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sábado, 22 de marzo de 2025

La casa del Crimen

 

En la ciudad de Segovia ocurrió un crimen que conmocionó a la ciudad. Es la historia de misterio que envuelve la antigua morada de Alejandro Bahín, un acaudalado segoviano que fue asesinado junto a su sirvienta, Isabel García, en la primavera de 1892.


Casa.palacio de los Ayala Berganza.


La Casa Palacio de los Ayala Berganza, también conocida como ‘Casa del Crimen’, está situada en las calles Carreta y Escultor Marinas en el barrio de San Millán, dentro del recinto murado de la ciudad de Segovia, incluida en 1985 por la Unesco en la Lista de Patrimonio Mundial.

El inmueble está ligado al florecimiento y el auge de la industria de la lana durante el siglo XV en Segovia, que atrajo a numerosas familias, entre ellas la familia Ayala Berganza, dinastía ligada a la Catedral, de gran importancia y poder. Construyó su palacio a finales del siglo XV, siguiendo la tipología de casa gótica con elementos platerescos, que la adscriben a la etapa de transición entre el gótico y el renacimiento.

En 1687, con la muerte de Antonio de Ayala, la casa comenzó su declive y pasó por distintas manos, hasta que fue comprada por un comerciante francés, Alejandro Bahin, que vivía en la mansión junto a su esposa Luisa María Massón, además de su hijo Alejandro.

Con el paso de los años, Alejandro, convertido en concejal de la ciudad, heredaba el palacio y una noche de mayo de 1892, dos ladrones asaltaban la casa debido a los rumores que hablaban de que en su interior se guardaba una gran fortuna. Pero no encontraron nada, salvo a los moradores, el propio Alejandro y su criada, que fueron estrangulados, además de colgar a un gato en una viga.

Días después, los ladrones eran detenidos, juzgados y condenados a pena de muerte, cumpliéndose el veredicto final del tribunal un año después, siendo esta la última ejecución que tuvo lugar en la ciudad de Segovia.

Según se contó después, Alejandro fue asesinado en las escaleras, lo encontraron con la cara ensangrentada y cubierta con un pañuelo, y tenía restos de cal en las uñas debido al forcejeo. El cadáver de Isabel no apareció muy lejos.

Añadir que en 1902, Ignacio Zuloaga y su amigo el pintor Pablo Uranga se instalaron en la casa, que inspiró los cuadros que han contribuido a dar fama mundial al artista vasco. Según las creencias populares, en el sótano de la casa, Uranga habría sido testigo de un aquelarre para invocar al demonio. Probablemente el relato que Uranga hiciera de este acontecimiento inspiró a Zuloaga en 1907 para la creación de su cuadro “Las brujas de San Millán”.

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