El 23 de enero de 2017 el Papa Francisco nombró prelado del Opus
Dei a monseñor Fernando Ocáriz Braña.
El Santo Padre confirmaba la elección realizada por el tercer congreso electivo
de la prelatura en ese mismo día.
Con ese nombramiento, monseñor
Fernando Ocáriz, que era vicario auxiliar del Opus Dei, se convertía en el tercer sucesor de san Josemaría al frente de la prelatura,
tras el fallecimiento de Javier
Echevarría, el 12 de diciembre de 2016. Fernando Ocáriz nació en París, el 27 de octubre de 1944, hijo de
una familia española exiliada en Francia
por la guerra civil. La llegada de Ocáriz
no ha arrojado luz sobre las actividades del Opus.
Fernando Ocáriz Braña. |
La institución perteneciente a la Iglesia Católica, cuyo nombre completo es Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, pretende pasar por ser una
“familia pobre”. Aunque gracias a las investigaciones realizadas durante muchos
años, se ha encontrado todo un sistema
de obras corporativas, fundaciones y bancos unidos entre ellos a nivel
institucional y controlados por los miembros del Opus Dei.
En la mayoría de los países, sobre todo de África, las obras corporativas casi no
llegan a conseguir el dinero necesario para cumplir las tareas que se han
propuesto. Sin embargo, España, Irlanda, Italia y Méjico son los
países en los que las obras corporativas consiguen más dinero del que
necesitan. De los alrededor de los 187.500.000 euros recaudados por el Opus Dei en España en 1985, una gran
parte fue enviada a la central romana, a Francia,
Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania, Suecia, Austria y Polonia.
Una de las principales fuentes de ingresos de la
organización parece provenir de los miembros numerarios de la Obra. Estos pertenecen casi
exclusivamente a las élites de la sociedad, como médicos, científicos,
banqueros e industriales. Los célibes dan la integridad de su dinero a la
organización y no reciben más que una modesta suma para sus gastos personales
básicos.
Según las investigaciones, si un numerario o agregado se
incorpora temporalmente al Opus Dei,
tiene que hacer testamento. El nuevo miembro instituye como heredero a una obra
corporativa del Opus Dei. Según los
estatutos del Opus el que abandona
no tiene derecho a que se le devuelva el dinero ni a la devolución de las
prestaciones financieras aportadas.
Todo lo que gana un miembro numerario lo entrega al centro
al que está adscrito. Lo mismo ocurre con las becas de instituciones públicas
que reciben los estudiantes del Opus Dei.
El miembro célibe recibe su dinero personal cada mes y de él da cuenta al
director de su centro.
El centro envía el dinero restante a la Comisión Regional del país de residencia después de deducir una
pequeña cantidad destinada al Opus Dei
en Roma, por regla general a una
cuenta del Instituto para las Obras de
Religión (banco Vaticano o IOR). Como hecho anecdótico, para saber
hasta qué punto el comportamiento financiero de cada miembro está bajo control,
basta con leer una disposición que figura en el documento secreto De spiritu: “Entre los fieles del Opus Dei se prohíbe cualquier regalo
por pequeño que sea”.
Señalar que las instituciones financieras del Opus Dei están muy a menudo ligadas a personas,
nombres propios, y a veces a través del modo de organización característico de
la Obra. Pero por el hecho de que
todo el tema económico está bajo secreto, no hay forma de descubrir esos lazos
en la práctica. Es más, muchos de los miembros de la Obra no los conocen. La existencia de esa red se reveló por azar en
el célebre caso de José María Ruiz
Mateos y RUMASA, sobre el que
existe numerosa documentación publicada.
Se estima en más de 44.620.830 euros la suma de los fondos desviados en el citado
escándalo financiero. Según los periódicos españoles, no sería más que la punta
del iceberg. En realidad, había sumas más importantes en juego. Como prueba las
que pasaron de Rumasa al Opus Dei.
Mientras que el holding estaba al borde de la quiebra, Ruiz Mateos afirmó que habría pagado
alrededor de 9,15 millones de euros al Instituto
de Educación e Investigación (IEI) también con estructura próxima al Opus.
Por supuesto que el Opus
Dei desmintió enérgicamente estas afirmaciones. Según la institución José María Ruiz Mateos habría
falsificado los hechos. “Y además la Obra
no sería responsable de las actividades libres de sus miembros”.
