El Pasadizo del Panecillo, es una vía escondida en el Madrid de los Austrias, una diminuta callejuela que permanece cerrada al público, aunque antes fue un lugar muy concurrido, lo que provocó que se colocaran rejas en uno y otro extremo.
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Pasadizo del Panecillo. |
El Pasadizo del Panecillo, situado en el barrio de La Latina, transcurre de la Plaza del Conde de Barajas a la Calle de San Justo. Es una calle estrecha en forma de escuadra. La conforman tres edificios de gran valor histórico. La Basílica de San Miguel, que es la Nunciatura Apostólica, La Casa Palacio del Conde de Miranda y el Palacio Arzobispal, residencia del arzobispo de Madrid.
Lo más curioso de este pasadizo es su nombre. Al parecer, a comienzos del siglo XIX, don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, arzobispo de Toledo, puso en marcha la peculiar costumbre de entregar un trozo de pan a los vagabundos que lo solicitasen, a través de una de las ventanas del Palacio Arzobispal, con la única condición de que antes hubiesen escuchado misa. Esta curiosa anécdota hizo que, para siempre, la callejuela cambiase su nombre original de Pasadizo de San Justo por el de Pasadizo del Panecillo.
El hecho de que a través de las ventanas del palacio se pudiera conseguir algo de comida para saciar el hambre, provocó que se dieran cita gran cantidad de ciudadanos de las clases más desfavorecidas.
Los robos y reyertas eran frecuentes. La gente se peleaba por el botín conseguido. Con el paso del tiempo, lejos de mejorar, los problemas se fueron agravando. Ya no solo afectaban al Pasadizo, ya que la inseguridad se extendió por otras calles del barrio. Ante la dificultad de las autoridades para mantener el orden, en 1829 el Ayuntamiento de Madrid decide cerrarlo. Se colocan dos verjas, una cada lado del pasadizo que impiden el acceso.
En aquel momento seguramente estaba más que justificado su cierre. Pero, ¿por qué en la actualidad seguimos sin poder disfrutar de él? No hay un ningún motivo para que los madrileños nos veamos privados de este rincón de la ciudad.
No se sabe cuál es la razón de que el Pasadizo del Panecillo siga cerrado. Es un claro ejemplo de que, con el paso del tiempo, si no se hace nada, las cosas van adquiriendo cierto atisbo de legalidad. El simple detalle de que las llaves de las verjas no las tenga el Ayuntamiento, sino la Iglesia, es un ejemplo más en este sentido.
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