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sábado, 5 de diciembre de 2020

El aula de Satanás

 

La Cueva de Salamanca forma parte de la que fuera iglesia de San Cebrián, un templo románico que se levantó junto a la antigua muralla de la ciudad de Salamanca con motivo de la repoblación de la ciudad, en el siglo XII, y que desapareció en el siglo XVI, salvo este pequeño espacio escavado en la tierra.


El aula de Satanás.

La existencia de la cripta se debe al desnivel de la zona, que obligó a la creación de 25 peldaños desde los bajos exteriores de la muralla para poder acceder a la nave del templo religioso. Es curioso que la cueva se situara precisamente bajo un templo dedicado a San Cebrián, que es considerando como uno de los grandes magos de la antigüedad. San Cebrián o Cipriano de Antioquia fue un personaje de gran cultura con extensos conocimientos sobre la magia de la época y que los recogió en un libro antes de convertirse al cristianismo. Está considerado el patrón de los brujos.


Según la tradición oral, allí se levantó un lugar que albergó una escuela de ciencias ocultas donde, tal y como señala la leyenda, Satanás, vestido de sacristán, ofrecía sus conocimientos sobre magia, astrología o adivinación a siete alumnos durante siete años.


Es decir, los muros de la Cueva de Salamanca fue punto de encuentro del demonio con estudiantes, un lugar que, todavía en la actualidad, es objeto de estudio por analistas de la historia más oscura.


Esta leyenda, recogida en parte por escritores como Cervantes o Calderón de la Barca, señala que los alumnos citados superaban los siete años de docencia y abandonaban el lugar. Todos salvo uno, que quedaba al servicio de la cueva para siempre.

De esta leyenda hay distintas versiones que han pasado de generación en generación, y no faltan aquellas que ubican en este mismo espacio a brujas o seguidores del mal de distinta índole o condición.


La tradición y distintas publicaciones señalan que ya en la sociedad antigua se decía que este espacio había sido fundado por Hércules. De hecho, a día de hoy, todavía en latinoamérica se llama salamancas a lugares donde se dice que brujas o demonios llevan a cabo sus aquelarres.


Esa misma leyenda señala que uno de los estudiantes que pasó por la cueva fue Enrique de Aragón, futuro marques de Villena, que tuvo su palacio junto a este mismo lugar del que queda en pie en la actualidad una torre, conocida como Torre del Marques de Villena.


Tras completar sus siete años de aprendizaje en la cueva, Enrique de Aragón logró engañar al diablo y escapar para no quedarse al servicio de ella. Enrique volvió a Toledo y allí se le pudo ver paseando por las calles de esta ciudad, siendo conocido por ser el hombre sin sombra. Se dice que en las clases que recibió del demoníaco sacristán aprendió el arte de la inmortalidad.


Así los salmantinos han mantenido este lugar de la ciudad como un lugar reconocido por los amantes de las ciencias ocultas y temido por los que creen que fue el Aula de Satanás.

sábado, 20 de junio de 2020

La noche de San Juan

A lo largo del día 21 de junio, en el hemisferio norte, se vive el día más largo y la noche más corta del año, mientras que en el hemisferio sur, se vive el día más corto y la noche más larga. A pesar que el 21 se da la bienvenida a la llegada del verano, no es hasta la noche del 23 al 24 de junio cuando se festeja la llegada del solsticio de verano.

Celebración de la Noche de San Juan.
Este año, a causa de la pandemia del Covip-19 la noche de San Juan tampoco se celebrará de la forma habitual, aunque no deja de ser un buen momento para conocer el origen de una fiesta que supone la cristianización de la celebración del solsticio de verano en el hemisferio norte e invierno en el hemisferio sur. Su origen proviene de las fiestas paganas de hace miles de años, cuando se realizaban cultos al sol.

Sin embargo, con la llegada del cristianismo, esta celebración fue cambiando aunque sigue manteniendo su esencia. Muchas de las fechas utilizadas en las celebraciones paganas durante los inicios del cristianismo se han ido conservando hasta la actualidad, una de ellas es el caso de la noche de San Juan.

En la Biblia, esta fecha aparece como el día en el que nació San Juan Bautista y que su padre Zacarías mandó encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo Juan. El cristianismo asimiló esta tradición y la adaptó a su calendario, motivo por el cual se relaciona la costumbre de prender las hogueras con el nacimiento del Bautista.

La adaptación que realizó el cristianismo es la que explica por qué la celebración de la noche de San Juan no coincide con el solsticio de verano. La tradición pagana señalaba que encendían las hogueras para dar más fuerza al sol que en esa fecha va perdiendo fuerza y los días se hacen más cortos. De esta manera, se conseguía prolongar la luz.

La noche de San Juan siempre se ha asociado al fuego aunque hoy en día esta noche se ha popularizado y se relaciona con el inicio del verano, el final del curso académico o el comienzo de las vacaciones. No obstante, en su versión pagana, la noche de las hogueras suponía un día mágico, el momento perfecto para espantar a los malos espíritus o romper con las cosas malas que hayan sucedido.

Uno de los rituales más conocidos de esta noche especial es saltar siete veces la hoguera con el fin de atraer a la buena suerte. Otro de los más conocidos es meterse en el mar a media noche y saltar nueve olas para tener suerte. Tampoco puede faltar escribir en un papel los deseos que quieres que se cumplan de cara al próximo año y luego echarlos al fuego.

A pesar de que esta fiesta es muy conocida en España y Portugal, también se lleva a cabo en otros lugares del mundo como Reino Unido, Noruega o América del Sur, entre otros. No obstante, todas tienen un elemento en común, las hogueras, ya sea para atraer la buena suerte o para alejar los malos espíritus.