El Monasterio de Santa María de Óvila, ubicado en Trillo (Guadalajara) fue vendido en 1928 por el Estado a un particular por 3.000 pesetas de la época. Éste, a su vez, lo vendió en 1931 al magnate norteamericano William Randolph Hearst. Fue desmontado piedra a piedra y enviado a Estados Unidos.
![]() |
Monasterio de Óvila. |
Aunque parte del monasterio quedó en Trillo, de nada sirvieron las cartas que el historiador Francisco Layna envió entonces a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la Real Academia de la Historia alertando del “expolio” y la “expatriación” de Óvila. El Gobierno de la República reaccionó tímidamente y tarde declarando en junio Monumento Nacional las ruinas de Óvila, cuando ya había sido exportado.
En 1941 el multimillonario vendió los restos del monasterio alcarreño a la ciudad de San Francisco por 25.000 dólares, y las piedras acabaron dispersas en un museo y un parque donde fueron objeto de nuevos expolios y actos de vandalismo, excepto su portada manierista que en 1965 fue instalada en el Hearts Court del De Young Museum de San Francisco. En 1994, lo que quedaba de la capilla fue adquirido por los monjes cistercienses de New Clairvaux (California), que durante más de diez años han recogido donativos para su reconstrucción, que comenzaron en el 2000.
El Monasterio de Santa María de Óvila, ubicado junto al río Tajo, es un antiguo cenobio cisterciense fundado en 1175 por Alfonso VIII para repoblar y cristianizar zonas recién reconquistadas. Su construcción comenzó en 1181, contando con iglesia, claustro, sala capitular y dependencias monacales, todas incorporando estilos arquitectónicos diferentes, desde el románico gótico hasta el plateresco.
Con el despoblamiento local y las guerras de los siglos XV–XIX, el monasterio entró en declive, perdió bienes, sufrió incendios (siglo XVIII), funciones parroquiales durante la Guerra de Sucesión y daños en la Guerra de la Independencia. Finalmente, en 1835 la Desamortización lo exclaustró y se vendieron sus bienes documentales y artísticos.
Como ya se ha explicado, en 1931, William Randolph Hearst compró el conjunto y lo desmontó piedra a piedra para su villa californiana, aunque el proyecto se abandonó. Las partes se dispersaron en almacenes de San Francisco y Golden Gate Park. En la década de los 90 del siglo pasado los monjes de la abadía de New Clairvaux (California) recuperaron las piezas y, con la ayuda del arquitecto José Miguel Merino de Cáceres, reconstruyeron la sala capitular gótica, considerada una de las más antiguas estructuras góticas en EE. UU.
En Trillo quedan únicamente restos de los muros, arquerías renacentistas, cimientos, una nave convertida en almacén… todo en estado abandonado y privado, pese a estar catalogado como Bien de Interés Cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario