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sábado, 4 de octubre de 2025

El Monte do Seixo

 

El Monte do Seixo es considerado el “Olimpo Celta de Galicia”. Según la tradición oral, en sus cumbres existe una puerta invisible que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos. Esta puerta se abriría en momentos especiales del año Samhain, San Juan o los solsticios, permitiendo el paso de espíritus y viajeros hacia el “Alén” , el otro mundo celta.


Monte do Seixo.


No hay que confundir con el Monte do Pindo que es un macizo granítico de gran belleza geológica y cultural, conocido también como el "Olimpo Celta", situado en la Costa da Morte, entre los municipios de Carnota, Mazaricos y Dumbría.

El Monte do Seixo es un pico de 1707 metros de altitud situado en el ayuntamiento de Chandreja de Queija, punto de intersección entre los Montes del Invernadeiro y la Sierra del Fial de las Corzas. Es un monte agreste, con enormes moles de granito, brezo, tojos y viento casi constante. La vista es impresionante, en días claros se llega a ver las rías de Pontevedra, Vigo e incluso las islas de Ons y Cíes.

Entre las formaciones graníticas destacan la Pedra da Serpe o el Coto dos Mouros. Muchas rocas tienen cavidades que, según la creencia popular, son huellas de divinidades o espíritus antiguos. Algunas piedras servían como altares de sacrificio o ritos de fertilidad según estudios etnográficos. Como en muchos lugares de Galicia, se habla de los mouros, seres míticos que vivían bajo tierra y guardaban tesoros. Se decía que en el Monte do Seixo estos mouros custodiaban entradas secretas a cuevas que comunicaban con el inframundo.

El Monte do Seixo ha sido objeto de estudio por investigadores de la mitología gallega, como el antropólogo Rafael Quintía, que lo definió como un lugar sagrado precristiano relacionado con cultos a los ancestros y a la naturaleza. En la actualidad se ha impulsado la llamada “Rota dos Montes Mágicos”, un itinerario que incluye el Monte do Seixo y otros enclaves legendarios de Galicia.

Quienes lo visitan suelen describir una atmósfera cargada, con nieblas repentinas y un silencio inquietante. Para muchos, es un “lugar de poder”, al estilo de Stonehenge, en el Reino Unido, o Montserrat, en Cataluña, donde el paisaje y la tradición se funden en una experiencia casi mística.

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