Mastodon Clave Menor: El estado mental de los Austrias

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sábado, 20 de marzo de 2021

El estado mental de los Austrias

 

La dinastía de los Austrias en España, al igual que después los Borbones, han estado marcadas por indudables problemas mentales. Pocos de los reyes españoles escaparon de padecer retrasos mentales congénitos o demencia y graves problemas psicológicos, motivados por su permanente endogamia.


Carlos II de España.


El primero de los Austrias en llegar al trono de España fue Carlos I, después V de Alemania, que no estaba especialmente dotado de mucha inteligencia, pero mentalmente hubiera sido una persona, quizás, capaz de valerse por sí mismo si hubiera necesitado de ello. Sin embargo, Felipe II,su hijo y sucesor, fue, a pesar de de su leyenda negra, otro de los tipos más dotados intelectualmente de su familia. Sin embargo, su reinado no quedó al margen de la influencia de una mente retrasada. Sus enemigos políticos le presentaban como el padre frío que había acabado de la manera más cruel con la vida de su propio hijo, el infante don Carlos.


Un infante que, de haber llegado a alcanzar el trono, hubiera supuesto uno de los más depravados y negligentes reyes de la Historia de España. El príncipe tenía cuatro bisabuelos y seis tatarabuelos. En lugar de ocho y dieciséis, como corresponde a una familia normal. Los efectos de la endogamia se plasmaron con toda crudeza en el desequilibrio, la deficiencia mental y la debilidad física del príncipe Carlos.


Conspiró torpemente contra su padre mientras escandalizaba a los ocupantes de los aposentos reales con sus ataques de ira. Su padre, ante los despropósitos del hijo, decidió recluirlo en un castillo, donde pasó los últimos meses de su vida negándose a comer o pegándose atracones autodestructivos, en permanente alteración nerviosa, gobernado por visiones y terrores.


Con Felipe III, hijo y sucesor de Felipe II, comienza el declive de los Austrias. Apodado el Piadoso, fue el primero en delegar abiertamente sus tareas en un valido o primer ministro. La decisión de delegar en otro las tareas propias estuvo marcada por el signo de la incompetencia. Felipe III eligió como valido a alguien tan torpe e indolente como él mismo, pero además movido por una inmoralidad que se haría paradigmática en la figura de su amigo el duque de Lerma.


Felipe IV, hijo y sucesor de Felipe III, se mantuvo en el trono de España casi medio siglo. Plegado a la comodidad de la vida palaciega, remontó un tanto el vuelo de su antecesor, si bien no por sus especiales dotes, sino por las de sus hombres de confianza, especialmente el conde-duque de Olivares. A pesar de todo, fue la suya una época de desastres gubernativos, de la secesión de Portugal a la costosa guerra con los franceses, pero de relativa calma, tal vez anuncio de la fiesta demente que estaba por llegar.


Carlos II discapacitado físico, desfigurado, mentalmente retrasado, impotente, jefe de la Casa de Austria, rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, duque de Milán, soberano de los Países Bajos, conde de Borgoña y soberano del Imperio Español de ultramar, desde México a las Filipinas. Fue, el último eslabón de la dinastía de los Austrias y, en definitiva, regente de los destinos de España entre 1665 y 1700. La razón detrás de su lamentable estado de salud llevó a sus contemporáneos a bautizarlo como 'El Hechizado', ya que se pensaba que el joven hijo de Felipe IV había sido víctima de un acto de brujería. A partir de entonces, numerosos médicos e investigadores a lo largo de los siglos han especulado con qué enfermedad pudo causar todos esos síntomas.

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