Los
pueblos de la antigüedad consideraron esta región como
el
umbral del más allá. El origen de su
nombre
es controvertido. Unos
lo vinculan
a los centenares de naufragios que acantilados, escollos y
tempestades han provocado en este litoral del noroeste gallego. Se
documentan más de 640 desde la edad media. Otros
justifican
el nombre por su papel como confín occidental donde el Sol se oculta
cada crepúsculo, donde ”muere” diariamente.
Costa da Morte. |
Poblada
desde tiempos muy antiguos, la Costa
da Morte ofrece
muchos
alicientes
para el viajero. Desde
paisajes grandiosos, pueblos de pescadores, parajes con un gran valor
ecológico, monumentos, leyendas, música y
una
gastronomía envidiable.
Existen
muchas rutas para visitar la Costa da Morte, una de ellas se puede
iniciar por Malpica, un pueblo que
se esparce por una pequeña península, en
el que destaca su puerto
pesquero
y
su lonja.
En
el núcleo de Buño es recomendable la visita a su Ecomuseo Forno do
Forte, muestra el trabajo de su célebre cerámica.
Muy
cerca está
el santuario de San Adrián do Mar, que
tiene una fuente milagrosa, capaz de curar verrugas, y además
es
un mirador fabuloso sobre las islas Sisargas, que se hallan justo
enfrente.
Luego
hay que acercarse
hasta Ponteceso. De camino se
puede admirar
el castillo de Mens, una estética fortaleza del siglo XIV que
en la actualidad es una
propiedad particular y permanece cerrado a cal y canto al público.
En Ponteceso nació en 1835 el gran poeta gallego
Eduardo
Pondal, figura clave del Rexurdimento, el movimiento que recuperó la
cultura y las letras gallegas durante el siglo XIX.
Ahora
parece aconsejable desplazarse a Punta
do Roncudo, donde se dice que crecen los percebes más sabrosos de
toda Galicia. Aunque
no son
presa fácil, los acantilados están llenos de cruces para
honrar
a los muchos “percebeiros” que encontraron la muerte en plena
faena.
No
muy lejos está la Pedra da Serpe, un enigmático petroglifo que
representa una serpiente alada. Se ignora su edad y el significado
preciso, aunque
los lugareños lo
vinculan
a san Adrián. Según la
leyenda, el santo estaba harto del incordio de las serpientes
locales, que
dio
un puntapié en el suelo y las hizo desaparecer bajo tierra. Ese
podría ser el significado del
petroglifo.
A
pocos
kilómetros está
Borneiro, donde hay
que visitar
el castro de Cibdá, un recinto amurallado que se alza sobre una
colina. Agrupa veintinueve viviendas del siglo II A.C.
Durante la excavación del yacimiento se encontraron cuchillos,
puñales, hoces, fíbulas, anillos, cuentas de collar que
hoy
se exhiben en el Museo Arqueolóxico de A Coruña.
Muy
cerca se encuentra la
aldea de O Allo, donde están las torres do Allo, un pazo del siglo
XVI, candidato a ser el más antiguo de Galicia. Los pazos son casas
señoriales, a menudo rodeadas por extensos terrenos de labor. Pese a
ser construcciones civiles, los pazos suelen incluir elementos
militares para su defensa. Las torres do Allo incorporan, además,
hórreos, fuentes, una iglesia, bosques y jardines. El
edificio central, de estilo renacentista, alberga hoy un centro de
interpretación turística.
También
es interesante el encuentro con grandes
piedras que
tendrían
intención religiosa y
que tuvieron
que ver con los cultos a la Diosa Madre. El dolmen de Dombate, en
Cabana de Bergantiños, se considera el monumento megalítico más
importante de Galicia. Cabana de Bergantiños acoge otros yacimientos
notables, como los castros de Sinde, Folgoso, Corcoesto o Anido.
Próximo
capítulo: Viaje por la Costa da Morte (y II)
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