El convento de Santa Juana de la Cruz en Cubas de la Sagra (Madrid) fue utilizado como base de instrucción de tanques por el bando sublevado durante la Guerra Civil, específicamente por el Gruppe Thoma de la Legión Cóndor, bajo el mando del general Wilhelm von Thoma. Se utilizó como centro de instrucción para tanquistas y como base logística.
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Tanques ante la tapia del convento. |
El convento es un edificio de gran valor histórico y religioso fundado en el siglo XV. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), como ocurrió con muchos edificios religiosos y patrimoniales, el convento fue desamortizado y utilizado con fines militares Este uso militar está documentado en el documental gráfico “Ejército Nacionalista Español 1938.1” del Archivo de RTVE y en publicaciones como “La Base Alemana de Carros de Combate en las Arguijuelas, Cáceres (1936-1937)” y "Los hombres de Von Thoma" de Lucas Molina Franco y José María Manrique García.
El convento sufrió daños durante la guerra debido a su uso militar y a los enfrentamientos en la zona. Las tropas alemanas y republicanas utilizaron artillería, lo que contribuyó a la destrucción parcial del edificio.
Tras la guerra, las religiosas regresaron al convento y comenzaron su restauración. En años recientes, se han realizado trabajos arqueológicos para recuperar partes del edificio y restos de Santa Juana de la Cruz, que fue beatificada por el papa Francisco en 2024, lo que ha suscitado de nuevo el interés por este lugar histórico.
El convento de Santa Juana de la Cruz está rodeado de leyendas y hechos místicos, especialmente relacionados con la vida de su fundadora, Santa Juana de la Cruz (1481-1534), una figura carismática que atrajo a numerosos fieles y dejó una huella profunda en la religiosidad popular.
Se cuenta que la santa predicaba públicamente, algo insólito para una mujer en su época. Lo hacía con el permiso de sus confesores y en presencia de teólogos, y su palabra era considerada tan inspirada que incluso clérigos y nobles viajaban desde lejos para escucharla.
Pero lo más llamativo era que, durante sus éxtasis místicos, su voz cambiaba de tono y parecía salir de su pecho o del aire mismo, como si fuera un instrumento de la voz divina. Algunos cronistas del siglo XVI describen que mientras ella estaba en trance, se oía hablar una “voz varonil”, que dictaba enseñanzas y profecías. Este fenómeno alimentó la creencia de que hablaba el propio Espíritu Santo a través de ella.
Mística y visionaria, recibió el carisma de la predicación y el don de lenguas, llegando a alcanzar tal fama con sus sermones que acudieron a Cubas a oírla predicar el emperador Carlos V, el Gran Capitán y el cardenal Cisneros, que en 1510 la nombró párroco de Cubas.
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