Alaska Packard Davidson fue la primera mujer que se integró como agente del Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI), pero también fue la primera en ser despedida de su trabajo por el hecho de ser mujer.
Alaska Packard. |
Nacida en Ohio en 1868, su primer apellido pasó a formar parte de la élite de la naciente industria automovilística cuando dos hermanos suyos fundaron la Packard Electric Co., que más tarde se integraría dentro de la General Motors. No se conservan muchos datos de su biografía, más allá de que se casó 2 veces y era madre de una hija, y que no cursó estudios universitarios.
La agencia, fundada en 1908, no contó con su primera agente especial femenina hasta 1924, cuando Packard, que ya contaba con 54 años, se incorporó al servicio. No obstante, el nombramiento de John Edgard Hoover como director de la agencia en 1924 cortó de raíz su carrera. La administración del presidente Warren Harding, envuelta en un gran escándalo de corrupción, intentó acallar las críticas ordenando que todos los organismos oficiales realizaran importantes recortes de gastos. Packard fue la primera elegida para abandonar el FBI.
La agencia de seguridad nacional se marcó el objetivo de combatir casos relacionados con la Ley Mann, que prohibía la trata de mujeres. Pero no conseguían obtener el éxito esperado. Así que el director de entonces, William J. Burns, decidió contratar, por primera vez en la historia, mujeres que cumplieran el rol de infiltradas, enviando la información necesaria a los agentes para poder encerrar a estos criminales.
La elección de Packard no fue casual, ya que además de la inteligencia que la destacaba, su bajo perfil y su capacidad de pasar desapercibida eran cualidades difíciles de encontrar en su época. Gracias a los pocos documentos que el FBI guardó de ella, se sabe que fue formada en Nueva York y luego trasladada a la oficina de Washington D.C. Por otro lado añadir que su salario era de 7 dólares al día, la mitad de lo que ganaba un hombre en su mismo puesto.
Entre sus misiones, el FBI le encargó que se infiltrara en el Cuarto Congreso Mundial de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad ya que lo consideraban un foro peligroso, aunque el responsable de la agencia decidió apartarla de la investigación por su supuesto apoyo a la causa de las militantes.
Aunque sus misiones secretas fueron un éxito y la información que aportaba ayudó a descubrir la identidad de diferentes agrupaciones criminales. En 1924, como ya se ha explicado, el nuevo director de la agencia, John Edgar Hoover, la obligó a renunciar asegurando que “Es una señora muy refinada, no podría funcionar en las investigaciones donde una mujer pudiera ser útil”.
Alaska Packard tenía una colega en ese momento en el FBI, la agente Jessie B. Duckstein, que también fue forzada a renunciar. No obstante, otra mujer se mantuvo en el cargo hasta 1928, Lenore Houston, a la que extrañamente decidieron encerrar en un psiquiátrico y dejar el servicio.
Desde entonces, el FBI no contó con ninguna agente femenina durante 44 años, hasta que en 1972 Hoover falleció y se aprobó una ley que obligaba a los organismos federales a favorecer la igualdad de oportunidades laborales.
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