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sábado, 19 de marzo de 2022

La espía Virginia Hall

 

Calificada por los nazis como la espía más peligrosa en Francia, Virginia Hall trabajó para los servicios secretos británico y estadounidense convirtiéndose en una de las piezas clave para el triunfo aliado en las playas de Normandia. Nacida el 6 de abril de 1906 en Baltimore (USA), Virginia Hall fue una figura clave durante la II Guerra Mundial. Pese a haber sufrido la amputación de su pierna izquierda, Hall se convirtió en una pesadilla para los nazis que la definieron como "la más valiosa agente aliada en Francia".


Virginia Hall.


Hall cursó estudios en Radcliffe, la facultad para mujeres de la Universidad de Harvard; en Barnard, la facultad femenina de la Universidad de Columbia, y en la escuela de posgrado de la American University en Washington, donde aprendió francés, italiano y alemán. Rompiendo las costumbres de la época, viajó por Europa y estudió en la Escuela de Ciencias Políticas de París, en la Konsularakademie de Viena y en Alemania. Al finalizar sus estudios de posgrado, Virginia aceptó un puesto de secretaria en la Embajada de Estados Unidos en Varsovia y desde allí fue trasladada a Izmir, en Turquía. Fue en aquella ciudad donde en un accidente fortuito, durante una cacería, perdió su pierna izquierda a la altura de la rodilla. A pesar de que en principio la herida no revestía gravedad, la tardanza en recibir atención médica provocó que la herida se gangrenara y el miembro tuviera que ser amputado.

Cuthbert, mote cariñoso con el cual Virginia llamaba a su pierna ortopédica, resultó ser un impedimento más para continuar con su carrera diplomática, que se añadió a lastrabas que encontró en su camino por el mero hecho de ser mujer. Tras ser apartada del Departamento de Estado, Virginia decidió dar un giro a sus objetivos para intentar luchar contra el fascismo que se estaba apoderando de toda Europa. Viajó a Francia y se alistó en el servicio de ambulancias. Tras la invasión alemana, huyó en bicicleta del país galo, pedaleando con su pierna de madera, hasta llegar a la costa francesa, donde embarcó en un ferry que la condujo hasta Gran Bretaña. A su llegada a Londres conoció a Vera Atkins, una espía británica de origen rumano y una hábil reclutadora de la Sección F (por Francia) de la Dirección de Operaciones Especiales (SOE), organismo responsable de enviar agentes a Europa para sabotear, espiar, robar y matar nazis.

Con el nombre en clave de Germaine, Virginia Hall se lanzó en paracaídas sobre Francia con la misión de recopilar toda la información posible acerca de la ocupación alemana. Haciéndose pasar por periodista, comenzó su misión de informar a Londres sobre los movimientos delas tropas alemanas y colocar bombas en las instalaciones militares nazis. Su fama se extendió entre la resistencia, pero también entre los agentes de la Gestapo, la policía secreta nazi. Para lograr dar con ella, los alemanes hicieron imprimir carteles con un supuesto retrato suyo y con el mensaje: "Esta mujer que cojea es una de las más peligrosas agentes de los aliados en Francia, y debemos encontrarla y destruirla".

En un principio, Virginia, con pasaporte estadounidense y su discapacidad física, no parecía representar un peligro para la Gestapo, por lo que pudo formar a un grupo de miembros de la resistencia francesa bajo el nombre en clave de Heckler sin levantar sospechas. Su principal objetivo era garantizar el regreso seguro de los pilotos británicos abatidos y apoyar a otros grupos de la resistencia y a agentes del SOE. Poco a poco, Virginia se fue convirtiendo en la obsesión de Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en la ciudad francesa de Lyon y encargado de torturar personalmente a todos los prisioneros franceses que caían en sus manos.

Gracias a Abbe Ackuin, cuyo nombre en clave era Bishop, un espía que la Gestapo logró infiltrar en la resistencia francesa, los nazis lograron arrinconar a Virginia, y parecía cuestión de tiempo que la arrestaran, pero no lo consiguieron. La dama coja, como era conocida por los alemanes, consiguió escapar cruzando los Pirineos hasta llegar España. Pero a su llegada a la frontera, las autoridades de inmigración la detuvieron por entrar sin visado. Durante 6 semanas, Virginia estuvo en la prisión de Figueres (Gerona) hasta que la embajada de Estados Unidos presionó a las autoridades franquistas para que la liberaran. Entonces, Virginia Hall dejó de trabajar para el SOE británico y pasó a formar parte de la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos (OSS), predecesora de la actual CIA.

