Considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, Urueña es un oasis de cultura y literatura en plena Tierra de Campos (Valladolid). El estilo medieval de esta villa castellana casa a la perfección con su producto estrella: los libros. Con menos de doscientos habitantes censados, Urueña cuenta con cinco museos, once librerías y hasta un periódico local. Se trata del único pueblo de España con más librerías que bares.
Recinto amurallado de Ureña. |
Todo ello ha hecho que Urueña sea la primera Villa del Libro de España, un título palpable en cada una de sus calles. Casi todos los espacios públicos hacen algún guiño a la lectura, y el pueblo acoge numerosos eventos relacionados con la compraventa de libros.
Urueña, que como ya se ha citado, fue la primera Villa del Libro registrada en España. Sin embargo ahora comparte el título con Bellprat (Barcelona), Cervera (Lérida), Montblanch (Tarragona), Puebla de Segur (Lérida), La Escala (Gerona) y la última incorporación Urroz-Villa (Navarra).
Un pueblo tan tranquilo y silencioso que no es raro que músicos y artistas se queden tan enganchados a ella que acaben buscando entre sus calles el lugar perfecto para componer, escribir o vivir.
También el nombre de muchas de sus calles remite a un pasado de viejas tradiciones u oficios, como se explica con detalle en sus respectivas placas. Y aunque no abundan, asoma entre esas calles alguna casona solariega y media docena de escudos nobiliarios que dan fe de un pasado mucho más lejano ligado a sus históricas murallas.
Pero además Ureña tiene su propia leyenda histórica que se refiere una historia de amor que acogió la fortaleza en torno al siglo XII. Habría tenido como protagonistas a un tal Pedro Vélez, afamado conde castellano de la época, y a una prima carnal del rey Sancho III. Y se trataría, a decir de un romance compuesto presumiblemente en el siglo XVI, de un auténtico despliegue de erotismo y ardor amoroso, perpetrado a espaldas del monarca. Una historia con trágico final ya que una vez sorprendidos ambos por don Sancho, a éste no le tembló el pulso a la hora de someter al conde al castigo más macabro: cada cuatro meses le sería amputado un miembro del cuerpo hasta morir de dolor y, por supuesto, desangrado.
Autores como Enrique Gavilán han contrapuesto este incendio erótico del siglo XII con el más devastador de octubre de 1876, cuando ardieron cien casas del pueblo -la mitad casi exacta de su caserío- incluido el viejo Ayuntamiento, arrasando así con toda la documentación histórica de la villa.
Tiene mucho de trampantojo, de decorado. El ayuntamiento es del PP y la junta de Castilla y León, y la diputación que se inventó lo de la villa del libro en un convenio con Joaquín Diaz. No es lo que parece, como tantas cosas en Castilla y León. Te lo dice un pucelano.
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