musical y poética en castellano y portugués, tradicional de España, muy popular entre los siglos XV y XVIII. Los villancicos eran originariamente canciones profanas con estribillo, de origen popular y armonizadas a distintas voces. Posteriormente comenzaron a cantarse en las iglesias y a asociarse específicamente con la Navidad. Compositores notables de villancicos fueron, entre otros, Juan del Encina, Pedro de Escobar, Francisco Guerrero, Gaspar Fernandes, Juan Gutiérrez de Padilla y Pablo Escobar.

Gracias a las investigaciones de estudiosos como Samuel Miklos Stern, se puede decir que las primeras manifestaciones de villancicos aparecen en las cancioncillas mozárabes del siglo XI. En este tipo de cancioncilla, que hoy se llama villancico, los críticos reconocen el núcleo de la lírica peninsular.

La forma poética está influida por composiciones tradicionales de origen mozárabe, tales como el zéjel, que alternaba estrofas cantadas por un solista con un estribillo a coro. Lo que da paso a otras formas como la cantiga de estribillo o la cantiga de refram galaicoportuguesa.

La polifonía suele ser en esta primera época a tres o cuatro voces. Posteriormente, durante el siglo XVI, y de forma paralela a los villancicos polifónicos, se empiezan a componer algunos a una sola voz y con acompañamiento de vihuela que, a partir del siglo XVII, sería sustituida por la guitarra.

En el siglo XVII el villancico es un género sumamente popular, y para entonces constituirá la mayor parte de la producción musical española de la época. Se componen multitud de villancicos devocionales para las distintas festividades religiosas tales como la Asunción, la Inmaculada Concepción o festividades de santos, además del Corpus Christi o la Navidad.

En esta época el villancico se sofistica aún más añadiendo más voces a la polifonía, hasta ocho distribuidas en dos coros situados en diferentes partes de la iglesia y acompañamiento de violón, arpa y órgano.

En el siglo XVIII se produce una transformación significativa del género por influencia de la música vocal italiana que por entonces dominaba el panorama musical europeo. Los villancicos alteran su estructura tradicional introduciendo nuevas secciones musicales a imitación de la cantata, deviniendo en una sucesión de recitativos y arias da capo según el modelo de la ópera italiana.

Los de Antonio Soler, escritos durante la segunda mitad del siglo, son quizá los más recordados en la actualidad. En 1750 el rey Fernando VI suprimió los villancicos en la Capilla Real de Madrid, marcando el inicio de una lenta decadencia que se prolongará hasta el siglo XIX.
La estructura básica del villancico la forman dos elementos, el estribillo y las coplas, si bien su estructura es muy variable tanto en el número de versos como en la rima o la alternancia entre estribillo y coplas.

El binomio estribillo-copla implica la alternancia coro-solista, crucial en la realización del villancico. Los versos son por lo general hexasílabos u octosílabos y componen un estribillo inicial, a veces con introducción, que consta por lo general de tres o cuatro versos que se repiten a lo largo de la obra, y unas coplas, divididas a su vez en dos mudanzas y una vuelta.

 Las mudanzas, que con frecuencia tienen rima simétrica y forman entonces una redondilla o alternativamente una cuarteta, van seguidas de la vuelta o enlace de tres o cuatro versos en los que el primero tiene la misma rima que el último de la mudanza y el resto, o al menos el último, enlazan con el estribillo.

Actualmente, tras el declive de la antigua forma del villancico, el término denomina simplemente un género de canción cuya letra hace referencia a la Navidad y que se canta tradicionalmente en esas fechas. En los países de habla hispana se llama villancico a un amplio conjunto muy heterogéneo de composiciones musicales populares de muy diverso origen, época y estilo.