Aunque hay que reseñar que otros grandes escándalos
financieros fueron relacionados, de una manera u otra, con actividades del Opus Dei. Basta recordar lo sucedido en
el propio IOR o en el Banco Ambrosiano, además de lo que pasó
con el holding Rumasa y el
desaparecido Banco Popular.
Los principios del sistema de fundaciones del Opus Dei se pudieron comprobar en la Bolsa de Londres, donde en 1964 se creó
la Netherhall Educational Association,
y también, un poco más tarde, la Fundación
General Mediterránea en España (FGM),
por un grupo bancario próximo al Opus
Dei, el Atlántico-Bankunión.
Al mismo tiempo en 1972 en la Bolsa de Zurich se creó la Fundación
Limmat, que mientras floreció el holding Rumasa, se desarrolló progresivamente para convertirse en el punto
central de una red internacional de fundaciones y bancos próximos a la Obra.
Curiosamente la mayoría de los miembros de esas fundaciones eran a su vez
miembros del Opus Dei.
La fundación Limmat
fue creada por el abogado de Zurich Alfred Wiederkehr, que aparentemente no
es un miembro del Opus Dei. Pero se
cree que presuntamente aportó un capital de cerca de 5.354.800 euros. La
fundación “persigue exclusivamente objetivos de utilidad pública especialmente
en el ámbito de la educación, tanto en el interior del país como en el
extranjero. Está exenta de impuestos puesto que es de interés público”, afirman
los responsables del Opus Dei.
Casualmente Alfred
Wiederkehr, que se convertiría en el presidente de control de la fundación,
era presidente del consejo de
administración de Nordfinanzbank de Zurich, que estuvo integrado en el
holding Rumasa. Las transacciones que Ruiz
Mateos denunció pasaban por Nordfinanzbank.
Tampoco hay que olvidar el emporio bancario de Roberto Calvi. El denominado “banquero de Dios” por sus considerables
negocios con el Vaticano que era
director del mayor banco italiano, el Ambrosiano,
y que quebró de manera espectacular en 1982. Calvi fue condenado a cuatro años de prisión por comercio ilegal de
divisas. Lo encontraron ahorcado bajo un puente de Londres. La policía inglesa dijo primero que era un suicidio, pero
más tarde las autoridades británicas pusieron en duda esta afirmación.
Además del banco Ambrosiano,
el IOR, y su presidente entonces el
cardenal arzobispo Marcinkus
estuvieron también en la picota. El banco del Vaticano era con mucha diferencia
el mayor accionista minoritario en el momento de la quiebra de Calvi. La policía bancaria italiana
calificó al Vaticano de
“responsable” en la materia. Sorprendentemente el Vaticano, sin firmar ningún reconocimiento de deudas, ofreció un
arreglo a 88 acreedores del Banco
Ambrosiano y se entendió con ellos por un total de 250 millones de dólares,
suma sobre de la que el Vaticano descontó
6 millones de dólares por pago rápido.
Todos estos hechos están probados pero queda la gran
cuestión, saber cómo el Vaticano que
a la sazón experimentaba grandes dificultades para pagar a sus empleados pudo
encontrar tan rápidamente el dinero para satisfacer a los acreedores.
Se dice que los
financieros del Opus Dei
intervinieron y exigieron a cambio poder ejercer una influencia determinante
sobre la política vaticana con respecto a los países comunistas y en vías de
desarrollo. La conclusión es que
finalmente se creó un sistema financiero enteramente controlado por el Opus Dei.
Como ya se ha dicho, las bases de la Obra
ignoran todos estos pormenores. Muchos miembros no los ven, incluso no quieren
saber nada. Para ellos la Obra hace
bien lo que hace. El Opus Dei no
tiene nada que ver con las cuestiones de este mundo. Quieren vivir su fe hasta
el final y sirven a la Obra sin
hacerse notar. Este compromiso religioso admirable, desde fuera hace ver de forma inevitable, que la estructura
interior del Opus se parece a la de
las sociedades secretas cuyas partes están aisladas unas de otras.
El Opus Dei
funciona así. Además de que se distingue de otras organizaciones seculares por
el hecho de que posee, en virtud de sus estatutos, una teología oficialmente
aprobada por la Iglesia, que
defiende la separación del ámbito espiritual y temporal. Con esta ‘teología’ las ramificaciones son
invisibles y reciben legitimación. El miembro de base estaría protegido del
interior y del exterior de la organización. Sólo la cúpula puede conocer todo
el entramado de conexiones del Opus Dei.
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