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sábado, 13 de noviembre de 2021

La escandalosa vida de un infante de España

 

El infante de España Luis Fernando de Orleans y Borbón, que protagonizó una vida extravagante y plagada de escándalos sexuales y relacionados con las drogas, fue desposeído de su título por su primo el rey Alfonso XIII.


Luis Fernando de Orleans y Borbón.


Segundo hijo del infante Antonio de Orleans, duque de Galliera, y de su prima carnal, la infanta Eulalia de Borbón, hija menor de la reina Isabel II, Luis Fernando de Orleans y Borbón, nacido en Madrid en 1888, fue bautizado en la capilla del Palacio Real de Madrid el 2 de diciembre de ese mismo año, siendo apadrinado por sus tíos Luis Fernando de Baviera y la infanta Paz de Borbón. Se le impusieron los nombres de Luis Fernando María Zacarías. Fue elevado al rango de infante de España por un decreto de la reina regente María Cristina.


Tras sus primeros años en la capital española, en 1896 sus padres se instalaron en París, donde su educación quedó a cargo del comandante Ricardo Burguete. Hacia 1898 fue enviado a estudiar al prestigioso internado jesuita Beumont College, en Windsor (Gran Bretaña), donde permaneció hasta 1904. Posteriormente, entre 1904 y 1906, completó su formación en la Universidad de Heidelberg, en Alemania. Marcado desde la infancia por el desastroso matrimonio de sus padres, que terminó en separación en 1900, fue un infante débil y de carácter complejo, amante del lujo, las fiestas y el derroche en los últimos años de la Belle Époque y los llamados “años locos”.


Sus escasas estancias en España se vieron dificultadas aún más por su notoria homosexualidad y su marcada excentricidad, que pronto hicieron de él uno de los más escandalosos príncipes de Europa. Tras un intento de poner en explotación agrícola su finca Castillejo (Cuenca), se estableció en Francia y viajó por toda Europa dejando un reguero de escándalos de los cuales los más destacables fueron su adicción a la cocaína y su implicación en el asesinato de un marinero en París, en 1924.


Como respuesta al escándalo, su primo el rey Alfonso XIII anuló sus privilegios como infante de España y le retiró el título el 9 de octubre de dicho año, a pesar de las protestas de Luis Fernando. Incapacitado para vivir ni en España ni en Francia, Luis se trasladó a Lisboa. En marzo de 1926 fue arrestado nuevamente intentando cruzar la frontera hispanoportuguesa disfrazado de mujer y fue acusado de contrabando.


En julio de 1930 fue anunciado el compromiso matrimonial entre el exinfante y Marie Constance Charlotte Say, sobrina nieta de Jean-Baptiste Say y viuda del príncipe Enrique Amadeo de Broglie y propietaria del castillo de Chaumont; Marie Say era hija de Constant Say, del cual había heredado la azucarera del mismo nombre. En aquel entonces Luis Fernando tenía 41 años, mientras que Marie contaba con 72.


El anuncio de la boda causó un escándalo considerable. El sobrino de Marie, François de Cossé, duque de Brissac, llevó a Luis Fernando a juicio en nombre de su familia ante el Tribunal de Alta Instancia del Sena para detener el matrimonio. Declaraba que su tía estaba mentalmente incapacitada para ser dueña de sus actos, a lo que ella respondió que pensaba en el matrimonio desde hacía doce años, pero que lo había aplazado a causa de sus nietos. La corte determinó que el duque de Brissac no tenía derecho legal para oponerse al matrimonio de su tía, aunque primero se nombró una comisión de tres doctores que investigaron el estado mental de Marie Say. Los médicos acabaron confirmando el dictamen judicial.


El 19 de julio de 1930, Luis Fernando y Marie Say se casaron en una ceremonia civil en Londres, esperando hasta octubre para casarse en una ceremonia religiosa en la catedral de San Siro de San Remo, en la riviera italiana. La pareja se quedó a vivir en dicha localidad, en una casa cedida a Luis Fernando por su madre, la infanta Eulalia, con quien el ex infante mantenía desde siempre una relación conflictiva.


El desmesurado nivel de vida de Luis Fernando de Orleans obligó a su mujer a vender su castillo y sus tierras en Chaumont (Francia). En febrero de 1935 fue nuevamente expulsado de Francia, pues había sido detenido en una redada de la brigada antivicio.


Una vez que Luis Fernando dilapidó la fortuna de su esposa, la abandonó y continuó viviendo solo en París, desde donde se convirtió en un activo miembro de la Resistencia francesa. De hecho, se comentó que cuando Hitler obligó a los judíos a llevar la estrella amarilla en Alemania en 1938, se le vio paseando por Berlín con una cosida en su chaqueta.


