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sábado, 5 de febrero de 2022

Lee Miller, la mujer que fascinó al mundo

 

Una de las mujeres que brilló en la Historia del siglo XX con luz propia por su vida fascinante, fue Lee Miller, modelo, fotógrafa, inventora de las recetas de cocina eróticas, el llamado food porn, y musa de reconocidos artistas. Es una gran desconocida, aunque su figura ha sido rescatada recientemente por la serie televisiva Hollywood.


Toma deshechada de Lee Miller en la bañera de Hitler. Foto: David E. Scherman


Elizabeth Miller, nacida en el año 1907 en Poughkeepsie (Nueva York), utilizó por primera vez el nombre de Lee Miller cuando fue portada de la revista Vogue que entonces buscada una mujer que representara la modernidad, convirtiéndose en una de las modelos más famosas del momento. Poco después protagonizó un gran escándalo ya que una de sus fotos terminó en un anuncio de compresas. Era la primera vez que este producto de la higiene femenina era promocionado con la imagen de una mujer real. Tras estos hechos decidió viajar a París para tratar de acercarse al fotógrafo, también norteamericano residente en la capital francesa, Emmanuel Radnitzky, más conocido como Man Ray, uno de los pioneros del surrealismo y el dadaísmo.

Después varios tiras y aflojas entre ambos Lee Miller se convirtió en discípula del renombrado fotógrafo, además de su principal modelo y amante. Una relación que se terminó cuando Miller se percató de que permanecer al lado de Ray no hacía posible su propio desarrollo como artista. Una separación que motivó una gran crisis para el celoso fotógrafo, no hay que olvidar que Miller posó en diversas ocasiones para Picasso y que Jean Cocteu la incluyó en su película La sangre de un poeta. Lo cierto es que para mantenerla a su lado, Man Ray la propuso matrimonio, oferta que fue rechazada.

Lee Miller decidió volver a Nueva York y abrió un exitoso estudio fotográfico, allí conoció al magnate e ingeniero egipcio Aziz Eloui Bey, con el que contrajo matrimonio en 1934, instalándose en El Cairo, donde permaneció durante 3 años, hasta llegar a una separación amistosa con el empresario, del que se divorciaría en 1947. De allí saltó a Londres donde recupera su viejo círculo de amigos, entre ellos Picasso, Paul Eluard y también a Man Ray, todos con sus parejas. Es entonces cuando conoce a Roland Penrose, un adinerado artista británico amante del surrealismo, con el que iniciaría un nuevo romance. Es a partir de 1940 cuando expone su obra surrealista en Londres y Nueva York.


Lee Miller.


Estalla la Segunda Guerra Mundial y Lee Miller decide permanecer en Londres desde donde en 1942 convence a los directivos de Vogue para conseguir una acreditación como fotoperiodista y recorrer la Europa asolada por la contienda. En contra de lo que esperaban en la revista, Miller realiza un excelente trabajo que conmocionó al mundo entero. Tras visitar varios campos de exterminio llegó a Munich, al apartamento privado de Hitler en la plaza Prinzregentenplatz; Miller se desnudó y se introdujo en la bañera del dirigente fascista. Horas antes, Hitler y Eva Braun se habían suicidado en su refugio de Berlín. El también norteamericano David Scherman, corresponsal de la revista Life, consiguió la mejor foto de su vida. La fotografía fue juzgada como una absoluta frivolidad. Aunque “ella sólo pretendía exorcizar el horror, la pena por aquella Europa vigorosa y brillante que ahora se desvanecía hecha añicos. ¿Cuántos de sus amigos habrían muerto de hambre y frío, cuántos habían sido humillados y torturados por el régimen nazi?”.

Lee Miller tras la contienda regresa a Londres y en 1947 se quedó embarazada de su único hijo, Anthony, y se casa con Roland Penrose. Deciden trasladarse a Sussex (condado al sur de Inglaterra). Pero a pesar de sus esfuerzos por volver a su vida anterior, sufrió trastorno de estrés postraumático a consecuencia de sus vivencias en la guerra y se refugió cada vez más en el alcohol. Aunque todavía tuvo tiempo de reinventarse una vez más y se dedicó a la cocina, combinando las recetas tradicionales de su país natal con el surrealismo, dando como fruto espectaculares platos como podría ser la coliflor rosa o los espaguetis azules.