De nuevo en Francia, Virginia adoptó la identidad de Marcelle Montagne, una anciana campesina del pequeño pueblo de Crozant, en el centro del país galo, que vivía en una granja donde cuidaba vacas, hacía queso y ayudaba al propietario. Durante aquel tiempo recopiló información vital sobre los movimientos de las tropas alemanas y estableció contactos con la resistencia. A pesar de la sólida cobertura que le proporcionaba su nueva identidad, fue interrogada y varios agricultores locales fueron asesinados. Ante el riesgo de ser descubierta, Hall transmitió por radio a Londres el siguiente comunicado: "Los lobos están en la puerta", y huyó.

Durante las semanas previas al Día D, Virginia conformó la resistencia en la ciudad de Cosne-Cours-sur-Loire, dividiendo la organización en cuatro grupos de 25 hombres. A cada grupo le encargó diversos actos de sabotaje contra las unidades alemanas establecidas allí. A medida que se iba acercando el Día D, la resistencia comandada por Virgina se encargó de sabotear líneas ferroviarias, comunicaciones, puentes y carreteras para retrasar el avance alemán hacia las playas de Normandía.

Tras su vital papel en la conclusión de la guerra, durante el resto de su vida, Virginia Hall trabajó para la CIA, que incluso dio su nombre a unas de sus instalaciones. Después de la II Guerra Mundial, fue honrada por sus acciones, el gobierno de Francia le otorgó la Croix de Guerre avec Palme, el gobierno británico la convirtió en miembro de la Orden del Imperio Británico, y el gobierno de Estados Unidos le hizo entrega de la Cruz del Servicio Distinguido. Virginia Hall murió en 1982, a los 76 años de edad en Rockville, Maryland (Estados Unidos).


Fuente documental: Historia. National Geographic. J. M. Sadurní

sábado, 24 de abril de 2021

La espía española caza-nazis

 

Marina Vega de la Iglesia fue una espía española, caza-nazis y antifranquista. La única mujer en la red española al servicio de la Resistencia Francesa al mando de Charles de Gaulle, a la que accedió con tan solo 17 años. Marina Vega nació en Torrelavega (Cantabria), el 9 de Junio de 1924, y falleció en Madrid el 11 de junio de 2011. Trabajó para la Resistencia Francesa, primero desde España contra el dictador y después en Francia.


Marina Vega de la Iglesia.


Nació en el seno de una familia acomodada de tradición republicana. Su padre, director de prisiones con la República, fue condenado a 16 años de cárcel por "un delito consumado de masonería", según consta en su expediente, y enviado al penal de El Puerto de Santa María (Cádiz). Su madre fue empleada del Gobierno de la República y tuvo que vivir escondida para no ser represaliada. Por ello, y para protegerla, Marina fue enviada a Francia con unos amigos de la familia.


Vivía en París cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. La familia que la acogió decidió marcharse a México. Marina, aún sin tener noticias de sus padres tomó la decisión de regresar a España. Al llegar a Madrid los localizó. El estado familiar le provocó una depresión y se fue a León con unos amigos de la familia. Allí conocería a un joven que estaba relacionado con el servicio diplomático francés. Al cerrar el general Franco la Embajada de Francia, el servicio secreto de este país se instaló en la legación inglesa.


Marina llegó justo cuando ellos buscaban una mujer española no fichada y que pudiera moverse con libertad por el país y fue admitida. A partir de ese momento, haría múltiples viajes a la frontera franco-española. Introducía gente en España, llevaba y traía documentos y dinero. En la red de apoyo, había desde sastres, para vestir a los que cruzaban la frontera hasta falsificadores de documentación. Fueron descubiertos por la Segunda Bis, el contraespionaje español. Entonces tuvo que huir a Francia. Allí siguió haciendo trabajos de información hasta que terminó la Segunda Guerra Mundial.


También ayudó a muchas personas a escapar de la persecución alemana. “Entre 1942 y 1944 hacía dos viajes por semana a Francia. No sé a cuánta gente pude haberme traído. Deduzco que serían judíos franceses que huían de los nazis. También algún inglés", afirmó en alguna ocasión


Con el fin de la Segunda Guerra Mundial empezó la limpieza de nazis en Francia y el resto de Europa. Fue desmovilizada en 1945 y se convirtió en un soldado sin uniforme. Su trabajo pasó a ser el de buscar alemanes nazis y colaboracionistas para juzgarles. Esto provocó una desbandada de ellos a España.


Se instaló definitivamente en España en 1950, al dar por terminados sus servicios y porque su madre seguía residiendo en su país natal. Tras su regreso continuó colaborando con diferentes organizaciones políticas. Según declaró ella misma a los 84 años, se consideraba una "masona, republicana, roja, y a mucha honra". Sus restos están enterrados en Madrid y fue condecorada por el Parlamento Europeo por defender la libertad.