El misterio de la desaparición de la cabeza del pintor Francisco de Goya debería haber quedado despejado el pasado año 2020 mediante la realización de unas pruebas de ADN que finalmente no se realizaron.
Francisco de Goya. |
En cualquier caso y a la espera de las pruebas citadas es interesante conocer qué es lo que pudo pasar con la cabeza del pintor aragonés que no fue hallada cuando su cadáver se exhumó para ser trasladado a España desde la ciudad francesa de Burdeos, donde falleció el artista en 1828.
El cónsul español en Burdeos en 1880, Joaquín Pereyra, paseaba por el cementerio de la ciudad francesa cuando descubrió una doble sepultura en la que estaban enterrados Francisco de Goya y Lucientes y su consuegro, Martín Miguel de Goicoechea. El hecho se lo comunicó a las autoridades españolas y francesas, y ocho años más tarde el cadáver del pintor volvió a España.
Pero el cuerpo exhumado, inexplicablemente, carecía de cabeza. Hace un par de años el Museo de Aquitania, en Burdeos, creyó haber hallado en sus sótanos los restos del escritor francés Michel de Montaigne dentro de un féretro. Al lado del ataúd, encontraron un cráneo y una mandíbula sueltos de los que desconoce su origen y algunos especularon sobre si se podrían tratar de los restos perdidos de Goya.
Remontándonos a finales del siglo XIX hay que señalar que el citado cónsul español dejó constancia de que que estuvo presente en la exhumación del cuerpo del pintor antes de su traslado a España y que, para sorpresa de los asistentes a ese acto, le faltaba el cráneo.
El ataúd había sido fabricado en madera y no poseía ninguna placa ni inscripción que señalase a quién pertenecía. En el interior de la caja mortuoria solo había, además del cuerpo, un tejido de seda de color marrón, que debía ser del gorro con que se presume que fue enterrado Goya, según el mismo testimonio de Pereyra.
Los restos incompletos fueron trasladados a Madrid en 1899. Primero se ubicaron en la catedral de San Isidro y en 1919 definitivamente en la ermita de San Antonio de la Florida, cuyo interior fue decorado por el propio Goya.
Según diversas investigaciones, se cree que Goya fue enterrado en el cementerio de La Chartreuse de Burdeos y que posiblemente el cráneo fue robado por falsos frenólogos que intentaban examinar la caja craneal del pintor. La frenología es una seudociencia que considera que el carácter y la personalidad de las personas depende de la forma del cráneo.
Sin embargo, otros investigadores se muestran contrarios a la tesis anterior, ya que piensan que no hay ningún argumento que permita atribuirle el cráneo a Francisco de Goya. En todo caso, tanto el cráneo como la mandíbula serán, antes o después, sometidos a análisis de ADN para aportar información suplementaria que pueda ligarlo o no a los restos de Montaigne. Todavía quedaría la posibilidad de compararlos con los de Goya en San Antonio de la Florida.
En España se mantiene otra hipótesis que apunta a que en el año 1849, por encargo del marqués de San Adrián, 21 años después de la muerte de Goya, el artista Dionisio Fierros pintó una obra llamada Vanitas. En su parte posterior se puede leer: “Cráneo de Goya pintado por Fierros”. A la calavera representada en el cuadro le falta la mandíbula. Se sabe que Fierros poseía una calavera y que su hijo, estudiante de Medicina, se la llevó para hacer prácticas. Nunca la devolvió. El cuadro de Fierros estuvo mucho tiempo perdido hasta que en 1918 el anticuario zaragozano Hilarión Gimeno se lo adquirió a una familia de Navarra.
Tras comprarlo, lo donó al Museo de Zaragoza, que desde entonces lo expone. En la parte posterior se distingue el número cuatro, lo que indica que formaba parte de una serie, la firma del marqués y la inscripción donde se lee que es la calavera del artista.
Pero en el museo aragonés se muestran escépticos respecto a la posibilidad de que el cuadro refleje el auténtico cráneo del genio de la pintura, ya que de piensan que se trata de un letrero añadido posteriormente para revalorizar la obra.
Sin embargo, en el museo se plantean dos preguntas. La primera, saber si en algún momento se profanó la tumba y el cráneo de Goya fue robado por los supuestos frenólogos, coleccionistas o románticos. Y la segunda, sobre la posibilidad de que fuera el propio Francisco de Goya el que hiciera el donativo en vida de su cabeza, a través de su amigo el doctor Jule Laffargue, para que fuese estudiada en el asilo de San Juan de Burdeos y después en la Facultad de Medicina de París.
Este supuesto hace pensar que la cabeza fue llevada, finalmente, al Museo de Aquitania, en Burdeos y colocada en un sótano junto a los restos de Michel de Montaigne. La incógnita seguirá en el aire has que se realicen las previstas pruebas de ADN, que sufren retraso, quizá también a causa de la COVIP-19.
Buen día. Disculpe lo inculto y lo desinformado que soy, pero no sabía nada de esto. Y bueno, ya me enteré.
ResponderEliminarQue historia tan escabrosa, alucinante y misteriosa. Gracias por compartirla.