Mozart era un
genio pero luchó como un simple mortal durante su adolescencia. Aunque ya era
un compositor prolífico, tuvo que trabajar como organista y concertista en su
nativa Salzburgo para llegar a fin
de mes. Mal pagado, no satisfecho y encerrado en sus frustrantes
presentaciones, sintió un deseo ardiente de dedicar más tiempo y energía a su
arte. Así que después de un período de duda y deliberación, eso es exactamente
lo que hizo. Renunció a su trabajo, se estableció en Viena y se embarcó en lo que resultó ser el período más productivo
y creativo de su vida.
Con este párrafo inicia Kevin
Evers su artículo publicado hace pocos meses en la revista Harvard Bussiness Review, en el que
plantea la necesidad de liberarse de los convencionalismos para dejar de ser
como todos los demás y que es posible desarrollar los medios, el valor y la
claridad para crear una versión propia de un genio.
La madurez hay que verla como la gran oportunidad. |
Según el texto de Kevin
Evers, en Aristotle's Way, la
clasicista Edith Hall describe la
creencia del filósofo de que tomar conciencia de nuestras habilidades, talentos
y aptitudes y luego usar nuestros recursos para aprovecharlos al máximo es la
base para vivir una buena vida. Si no trabajas para alcanzar tú potencial
único, como lo hizo Mozart, es
normal sentirse insatisfecho. Si ese es el caso, dice Aristóteles, es tu deber hacer las cosas bien.
Siguiendo el trabajo de Kevin
Evers, Rich Karlgaard, el editor de la revista Forbes y autor de Late
Bloomers, sostiene que la obsesión de nuestra cultura con los logros
tempranos nos disuade de perseguir nuestras pasiones. En lugar de tener
intereses variados, estudiar ampliamente y dedicar nuestro tiempo para el
autodescubrimiento, se nos alienta a realizar pruebas óptimas, convertirnos en
especialistas de inmediato y buscar carreras seguras, estables y lucrativas.
Como resultado, la mayoría de nosotros termina eligiendo la
excelencia profesional sobre la satisfacción personal, y muchas veces nos
perdemos en el proceso. Ser un especialista no es un activo. Tener una amplia
gama de habilidades y experiencias es más beneficioso porque te permite ser
ágil y creativo.
Los autores de Dark
Horse, Todd Rose y Ogi Ogas, de la Escuela de Educación de Harvard, notaron los efectos negativos de
la especialización temprana en un estudio de personas que salieron de la nada
para lograr un gran éxito.
Para provocar una revolución en tu propia vida, Rose y Ogas sugieren crear un objetivo adaptado a una actividad
extremadamente específica que realmente te inspire y que sirva para identificar
en tu interior una gran cantidad de curiosidad y placer y que sirva como guía.
Nunca es demasiado tarde para "convertirse" en uno
mismo. Aristóteles, por ejemplo, no
se dedicó por completo a la escritura y la filosofía hasta que tenía casi 50
años. No hay que olvidar que la edad suele aportar sabiduría, resiliencia,
humildad, autoconocimiento y creatividad.
Esta es una de las razones por las que la edad promedio de
los fundadores de empresas de alto crecimiento está en los 45 años. Citando el
trabajo del psicólogo del desarrollo Erik
Erikson, Karlgaard escribe, “las
edades de 40 a 64 años constituyen un período único en el que la creatividad y
la experiencia de uno se combinan con un universo global”.
Dicho esto, una vez que te has decidido a embarcarte en ese
viaje, puede llevar años llegar a tu destino. Pero, como ha demostrado la
investigación, los pequeños cambios diarios pueden tener un efecto compuesto y,
de manera lenta pero segura, te acercarán más a la persona que crees que deberías
ser.
Si alguna vez te quedas estancado, piensa en Joanne, una mujer talentosa y creativa
que se movió de un trabajo a otro a lo largo de sus veinte años, trabajando
como investigadora, secretaria y profesora de inglés como segunda lengua. Sin
opciones y clínicamente deprimida, se sentía como un fracaso total.
Pero ella tomó ese sentimiento de desesperación y lo convirtió
en una ventaja. Como no había logrado seguir un camino estándar, se sentía
liberada para hacer lo que siempre había querido hacer, escribir novelas de
fantasía para niños. Como ella contaría más tarde, "dejé de fingirme que
era otra cosa que no era lo que era".
Próximo capítulo: Morir de amor
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