Mastodon Clave Menor: El Bosque encantado de Orrius

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sábado, 28 de octubre de 2023

El Bosque encantado de Orrius

 

El Bosque de Orrius, enclavado en la comarca del Maresme, en la provincia de Barcelona, es conocido como el bosque encantado porque hay quien cree que en él viven espíritus que se dejan ver por las noches.


Una de las figuras del Bosque de Orrius.


El bosque, plenamente mediterráneo, esconde entre sus altos pinos rocas milenarias, en las que se adivinan moais (estatua monolítica humanoide) similares a las cabezas de la Isla de Pascua, además de elefantes gigantes, tortugas, peces y cabezas de personas muy parecidas a las que esculpían los mayas.

En el bosque se encuentra el dolmen de Céllecs y ha sido escenario de pasados akelarres. En los años 1950, se cree que un escultor anónimo talló distintas rocas del bosque, creando la imagen de un elefante, de un moai y de un indio, pero otros mantienen que el origen de estas estatuas son obra de artistas locales que fueron tallando sus creaciones. Porqué lo hicieron, se desconoce. Algunas fuentes lo relacionan con ritos místicos. Lo que si se sabe es que aquel lugar está rodeado de leyendas y se dice que daba cobijo a duendes, trasgos y brujas que se refugiaban al abrigo del bosque.

Hay historias apócrifas que apuntan a que en el siglo XV, el bandolero Perot Rocaguinarda, un asaltador de caminos del que aparece en El Quijote de Cervantes, que dejaba una marca en la Roca de las Cruces del bosque cada vez que ejecutaba a alguna de sus víctimas.

Los bosques donde hay cuevas, riachuelos y lugares oscuros han sido siempre escenarios para mitos y supersticiones. Encontrar en un lugar del Maresme un bosque con rocas con las formas descritas es tan insólito que avivó el carácter esotérico del bosque, que ha sido escenario de cantidad de rituales mágicos, ouiijas, o psicofonías.

Una vez en el bosque se puede realizar una ruta circular de carácter prehistórico que conduce a lugares como El Plat del Rei, posiblemente un ara para sacrificios, el citado dolmen de Céllecs, datado en el neolítico final, o la Pedra de les Creus, en la que como ya se ha señalado Perot Rocaguinarda realizaba las marcas de sus fechorías.

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