El Batallón Literario

 

En el contexto de la Guerra de la Independencia Española, resurgió un movimiento en la Universidad de Santiago de Compostela, el llamado Batallón Literario, que ya se había constituido previamente en 1663, ante los ataques portugueses a la villa orensana de Monterrei, tras la sublevación de Portugal contra España en 1640.

Placa conmemorativa del Batallón Literario.

Este movimiento se organiza tras una reunión celebrada en los claustros de la universidad, presidida por el arzobispo de Compostela Rafael Múzquiz Aldunate, y en la que se buscó a un hombre con experiencia militar para ponerse al frente del batallón, y se acordó designar a Juan Ignacio de Armada Caamaño Ibáñez de Mondragón y Salgado de Sotomayor, marqués de Santa Cruz de Rivadulla.

Para que pudiera mandar a los alumnos universitarios lo hicieron doctor en todas las facultades. Portaban una bandera en la que se pueden ver dos escudos, el del antiguo reino de Galicia junto con el escudo de armas de la universidad, cubiertos por una corona real. Cada integrante del batallón llevaba una cinta en la que estaba inscrita la leyenda “Por rescatar a Fernando [el rey Fernando VII] y acabar con Bonaparte, unióse Minerva a Marte”.

La financiación se logró con las muy generosas aportaciones populares unidas a la del propio marqués, que dieron como resultado una suma considerable. El batallón fue constituido en sólo 42 días, tras darse la orden para la incorporación a filas. Después, se celebró el acto de bendición de la bandera y una arenga del arzobispo de la archidiócesis. La bandera se conserva en la sala de juntas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago.

Fue el 18 de julio de 1808 cuando los integrantes del Batallón Literario se unen a las tropas del general Blake, junto a otros voluntarios navarros. Acudieron en apoyo de los famosos héroes de la batalla de Pontesampaio, localidad que en la actualidad está integrada en la provincia de Pontevedra. Se sabe que penetraron en la ciudad de A Coruña, de manera clandestina para reconocer sobre el terreno las defensas y las baterías, cuando la ciudad se encontraba tomada por el mariscal Ney.

En 1810, el general Castaños dio la orden de disolución del Batallón Literario, otorgando a los pocos que quedaron con vida, el rango de oficiales en los cuerpos militares. En la plaza de la Quintana de Santiago de Compostela, llamada también de los literarios, una placa recuerda la gesta.