Presento hoy mi nuevo blog ‘Clave Menor’ en el que deseo contar las curiosidades que pasan
desapercibidas en un mundo trepidante y cambiante en cada instante. Pretende
ser un refugio para los que deseen hacer un alto en la jornada para conocer
historias con minúscula.
Uno de los rituales que son seguidos de forma masiva por los ciudadanos españoles cada año, es el consumo de las doce uvas de la suerte, coincidiendo con las doce campanadas que señalan el fin y el inicio de cada nuevo año.
Según la tradición se preparan doce uvas para cada comensal
de la típica cena de Nochevieja, o
para los asistentes a los ahora célebres cotillones, que simbolizan los doce
meses del año y que deben ingerirse con cada una de las campanadas del reloj,
generalmente las del famoso reloj de la
Puerta del Sol (la antigua Casa de Correos) de Madrid, o el de otros lugares tradicionales en distintos puntos de
la geografía española. Este fenómeno provocó tanto interés que ya en 1903 las
uvas también se comían en Tenerife y
poco a poco se fue ampliando al resto de España.
Nochevieja en la Puerta del Sol de Madrid. |
Otra tesis mantiene que, estas doce uvas comenzaron a
tomarse de manera masiva en España en
la Nochevieja de 1909, debido a un
excedente de la cosecha en la provincia de Alicante
y con el objeto de sacar al mercado la producción, lograron popularizar la
costumbre y darle el impulso definitivo que, desde entonces, acabaría por
convertirla en consolidada tradición. Sin embargo ya en el siglo XIX existía la
costumbre entre los burgueses españoles de comer uvas y brindar con champán
para despedir el año.
Esta tradición, de origen netamente español, se extendió por
otros países hispanoamericanos como México,
Venezuela, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Perú, Colombia, Puerto Rico o Costa Rica. Se celebra también en Hay Flat, en el sur de Australia.
Aunque en otros países también existen alimentos típicos
para dar la bienvenida al nuevo año. En
Grecia suelen cocinar un pastel llamado Vassilopitta
en cuyo interior se coloca una moneda de oro o de plata. El que encuentre la
moneda en su plato será la persona con más buena suerte en el año que se avecina.
Y en Italia y también en otros países
latinoamericanos es tradición comer un plato de lentejas estofadas tras las
campanadas de media noche para atraer la prosperidad y la fortuna en el año
entrante.
Una tradición que tiene ya una larga y minuciosa Historia. El
2 de enero de 1894, El Siglo Futuro incluyó
un artículo del día anterior de El
Imparcial titulado "Las uvas
bienhechoras", en el que se habla de la costumbre "importada de Francia, pero que ha adquirido entre
nosotros carta de naturaleza". El mismo día, en El Correo Militar se podía leer: "La imperecedera costumbre de
comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en
fraternal coloquio a infinidad de familias”.
En la Nochevieja
de 1895 aparece una referencia escrita sobre las doce uvas. En esta fecha fue
el presidente del Consejo de Ministros quien despidió el año 1895 con uvas y
champán.
La tradición de comer las uvas tiene también un precedente
en el bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, de diciembre de 1882, por el que se imponía
una cuota de 1 duro (cinco pesetas) a todos los que quisieran salir a recibir a
los Reyes Magos.
Esta tradición servía para ridiculizar a algunos forasteros
que llegaban esos días y a quienes se les hacía creer que había que ir a buscar
a los Reyes Magos la madrugada del 5
de enero. Se utilizaba, además, para beber y hacer cuanto ruido se quisiera.
Con este bando José Abascal se privó a los madrileños
de la posibilidad de disfrutar de un día de fiesta en donde se permitía casi
todo. Esto, junto a la costumbre de las familias acomodadas de tomar uvas y
champán en la cena de Nochevieja,
provocó que un grupo de madrileños decidieran ironizar la costumbre burguesa,
acudiendo a la Puerta del Sol a
tomar las uvas al son de las campanadas.
Según la tradición, se cree que el que se coma las doce uvas
al compás de las campanadas tendrá un año próspero. Ciertas casas comerciales
vieron en esta tradición una buena oportunidad de negocio y, a principios de
los años 2000, comenzaron a comercializar botes individuales con doce uvas,
peladas y sin pepitas.
La retransmisión por televisión de las doce campanadas comenzó en Televisión Española en el año 1962, anteriormente se seguía únicamente por radio. Durante muchos años, sobre todo cuando sólo existían las dos cadenas de televisión pública, se televisaban desde la Puerta del Sol de Madrid, salvo las de 1973, retransmitidas desde Barcelona.
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