Mastodon Clave Menor: Pío V, el Papa que prohibió las corridas de toros

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sábado, 5 de junio de 2021

Pío V, el Papa que prohibió las corridas de toros

 

Pío V, de nombre secular Antonio Michele Ghislieri, fue el papa número 225 de la Iglesia católica y soberano de los Estados Pontificios de 1566 a 1572. Fue canonizado por el papa Clemente XI en 1712. Fraile dominico, fue comisario general de la Inquisición. Pío V pudo pasar a la historia por distintos motivos. Fue el primero en utilizar la sotana blanca y puso en marcha de manera efectiva la Contrarreforma; y con el nombre de Catecismo romano, publicó la doctrina del concilio de Trento.


El Papa Pío V.


También, San Pío V fue un Papa al que no le tembló la mano a la hora de promover la Liga Santa contra el Imperio Otomano, que comandada por Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, derrotó a los otomanos en Lepanto, o al financiar con las arcas pontificias la participación de la Iglesia en la guerra contra los hugonotes en Francia u ordenar la expulsión de los judíos de su jurisdicción.


Además, ordenó cubrir los genitales de los protagonistas del Juicio Final de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, excomulgó a Isabel I de Inglaterra y expulsó a 45.000 prostitutas de Roma, aunque algún cardenal advirtió de que eran necesarias para que el clero no cayera en la sodomía. Por otra parte, decretó la supremacía de su autoridad sobre la del poder civil de todas las naciones


Sin embargo, al pontífice sí le conmovió la tortura que se inflige a los animales. De hecho, promulgó el 20 de noviembre de 1567 una bula titulada Super prohibitione agitationis Taurorum & Ferarum que ponía de manifiesto su intención de evitar los peligros que corren quienes se enfrentan a los “toros y otras fieras en espectáculos públicos y privados, para hacer exhibición de su fuerza y audacia”, bajo pena de excomunión a perpetuidad.


Pío V escribía en aquel texto que tales espectáculos no tienen nada que ver con la piedad y la caridad cristiana, y los tildaba de cruentos y vergonzosos, propios no de hombres sino del demonio y prohibía terminantemente su celebración a cualquier príncipe cristiano. Añadía, además, que si alguien moría durante la lidia, no recibiría sepultura eclesiástica. La bula cargaba las tintas sobre los clérigos, que solían adornar las fiestas religiosas con ese tipo de actos.


La medida afectaba a todo el orbe, pero no fue aceptada por igual, lo que puso en tela de juicio la influencia papal en ese tipo de asuntos. Hizo efecto inmediato en Italia pero en Portugal tardó tres años en publicarse. Allí, simplemente se despuntaron los cuernos de los astados, para reducir el riesgo del diestro. La bula no llegó a publicarse en España, de mayoría católica y donde los toros son promocionados como Fiesta Nacional, por la intervención de Felipe II. Tampoco fue difundida en Francia, donde existe una notable afición en la zona de La Provenza y en Las Landas.


Felipe II intentó, sin éxito, que Pío V derogase la bula. Luego presionó a su sucesor, Gregorio XIII, quien publicó otro documento por el que se levantaba a los laicos la prohibición de asistencia a las corridas. El siguiente pontífice, Sixto V, publicó un Breve de menor rango para recuperar la prohibición, camino que siguió su sucesor. Más tarde, Gregorio XIV tampoco cedió a las presiones. Por fin, Clemente VIII mitiga la bula de Pío V, se suprimieron las penas de excomunión y anatema, excepto para los clérigos. Pidieron que los espectáculos se limitasen a los días no festivos y que se tomasen medidas para evitar la muerte de las personas.


Según algunas fuente varias personas influyeron en Felipe II para que no diese publicidad a la bula, y le facilitaron argumentos, aduciendo la falta de información del pontífice sobre las peculiaridades de esos festejos en España, así como la popularidad y tradición de los mismos. Como conclusión, señalar que los Papas no lograron erradicar los festejos taurinos y como curiosidad añadir que en la Real Maestranza de Sevilla, templo del toreo, hay un palco para los canónigos del cabildo catedralicio.


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