Baños de Carratraca. |
El origen del balneario de Carratraca se remonta a tiempos inmemoriales. Griegos y romanos ya
utilizaron sus aguas minero-medicinales, antes de que los visigodos destruyeran
estas instalaciones por las que después pasarían la emperatriz Eugenia de Montijo, Fernando VII, que
mandó construir el hotel anexo al actual balneario, Rilke, Lord Byron, Alejandro Dumas, Gustavo Doré, Campoamor,
Valera, Muñoz Degrain, Moreno
Carbonero, Romero de Torres y Trinidad Grund, entre otros muchos.
Posteriormente a la destrucción por los bárbaros, resurge en
tiempos del caudillaje del mozárabe Omar
ben Hafsúm, volviendo a desaparecer a consecuencia del enfrentamiento entre
árabes y cristianos. A partir del siglo XVI volvería a recuperar su actividad.
Sus aguas declaradas de utilidad pública en el año 1849,
llegaron a ser muy apreciadas. Todavía hoy en sus instalaciones se pueden ver
detalles que hablan de las distintas categorías que se daban a los baños,
dependiendo del precio y de la clase social del agüista. Incluso las tres
puertas de acceso a los baños estaban destinadas a usos distintos.
Cuentan que la puerta de la izquierda de acceso al balneario
estaba destinada al uso exclusivo de la Emperatriz,
la puerta central a los que pagaban y la derecha a los usuarios de
beneficencia, ya que existe un privilegio real, que ahora no se ejercita, de
que todos los nacidos en Carratraca
podían hacer uso gratuito de una de las tres albercas existentes, precisamente
la denominada Alberca Real.
Cuando en el año 1972 se hace cargo de la explotación de
estas instalaciones una sociedad encabezada por un malagueño, Eduardo Martín Almendros,
consejero-delegado y director, tanto del palacio neoclásico que alberga los
baños como el bello edificio de reconocido valor histórico que es sede del ahora
Hostal del Príncipe, se encontraban
en absoluto estado de abandono y con evidentes muestras de haber sido desvalijados.
El máximo esplendor del balneario de Carratraca se alcanza alrededor del año 1860, fecha en la que llegan
a existir en la localidad situada a los pies del pico Alcaparain hasta tres casinos, lo que da una idea de la actividad
turística del lugar, que durante la temporada del verano era una fiesta
permanente.
Pocos años antes en 1836, se había inaugurado el Hotel del Príncipe, mandado a construir
por el rey Fernando VII.
Capítulo aparte se podría hablar de las cualidades de sus
apreciadas aguas y también de la belleza del entorno natural que rodea las
históricas instalaciones. Pero esa cuestión queda para otro día. Añadir que los
baños han sido recientemente rehabilitados como gran hotel balneario Villa Padierna.
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