En el año 2013 vio la luz el libro Lee Miller in Fashion (Lee Miller en la moda), escrito por la historiadora Becky E. Conekin y editado por Thames & Hudson, que recoge una buena parte de las fotos inéditas que la fotógrafa se había negado a distribuir o mostrar. Decía que se trataba de trabajos "sin interés" o que los negativos habían sido destruidos por la guerra. En esta ocasión su hijo Anthony logró recuperar centenares de negativos y copias originales de las oficinas inglesas de la revista Vogue. En 2021 se publicó en España una novela gráfica, en forma de cómic, sobre la fotógrafa bajo el título de Lee Miller. Cinco retratos escrita por Eleonora Antonioni y editada por Liana Editorial.

Miller pasó los últimos años de su vida casi recluida en una habitación que era también un bar viendo como la belleza que nunca le había importado se desvanecía y alejando a todo el mundo de su alrededor, incluso a su hijo. Falleció en 1977 a consecuencia de un cáncer a los 70 años. En 1989 se realizó una gran retrospectiva de su obra que recorrió buena parte de los Estados Unidos.


Fuente documental: ‘Olvidadas’ del periodista Ramón Triviño.

sábado, 18 de septiembre de 2021

El espía español que burló a Hitler

 

España no participó en la II Guerra Mundial, pero los espías españoles fueron muy importantes en su desarrollo. Uno de los espías españoles más destacados fue Joan Pujol García, más conocido como Garbo por el espionaje británico (MI5) o como Alaric Arabel por los servicios secretos alemanes (Abwehr). Al parecer, no tenía ni idea de lo que era el espionaje ni conocía otra lengua que no fuera el español, pero gracias al servicio secreto inglés y su valentía pudo engañar a los alemanes.


Joan Pujol García.


La información falsa que Pujol proporcionó a Alemania ayudó a convencer a Hitler de que el ataque principal contra el ejercito del Eje no sería en Normandía, sino en otra fecha y en otro lugar, en el Paso de Calais (Francia), lo que pesó en la decisión del dictador de reducir las tropas en la zona del desembarco.


Nacido en Barcelona en el seno de una familia de clase acomodada en 1912, Pujol desarrolló una profunda aversión hacia la Alemania nazi y la Unión Soviética después de sus vivencias del fascismo y del comunismo en Cataluña tras la Guerra Civil Española. Alrededor de 1940, decidió que debía contribuir al final de la guerra ayudando al Reino Unido, único adversario de Alemania en aquellas fechas.


Joan se dirigió entonces a la embajada británica en Madrid, donde ofreció sus servicios como espía. Tras ser rechazado, ofreció sus servicios al III Reich con la intención de servir como espía doble para los aliados. Fue reclutado por un oficial del Abwehr, Karl-Erich Kühlenthal. Una vez aceptado por los alemanes estableció una falsa red de espías e hizo pequeños trabajos para estos, tales como retransmitir códigos por radio, y volvió a ofrecer sus servicios al MI5, siendo esta vez aceptado, ya que el servicio de inteligencia británico había controlado sus pasos y conocía su situación.


Aunque operaba inicialmente desde Lisboa, fingía ante los alemanes estar en Gran Bretaña. Inventaba informes ficticios sobre movimientos de barcos mercantes, convenciéndolos con éxito de que eran datos verdaderamente valiosos, gracias a información obtenida en la biblioteca de Lisboa y noticieros del cine. Fingía viajar por toda Gran Bretaña y enviaba sus partes de gastos, según los precios que obtenía de una guía de ferrocarriles británica.


Llegó al Reino Unido en la primavera de 1942 y operó como agente doble bajo el auspicio del Comité XX, una iniciativa de la inteligencia británica basada en la captura de agentes alemanes y su posterior conversión en agentes dobles para labores de contraespionaje o para maniobras de desinformación del enemigo. Su trabajo principal fue el de convencer a los alemanes de que había conseguido reclutar a un gran número de agentes en Reino Unido, algunos de ellos personas de mucha influencia y con información valiosa. La dificultad de su trabajo radicaba en que debía en todo momento fabricar informes coherentes de todos los agentes que iba inventando y que no se contradijeran entre sí.


