Mastodon Clave Menor: Los trapos sucios del Opus Dei (II)

Publicidad

sábado, 14 de diciembre de 2019

Los trapos sucios del Opus Dei (II)

En el capítulo anterior se hizo una introducción general sobre la esencia y la presencia del Opus Dei. Hoy se trata de conocer uno de los aspectos más oscuros de la Obra, su financiación, que sigue siendo territorio opaco.

El 23 de enero de 2017 el Papa Francisco nombró prelado del Opus Dei a monseñor Fernando Ocáriz Braña. El Santo Padre confirmaba la elección realizada por el tercer congreso electivo de la prelatura en ese mismo día.

Con ese nombramiento, monseñor Fernando Ocáriz, que era vicario auxiliar del Opus Dei, se convertía en el tercer sucesor de san Josemaría al frente de la prelatura, tras el fallecimiento de Javier Echevarría, el 12 de diciembre de 2016. Fernando Ocáriz nació en París, el 27 de octubre de 1944, hijo de una familia española exiliada en Francia por la guerra civil. La llegada de Ocáriz no ha arrojado luz sobre las actividades del Opus.

Fernando Ocáriz Braña.
La institución perteneciente a la Iglesia Católica, cuyo nombre completo es Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, pretende pasar por ser una “familia pobre”. Aunque gracias a las investigaciones realizadas durante muchos  años, se ha encontrado todo un sistema de obras corporativas, fundaciones y bancos unidos entre ellos a nivel institucional y controlados por los miembros del Opus Dei.

En la mayoría de los países, sobre todo de África, las obras corporativas casi no llegan a conseguir el dinero necesario para cumplir las tareas que se han propuesto. Sin embargo, España, Irlanda, Italia y Méjico son los países en los que las obras corporativas consiguen más dinero del que necesitan. De los alrededor de los 187.500.000 euros recaudados por el Opus Dei en España en 1985, una gran parte fue enviada a la central romana, a Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania, Suecia, Austria y Polonia.

Una de las principales fuentes de ingresos de la organización parece provenir de los miembros numerarios de la Obra. Estos pertenecen casi exclusivamente a las élites de la sociedad, como médicos, científicos, banqueros e industriales. Los célibes dan la integridad de su dinero a la organización y no reciben más que una modesta suma para sus gastos personales básicos.

Según las investigaciones, si un numerario o agregado se incorpora temporalmente al Opus Dei, tiene que hacer testamento. El nuevo miembro instituye como heredero a una obra corporativa del Opus Dei. Según los estatutos del Opus el que abandona no tiene derecho a que se le devuelva el dinero ni a la devolución de las prestaciones financieras aportadas.

Todo lo que gana un miembro numerario lo entrega al centro al que está adscrito. Lo mismo ocurre con las becas de instituciones públicas que reciben los estudiantes del Opus Dei. El miembro célibe recibe su dinero personal cada mes y de él da cuenta al director de su centro.

El centro envía el dinero restante a la Comisión Regional del país de residencia después de deducir una pequeña cantidad destinada al Opus Dei en Roma, por regla general a una cuenta del Instituto para las Obras de Religión (banco Vaticano o IOR). Como hecho anecdótico, para saber hasta qué punto el comportamiento financiero de cada miembro está bajo control, basta con leer una disposición que figura en el documento secreto De spiritu: “Entre los fieles del Opus Dei se prohíbe cualquier regalo por pequeño que sea”.

Señalar que las instituciones financieras del Opus Dei están muy a menudo ligadas a personas, nombres propios, y a veces a través del modo de organización característico de la Obra. Pero por el hecho de que todo el tema económico está bajo secreto, no hay forma de descubrir esos lazos en la práctica. Es más, muchos de los miembros de la Obra no los conocen. La existencia de esa red se reveló por azar en el célebre caso de José María Ruiz Mateos y RUMASA, sobre el que existe numerosa documentación publicada.

Se estima en más de 44.620.830 euros  la suma de los fondos desviados en el citado escándalo financiero. Según los periódicos españoles, no sería más que la punta del iceberg. En realidad, había sumas más importantes en juego. Como prueba las que pasaron de Rumasa al Opus Dei.
Mientras que el holding estaba al borde de la quiebra, Ruiz Mateos afirmó que habría pagado alrededor de 9,15 millones de euros al Instituto de Educación e Investigación (IEI) también con estructura próxima al Opus.

Por supuesto que el Opus Dei desmintió enérgicamente estas afirmaciones. Según la institución José María Ruiz Mateos habría falsificado los hechos. “Y además la Obra no sería responsable de las actividades libres de sus miembros”.

