Mastodon Clave Menor: Soy un santón

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lunes, 22 de enero de 2018

Soy un santón

“El caminante impenitente hace de la ruta su albergue”
 (Elogio del caminar, David Le Breton)

Suelo contar, al que tiene la paciencia de escuchar, que he sido afortunado por la vida, “que  me ha dado tanto” como dice la canción de Violeta Parra, interpretada mejor que nadie, por Mercedes Sosa. Desde muy joven y después de una infancia feliz, rodeado de la pandilla constituida por mis siete herman@s, comprendí que había aprendido a volar y soñar. Sobre todo gracias a la formación humanística que me dieron mis progenitores.

Para escándalo, asombro o regocijo del selecto círculo de amig@s o conocid@s que siempre me han acompañado, repito, desde hace años, que no me importaría morir en este mismo instante, lo que no quiere decir que lo desee, pero que a mi edad, recién cumplidos los 60, creo haber logrado la mayoría de los objetivos que pueden calificar de plena tu propia existencia. No tod@s podrán afirmar lo mismo.

Mi dosis de osadía me impidió quedarme en el redil del común de los mortales y me lancé a la carrera de vivir la vida apasionadamente en el terreno que le es propicio a los que ahora denominan emprendedores. Gocé y todavía disfruto de mi larga carrera profesional como periodista, un oficio que mi padre consideraba propio de personas de mal vivir. Al respecto diré que hace poco, en Málaga, provincia en la que residí un buen puñado de años y que adoro, un joven, pero ilustrado y admirado colega, me comentó que en los términos actuales yo sería un influencers, calificativo que me halagó y tomé como un piropo.

Ramón Triviño.

He viajado por una parte importante del mundo, aunque ahora tengo la pereza de hacer y deshacer maletas y la sensación de sentirme maltratado en los insoportables aeropuertos. He sido pleno en vivencias y experiencias, creo que amé y fui amado con intensidad ilimitada, aunque todavía no se me haya pasado el arroz. Casi siempre me he sentido muy querido. Reconozco que muchas veces viví al límite, en ocasiones haciendo demasiados equilibrios sobre el alambre. Además, quiero resaltar que he sido padre de un hijo del que me siento más que orgulloso, que a su vez me dio un nieto que hace que se me caiga la baba. No pensé que llegaría a ser abuelo.

A modo de resumen, decir que ahora puedo suscribir, de principio a fin, la letra de otra preciosa pieza musical, en este caso interpretada por Frank Sinatra, titulada A mi manera.

La vida da muchas vueltas y confirma que sus caminos son inescrutables. Tanta intensidad, emoción y riesgo me pasaron su correspondiente factura. Padecí problemas cardiovasculares, sufrí una depresión severa y, más tarde, un pequeño accidente cerebral, el temido ictus, que además de las pequeñas secuelas puso en evidencia que mis cañerías, como me dijo un neurólogo, no estaban en muy bien estado. Más bien todo lo contrario.

El período de convalecencia y recuperación me permitió iniciar profundas reflexiones sobre la vida misma, de la mano del que sería a partir de entonces mi mentor, al que nunca podré compensar tanta ayuda. Aprendí que las frecuencias armónicas en nuestro cuerpo y espíritu son el centro de la salud de cada individuo.

Me enseñó  que la búsqueda de mayores niveles de salud es lo más importante en la vida del ser humano y que necesitas asumir la responsabilidad de tu propia salud y por lo tanto, iniciar un proceso de acercamiento esencial, que te permita redescubrir el significado más completo de la salud. Sin darme cuenta había emprendido la experiencia de buscar la salud como camino de vida.

Una oportunidad que creo que ha transformado por completo mi existencia y que me lleva a planteamientos vitales que, siendo la misma persona que era, me ha abierto nuevas posibilidades que antes ni tan siquiera me había planteado y que gracias a ellas he podido acceder a nuevas áreas de conocimiento que invitan a plantear, por ejemplo, la existencia de las cosas que ves, o que realmente lo que existe no es lo que ves.

Esta afirmación, que dicha así parecerá una chaladura, producirá una sonrisa al ser leída por otro de mis mentores de la nueva etapa de vida, que me obligó a reflexionar sobre el pensamiento de Albert Einstein que mantiene que “no podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”.

En conclusión, me encuentro pletórico de energía, he aprendido a observar y a escuchar con mayor atención todavía, y deseo poder compartirla con los que se crean necesitados de ella. Desde hace meses tengo la impresión de que me he transformado en un santón.

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