A veces debía inventar razones para explicar al Abwehr por qué uno de sus agentes había sido incapaz de informar sobre alguna operación que tarde o temprano llegaría a oídos alemanes para no descubrir que todo era una farsa. En una ocasión informó de que uno de sus agentes de Liverpool había caído enfermo justo antes de un gran movimiento de flota desde ese puerto a la costa oeste de Inglaterra. Al caer supuestamente enfermo, le fue imposible a ese espía transmitir aquella información.


Para dar énfasis a su historia inventada, incluso tuvo que fingir la muerte de ese agente y hasta publicar una esquela falsa en un diario local. De esa forma, los alemanes creyeron su historia y hasta pagaron una pensión a la viuda del agente muerto.


La información que Pujol enviaba a los alemanes era inventada por sus superiores británicos e incluía una gran parte de sucesos verdaderos para que los informes fueran más convincentes. En ocasiones, se conseguía el efecto deseado mandando información genuina pero retrasando su llegada para que el daño fuera mínimo.


El trabajo de desinformación de Garbo era parte de la Operación Fortitude, que convenció a Adolf Hitler y a muchos de sus colaboradores de que la invasión aliada ocurriría, como se ha dicho, en el estrecho de Calais, a 249 km de Normandía, y que el desembarco de Normandía era solo una maniobra para atraer a las tropas alemanas lejos de Calais. De hecho, fue tal la credibilidad de la que gozó por parte de Hitler que incluso una vez comenzado el desembarco siguió pensando que esta no era la verdadera invasión, sino una mera distracción para el verdadero ataque. Para cuando Hitler se dio cuenta del engaño, la llamada Operación Overlord ya había sido un éxito y las tropas aliadas se habían adentrado demasiado en el continente.


Después del final de la II Guerra Mundial, Pujol temíó represalias de supervivientes nazis. Con la ayuda del MI5, Pujol viajó a Angola y fingió su muerte de malaria en 1949. De hecho, nadie supo que seguía vivo, ni siquiera los servicios secretos británicos. Había ganado mucho dinero en la guerra ya que fue muy bien pagado, sobre todo por los alemanes y se trasladó a la población de Lagunillas en Venezuela, donde vivió en el anonimato estableciendo una librería, una tienda de regalos y un cine en Choroní, localidad costera de estado Aragua de la que Pujol estaba enamorado. Pero no tuvo suerte en los negocios y perdió su dinero.


Antes de desaparecer se había divorciado de su primera esposa y posteriormente se casó en Maracay, Venezuela, con Carmen Cilia con la que tuvo dos hijos, Carlos Miguel y Juan Carlos, y una hija que murió en 1975 a la edad de veinte años. Durante décadas se le dio por muerto, incluso su primera mujer y dos hijos que tuvo con ella lo creían así. Tampoco la familia que creó en Venezuela sabía quién había sido en realidad.


En 1984, Pujol se había trasladado con su hijo a una urbanización, La Trinidad, de Caracas. Fue más o menos por estas fechas cuando el escritor británico Nigel West, especializado en novelas de espías, se interesó por el fascinante personaje de Pujol sorprendiéndole su supuesta muerte tan novelesca. West intuyó que Pujol podría seguir vivo y se dedicó a su búsqueda consiguiendo al fin encontrarlo.


Tras su reaparición, viajó a Inglaterra donde se reunió con sus viejos compañeros del MI5 y donde recibió toda clase de honores, siendo recibido, además, por el duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II. También viajó por varios países europeos en donde apareció en diversos medios de comunicación. Naturalmente visitó su ciudad natal, Barcelona, allí tuvo un encuentro con los hijos de su primer matrimonio que también le habían considerado muerto. Pujol murió en Caracas en 1988 y está enterrado en Choroní, su querida localidad costera muy próxima al Parque Nacional Henri Pittier.