Helmut Schmidt. |
Hay
que situarse
a
principios de 1975,
la
muerte del dictador parecía inminente, y las
fuerzas políticas de la izquierda en la clandestinidad empiezan a
mover sus fichas. En
marzo de 1974
el canciller alemán
Helmut
Schmidt
decide
lanzar una iniciativa destinada a promover la estabilidad en la
Península
Ibérica,
que se
iba a traducir, básicamente, en un gran apoyo a los partidos
socialistas capaces y deseosos de contrarrestar la influencia de los
comunistas en Portugal
y
España.
El
congreso del
PSOE
en
Suresnes
había
sido la
primera piedra
en ese camino. Celebrado en octubre de 1974 a las afueras de París,
supuso
la escenificación de un relevo generacional entre la vieja guardia
del partido y una nueva generación encabezada por Felipe
González
y
Alfonso Guerra.
Después Willy Brandt invitaría a González a Bonn en abril del año siguiente. Según las fuentes, allí el joven demostraría un realismo y moderación muy raras entre la oposición franquista. Calificó como “poco realista y suicida” la intención del PCE de demoler el franquismo, ya que llevaría a un golpe de Estado, y planteó que la democracia sólo saldría adelante si se seguía el plan de desmantelamiento que el rey Juan Carlos y su entrorno más cercano había establecido y que González conocía.
Desde
entonces, el PSD
alemán y el PSOE
serían uña y carne, y Brandt
se encargaría de presentar a ese joven andaluz como la gran promesa
de la política española, por ejemplo, presionando a
Madrid
para que recuperase su pasaporte. Gracias a ello consiguió viajar a
Mannheim
donde conoció a Günter
Grunwald,
director ejecutivo de la FES,
que le ofreció la
ayuda
de
Dieter
Koniecki
para desarrollar un programa de cooperación con el PSOE
y
la UGT.
Todos los acuerdos
de financiación y apoyo serían llevados a cabo solamente con Felipe
González
y Alfonso
Guerra.
El
trabajo del alemán en España comenzó en febrero de 1976,
donde tuvo que enfrentarse a dos retos. Por un lado, preparar al PSOE
para las elecciones parlamentarias que, más pronto que tarde, se
celebrarían. Por otro, reforzar el ala moderada del partido frente a
la marxista.
En
aquel momento, el gran hándicap de
Partido
Socialista
era
su escasa presencia
en la
geografía provincial,
por lo que el esfuerzo se centró en abrir agrupaciones locales en 27
capitales provinciales. En diciembre, el PSOE
ya tenía un comité en cada provincia, pero tan sólo 7.733
afiliados.
Puesto
que seguía
siendo
una organización
ilegal, se funda
el Instituto
de Técnicas Electorales (ITE)
para servir como departamento de prensa y propaganda, y una
delegación de la misma se traslada
a Alemania
para recibir formación.
A
lo largo de todo ese año, Koniecki,
junto a Etelvino
González
y Luis
Gómez Llorente,
organizó un programa de entrenamiento para los socialistas
españoles. Seminarios, como la Escuela
de Verano
del PSOE,
tenían como objetivo ayudar a los socialistas españoles a superar
la mentalidad de búnker formada durante la dictadura.
Como
explica el estudio realizado
por Antonio
Muñoz Sánchez,
profesor
del Instituto
de Ciências Sociais
de la
Universidad de Lisboa,
“sólo rebajando su radicalismo y dejando de actuar como una
organización secreta, el PSOE
podía ganar terreno en la sociedad española y aspirar a obtener una
gran cantidad de apoyo popular”.
El
primer congreso celebrado por el PSOE en España en 40
años, en diciembre de 1976 bajo el eslogan “Socialismo es
libertad”, también contó con la presencia de Willy Brandt
y de Olof Palme, del partido socialdemócrata sueco.
A
partir de ahí, el camino a seguir estaría marcado por un estudio
sociológico financiado por la FES que señalaba que “la
mayoría de los españoles no querían cambios en el sistema
económico, estaban fascinados por Europa y, debido a los
recuerdos traumáticos de la guerra civil, temían cualquier
conflicto político”. De ahí que los mítines de la campaña de
primavera de 1977 fuesen, en palabras de Muñoz, “un festín
de mensajes positivos, música y globos, sin apenas menciones al
pasado”.
En
aquellas elecciones, el PSOE obtuvo un 29,4 por ciento, frente
al 9,3 por ciento del PCE. Les faltaba mucho por delante, pero
ya se habían convertido en el partido dominante de la izquierda y
una seria alternativa de gobierno.
Mientras
tanto, la
FES
financiaba la puesta en marcha de la Fundación
Pablo Iglesias
y de la Fundación
Largo Caballero,
de la UGT.
Ello se traduciría en una gran cantidad de seminarios y cursos,
cerca
de 2.000, celebrados
hasta el año 1982. El siguiente paso para el
Partido
Socialista
se encontraba en ampliar sus resultados en las provincias.
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