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sábado, 8 de febrero de 2025

La Cueva de los Murciélagos

 

He de confesar que tengo debilidad por la localidad cordobesa de Zuheros, población de la que fui pregonero de sus fiestas locales hace un buen puñado de años. Una noche en la que se desató una furiosa tormenta veraniega. Allí se ubica la Cueva de los Murciélagos, una cueva prehistórica con restos arqueológicos del Neolítico y la Edad del Cobre. Sin embargo, lo que pocos saben que también alberga una antigua leyenda sobre un tesoro oculto.


Cueva de los Murciélagos.


Conocida arqueológicamente en toda Europa, es uno de los yacimientos Neolíticos más importantes de Andalucía y el primero en encontrarse arte del Paleolítico Superior en el interior de la comunidad adaluza. La visita, que recorre parcialmente la cueva, discurre por varias salas y corredores con pinturas representativas de caballos, osos y ciervas del Paleolítico, hasta hombres y cabras esquemáticas del Neolítico.

En la primavera de 1938 un grupo de oficiales del ejército se adentran en la primera exploración oficial a la cavidad, donde descubren en una de sus partes más profundas un esqueleto humano. A mediados de la década de los años 40 (del siglo XX) se encuentran en la cavidad pinturas rupestres neolíticas y calcolíticas, únicas en el mundo. Es en 1962 y 1969 cuando se realizan los primeros trabajos arqueológicos, dando como resultado más notorio, que el neolítico andaluz se iniciaba con un milenio de antelación de lo que hasta ese momento se creía. Desde 1990 al 1993 y en el año 2002 se llevan a cabo las últimas excavaciones con el objetivo de seguir avanzando en la historia que esconde la cueva.

Se cuenta que hace siglos, un grupo de antiguos habitantes de la zona, posiblemente íberos o romanos, escondió un gran tesoro de oro y joyas en las profundidades de la cueva para evitar que cayera en manos de invasores. Sin embargo, los guardianes del tesoro nunca regresaron a recuperarlo, y con el tiempo, la ubicación exacta se perdió.

Los pocos que se han atrevido a buscar el tesoro han regresado con relatos inquietantes relacionados con sombras que se mueven en la oscuridad, extrañas corrientes de aire que apagan las antorchas y susurros que advierten a los intrusos que se alejen.

Algunos lugareños creen que el tesoro está protegido por los espíritus de quienes lo ocultaron. Se dice que un antiguo guerrero custodia la entrada más profunda de la cueva y que aquellos que se acercan demasiado sienten una presencia pesada a su alrededor.

Lo cierto es que en la cueva se han encontrado restos arqueológicos valiosísimos, como ídolos de piedra y objetos de oro de civilizaciones antiguas. Esto ha llevado a pensar que, tal vez, la leyenda tenga algo de verdad y que todavía quede un tesoro por descubrir.


sábado, 11 de abril de 2020

Una noche toledana

Nos dice el diccionario que una noche toledana es aquella “que se pasa sin conciliar el sueño”. En el actual Paseo de Sán Cristóbal, en lo que fuera antiguamente el barrio conocido como “Montichel”, por ser una de las siete colinas sobre las que se asienta Toledo, aconteció uno de los episodios más oscuros y sangrientos de la historia toledana, lo que se conoce como “Una noche toledana” o “La Jornada del Foso”.

Toledo, ciudad imperial. Foto: R. Triviño.
El dicho popular está ligado a una leyenda que tiene su origen en un hecho ocurrido en Toledo en el año 797, siendo emir de Córdoba Al-Hakam I, nieto de Abd al-Rahman I. Tulaytula, nombre árabe de Toledo, era gobernada por un joven llamado Jusuf-ben-Amru, déspota y cruel con todos los toledanos y autor de múltiples fechorías que cometía amparándose en su poder.

Tal era el descontento popular que tras un levantamiento, los toledanos tomaron la ciudad. Una comisión de nobles advirtió al joven gobernador de lo peligroso de la situación, pero éste, ignorando los consejos, continuó intentando mantener su poder en la ciudad, enviando a su guardia personal para tratar aplastar el levantamiento. Percatándose de que Jusuf quedaba poco protegido, los nobles decidieron darle captura. El pueblo pidió la cabeza del joven y éste fue ejecutado.

Los componentes de la nobleza enviaron noticias de lo sucedido al emir de Córdoba, al que pusieron al corriente de la situación que había vivido Toledo bajo el gobierno de Jusuf. El emir hizo llamar al padre del gobernador ajusticiado y le contó el triste final del que fuera su hijo. Amru, padre del gobernador ejecutado, pidió al emir que, como pago a sus favores, fuera enviado como nuevo gobernador de Toledo.

Los toledanos siempre habían sido un pueblo rebelde e insubordinado contra sus opresores y siempre trataron de vivir con cierta independencia. Al-Hakam I decidió acabar con esa «rebeldía» por la vida más rápida y sanguinaria y envió a Amrus para llevar a cabo sus planes. Las órdenes del nuevo gobernador eran hacerles creer que gobernaría con independencia de Córdoba y que, además, tendría en cuenta y estudiaría sus reivindicaciones. Su objetivo, ganarse su confianza.

Amrus llegó con buenas palabras y fue un buen gobernador hasta que los nobles toledanos se confiaron y el plan de Al-Hakam comenzó a tomar cuerpo. Con la excusa de la llegada del príncipe heredero al trono de Córdoba, Abd al-Rahman II, Amrús invitó a toda la nobleza a su residencia para agasajar con una cena la visita del heredero.

Los nobles, confiados, se pusieron sus mejores galas y allí se presentaron. La guardia personal del príncipe esperaba tras una puerta por donde iban entrando, uno a uno, los nobles de Toledo. Tras la puerta les esperaba un foso, cavado para tal propósito, donde eran arrojados tras ser degollados. Fueron degollados muchos, hasta que alguien grito: ¡Toledanos, es la espada, voto a Dios, la que causa ese vapor (de la sangre) y no el humo de las cocinas!

Los que todavía no habían entrado pudieron escapar, pero Al-Hakam I consiguió sus objetivos y la población de Toledo se apaciguó durante muchos años.