Aunque hay que reseñar que otros grandes escándalos financieros fueron relacionados, de una manera u otra, con actividades del Opus Dei. Basta recordar lo sucedido en el propio IOR o en el Banco Ambrosiano, además de lo que pasó con el holding Rumasa y el desaparecido Banco Popular.

Los principios del sistema de fundaciones del Opus Dei se pudieron comprobar en la Bolsa de Londres, donde en 1964 se creó la Netherhall Educational Association, y también, un poco más tarde, la Fundación General Mediterránea en España (FGM), por un grupo bancario próximo al Opus Dei, el Atlántico-Bankunión.

Al mismo tiempo en 1972 en la Bolsa de Zurich se creó la Fundación Limmat, que mientras floreció el holding Rumasa, se desarrolló progresivamente para convertirse en el punto central de una red internacional de fundaciones y bancos próximos  a la Obra. Curiosamente la mayoría de los miembros de esas fundaciones eran a su vez miembros del Opus Dei.

La fundación Limmat fue creada por el abogado de Zurich Alfred Wiederkehr, que aparentemente no es un miembro del Opus Dei. Pero se cree que presuntamente aportó un capital de cerca de 5.354.800 euros. La fundación “persigue exclusivamente objetivos de utilidad pública especialmente en el ámbito de la educación, tanto en el interior del país como en el extranjero. Está exenta de impuestos puesto que es de interés público”, afirman los responsables del Opus Dei.

Casualmente Alfred Wiederkehr, que se convertiría en el presidente de control de la fundación,  era presidente del consejo de administración de Nordfinanzbank de Zurich, que estuvo integrado en el holding Rumasa. Las transacciones que Ruiz Mateos denunció pasaban por Nordfinanzbank.

Tampoco hay que olvidar el emporio bancario de Roberto Calvi. El denominado “banquero de Dios” por sus considerables negocios con el Vaticano que era director del mayor banco italiano, el Ambrosiano, y que quebró de manera espectacular en 1982. Calvi fue condenado a cuatro años de prisión por comercio ilegal de divisas. Lo encontraron ahorcado bajo un puente de Londres. La policía inglesa dijo primero que era un suicidio, pero más tarde las autoridades británicas pusieron en duda esta afirmación.

Además del banco Ambrosiano, el IOR, y su presidente entonces el cardenal arzobispo Marcinkus estuvieron también en la picota. El banco del Vaticano era con mucha diferencia el mayor accionista minoritario en el momento de la quiebra de Calvi. La policía bancaria italiana calificó al Vaticano de “responsable” en la materia. Sorprendentemente el Vaticano, sin firmar ningún reconocimiento de deudas, ofreció un arreglo a 88 acreedores del Banco Ambrosiano y se entendió con ellos por un total de 250 millones de dólares, suma sobre de la que el Vaticano descontó 6 millones de dólares por pago rápido.

Todos estos hechos están probados pero queda la gran cuestión, saber cómo el Vaticano que a la sazón experimentaba grandes dificultades para pagar a sus empleados pudo encontrar tan rápidamente el dinero para satisfacer a los acreedores.
 Se dice que los financieros del Opus Dei intervinieron y exigieron a cambio poder ejercer una influencia determinante sobre la política vaticana con respecto a los países comunistas y en vías de desarrollo.  La conclusión es que finalmente se creó un sistema financiero enteramente controlado por el Opus Dei.

Como ya se ha dicho, las bases  de la Obra ignoran todos estos pormenores. Muchos miembros no los ven, incluso no quieren saber nada. Para ellos la Obra hace bien lo que hace. El Opus Dei no tiene nada que ver con las cuestiones de este mundo. Quieren vivir su fe hasta el final y sirven a la Obra sin hacerse notar. Este compromiso religioso admirable, desde fuera hace ver  de forma inevitable, que la estructura interior del Opus se parece a la de las sociedades secretas cuyas partes están aisladas unas de otras.

El Opus Dei funciona así. Además de que se distingue de otras organizaciones seculares por el hecho de que posee, en virtud de sus estatutos, una teología oficialmente aprobada por la Iglesia, que defiende la separación del ámbito espiritual y temporal. Con esta ‘teología’ las ramificaciones son invisibles y reciben legitimación. El miembro de base estaría protegido del interior y del exterior de la organización. Sólo la cúpula puede conocer todo el entramado de conexiones del Opus Dei.

No hay comentarios:

Publicar un comentario