Raoul Wallenberg salvó a decenas de miles de refugiados judíos en la Hungría ocupada por los nazis tramitando visados de protección y alojándoles en edificios marcados como territorio sueco. En 1945 fue capturado en Budapest por el ejército soviético acusado de espionaje, y posteriormente desapareció. Las circunstancias de su muerte son un misterio, pero se especula que pudo fallecer en 1947 preso por el FSB en Moscú.
Raoul Wallenberg. |
Nació en Lidingö, cerca de Estocolmo, el 4 de agosto de 1912, en el seno de una destacada familia protestante. En 1936 conoció a un judío húngaro, Kálmán Lauer, quedirigía una empresa de importación y exportación de productos alimenticios. El hecho de que Raoul hablara varios idiomas y que podía viajar libremente por Europa, motivó que Lauer pensara que sería un socio perfecto para su empresa. A los ocho meses Raoul era uno de los más importantes accionistas y el gerente internacional de la firma. Sus viajes a la Francia ocupada, y a la misma Alemania, pronto le enseñaron cómo funcionaba la burocracia nazi.
Fue Lauer quien sugirió su nombre a la Junta de Refugiados de Guerra de Estados Unidos creada por el presidente Roosevelt para detener las deportaciones de judíos en Hungría. El mundo comenzaba a comprender el verdadero significado de la solución final de Hitler. Wallenberg fue elegido, con el acuerdo de la cancillería de Suecia, para integrar la misión diplomática en Budapest. Sin embargo, antes de viajar solicitó autoridad plena para realizar su misión sin necesidad de informar de antemano al jefe de la delegación. También pidió que se le permitiese utilizar el servicio del correo diplomático aparte de los canales normales. Su petición era tan inusual que el asunto llegó hasta el primer ministro sueco Per Albin Hansson, quien consultó al rey Gustav V antes de informar de que sus condiciones se habían aceptado.
Cuando Wallenberg llegó a Budapest, en julio de 1944, más de 400.000 judíos habían sido deportados, y muchos de ellos, enviados al campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. La relativa seguridad de los judíos de Hungría había llegado a su fin y comenzaba a ejecutarse el plan de exterminio sistemático dirigido, personalmente, por Adolf Eichmann.
Wallenberg sabía que no tenía demasiado tiempo e intuyó que los recursos de la diplomacia tradicional no servirían para solucionar los problemas de los judíos y recurrió a métodos poco convencionales para salvar la mayor cantidad posible de vidas. Todo era válido, desde la extorsión hasta el soborno.
Al poco tiempo de llegar a Budapest utilizó sus conocimientos de dibujo y creó el shutzpass, un salvoconducto que, presuntamente, otorgaba inmunidad a sus poseedores, súbditos de la neutral Suecia. Como sabía que los nazis eran fácilmente impresionables con la vana ostentación del papelerío burocrático, diseñó el documento con los colores de la corona sueca y agregó múltiples sellos y firmas. Logró permiso para emitir una cantidad limitada, pero finalmente imprimió y distribuyó miles. Esa documentación no tenía valor legal, pero cumplían el objetivo con singular eficacia. Asimismo, organizó un número importante de casas seguras, viviendas que contaban con la protección que brindaba la bandera sueca.
Así, numerosos judíos se salvaron de ser deportados o ejecutados por la agrupación Cruz Flechada, una facción homicida local aliada de los nazis que asolaba las calles de Budapest con sus redadas. Visitaba con frecuencia las estaciones desde donde los trenes partían hacia Auschwitz. No era raro verlo caminar sobre los techos de los vagones para entregar un schutzpass a todo aquel que pudiera agarrarlo. Luego, exigía que los portadores fuesen retirados del contingente aduciendo que habían sido detenidos por error. De modo que entre el 9 de julio de 1944 y el 17 de enero de 1945, Walleneberg salvó a decenas de miles de judíos de una muerte segura.
En ese mismo día del 17 de enero pidió a su chófer, Vilmos Langfelder, que lo condujera al Comando en Jefe del Ejército Soviético. Los historiadores creen que su intención era encontrarse con el mariscal soviético Rodión Malinovski para negociar el destino de los refugiados judíos. Pero no fue así, siguiendo órdenes de la más alta jerarquía, muy posiblemente del mismo Stalin, Wallenberg y su conductor fueron hechos prisioneros y trasladados a la cárcel de Lubianka en Moscú. Hasta hoy, el paradero de ambos es un misterio.
En 2016, las autoridades de Suecia declararon oficialmente muerto a Raoul Wallenberg, aunque esta declaración tenía carácter meramente administrativo. Más tarde, los familiares más cercanos de Wallenberg interpusieron una demanda judicial contra el Servicio Federal de Seguridad Ruso (FSB), la principal agencia de seguridad rusa, exigiendo acceso a documentos de archivo que podrían ayudar a comprender lo sucedido.
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