Tras un breve paso por España en 1941, Luis Fernando falleció en un hospital de París en 1945, tras operación para extirparle el cáncer de testículos que padecía. Está enterrado en la iglesia del Inmaculado Corazón de María, en la rue de la Pompe, en la capital francesa.

sábado, 2 de octubre de 2021

La depresión de Felipe V

 

El primer Borbón que reinó en España, Felipe V, fue víctima de constantes depresiones, que a juicio de algunos investigadores le llevaron a rayar la locura. Por ejemplo, una tarde de octubre de 1717 creyó que el sol le atacaba mientras montaba a caballo y que la muerte lo perseguía.


Retrato de Felipe V.


A partir de ese momento no se dejaba cortar el pelo ni las uñas por miedo a que sus males aumentasen, llegando a crecerle las de los pies tanto, que no podía caminar. Creía estar muerto y preguntaba a sus lacayos la razón de por qué no lo habían enterrado. Se tocaba y decía que le faltaban los brazos y las piernas y que era una rana.


Felipe V, que apenas hablaba español y no conocía las costumbres españolas, sufrió un choque cultural a su llegada. No le gustaba la forma de vestir de los españoles, donde el negro era síntoma de la máxima elegancia, ni le interesaba su literatura ni su comida. Sus constantes choques con los cocineros de palacio, que se negaban a preparar comida francesa, provocaron una huelga en las cocinas que tuvo graves consecuencias para el rey en su noche de boda.


Felipe V de Borbón fue el sucesor elegido por el último monarca de la casa de Austria, su tío-abuelo Carlos II, para convertirse en el primer rey de la casa de Borbón en España, tras imponerse en la Guerra de Sucesión española. No obstante, su larguísimo reinado de 45 años y 3 días quedó marcado por el deterioro de su salud mental y la fallida abdicación a favor de su hijo Luis I, que falleció 229 días después de ser coronado víctima de la viruela. Finalmente, Felipe V, llamado el Animoso por la oscilación de su humor, falleció con la corona todavía en su cabeza y sumido en un estado de locura tan evidente que hasta los pintores de cámara se vieron obligados a reflejar la decrepitud del rey, hinchado y torpe, con las piernas arqueadas y la mirada perdida.


El futuro rey de España había sido un adolescente tímido, abúlico e inseguro que caía continuamente en breves periodos de depresión. De este estado pasaba a uno de euforia en cuestión de minutos, como hizo gala en varias batallas contra los partidarios de los Austrias. Pocos años después de finalizar la guerra, y cuando se vio enclaustrado en el viejo Alcázar de Madrid, empezaron a aparecer con mayor frecuencia los síntomas depresivos.


Según los investigadores de su biografía, su adicción incontrolada al sexo, mezclado con sus temores religiosos era lo único que consiguió mantener ocupada la cabeza del rey. Su primera mujer, María Luisa Gabriela de Saboya, que se casó con 14 años, supo satisfacer hasta su prematura muerte las exigencias del hombre fogoso en el lecho real. La reina falleció en 1714, después de darle dos herederos varones, hecho que coincidió con los primeros síntomas de la enfermedad mental que consumió poco a poco la salud del rey.


Un punto recurrente en sus episodios de locura desde 1717 fue la relación con su segunda esposa. Siete meses después de la muerte de la reina María Luisa, contrajo matrimonio con la italiana Isabel Farnesio de Parma. Una mujer hacia la que desarrolló una fuerte dependencia sexual y afectiva, que se asentaba en el carácter férreo y autoritario de ella. Ambos se hicieron inseparables y engendraron al que sería el futuro Carlos III, pero la reina tuvo que sufrir la fase más dura de la enfermedad del rey.


Tanto fue así que el monarca se obsesionó con que su ropa y la de su esposa irradiaba una luz mágica por lo que estableció vigilancia permanente sobre su vestuario personal y encargó a monjas que la elaboraran exclusivamente a partir de entonces, como medida para espantar al diablo. Pese a todo, Felipe V no tardó en mostrar un grave problema de higiene personal ya que no se cambiaba de ropa interior hasta que quedaba hecha jirones y nunca se ponía ninguna camisa que su esposa no hubiera utilizado antes.


Los expertos estudiosos de su biografía diagnosticaron la existencia de un trastorno bipolar. De hecho, a partir de 1728 el rey empezó a vivir durante la noche y a dormir durante el día. Recibía a ministros y embajadores después de la medianoche en sesiones palaciegas que duraban horas. En sus años finales, Felipe V se recluyó en el palacio de El Pardo, donde vivía de forma huraña y andaba desnudo ante extraños; se pasaba días enteros en la cama en medio de la mayor suciedad, hacía muecas y se mordía a sí mismo, cantaba y gritaba desaforadamente, alguna vez pegó a la reina, con la cual se peleaba a voces y repitió tanto sus intentos de escaparse que fue preciso poner guardias en la puerta de su alcoba para evitarlo.