Mastodon Clave Menor: Sanchicorrota, historia de un bandolero

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sábado, 30 de marzo de 2024

Sanchicorrota, historia de un bandolero

 

Las Bardenas Reales han sido a lo largo de los siglos refugio de salteadores de caminos y prófugos. Este era el caso de Sanchicorrota, un bandido que a mediados del siglo XV se convirtió en el azote de arrieros, diligencias y caravanas reales en el espectacular páramo de la Ribera navarra, que antes fue tupido bosque y siempre refugio de forajidos y huidos de la justicia.


Bardenas Reales.


Las Bardenas Reales ofrecen un paisaje único, inhóspito y fascinante de aspecto desértico en el sur de Navarra que no están habitadas y que hoy en día supone un punto de interés por un lado para el turismo que encuentra en estas tierras un lugar fantástico para recorrer, explorar y hacer deportes de aventura, y por otro, para arqueólogos, científicos y geólogos para los que las Bardenas tienen una riqueza sin igual en su orografía y su biodiversidad.

Pero este extenso terreno arcilloso y separado de la urbe, no sólo ha servido de refugio para aves rapaces o el gato montés, sino que durante siglos, también ha sido un lugar idóneo para servir de escondite a muchos malhechores y delincuentes de la zona que eran perseguidos por la justicia.

Estas historias de bandidos se han mezclado siempre entre leyenda y realidad y fueron la comidilla de los pueblos cercanos a las Bardenas durante años y también sirven de inspiración a escritores y cineastas que se han volcado en contar estas historias.

Sin lugar a dudas, un delincuente del siglo XV es el que ha logrado mayor fama de todos los que vivieron y se refugiaron en las Bardenas. Su nombre era Sancho de Rota al que llamaban Sanchicorrota.

Toda su leyenda se forja por haber sido un prófugo de la justicia que burlaba a las fuerzas del orden escondiéndose en su guarida, un refugio construido en una montaña cerca de Piskerra que actualmente lleva su nombre. Parece ser que Sancho de Rota era el “Robin Hood bardenero”, es decir, robaba a los ricos para repartirlo entre los más desfavorecidos de la región, asaltando a todo el que pasaba por el camino.

Pero a la vez que vemos este aspecto justiciero de su persona, se cuenta una repetida historia en la que se muestra un carácter frío y despiadado del malhechor. Se dice que éste mandó a construir la cueva donde se escondía, a unos vecinos y que cuando éstos concluyeron su trabajo, Sanchicorrota los asesinó para asegurarse de que nadie sabría ni sería capaz de encontrar jamás su guarida. Se cree también que el bandido, había dado vuelta las herraduras de su caballo para que las huellas que dejaba en su huida por las tierras de Bardenas, despistaran a la justicia.

Durante bastante tiempo consiguió burlar a la guardia del rey Juan II de Aragón y volver loco a todos los que se encargaban de apresarle, hasta que harto de sus fechorías, el rey mandó a todo un ejército en su búsqueda y captura. Cuando Sancho se vio acorralado, se quitó la vida con un puñal y su cadáver fue exhibido por varios de los pueblos limítrofes a las Bardenas como Arguedas y Valtierra, como trofeo y terminó colgado en una horca en el centro de la antigua ciudad de Tudela.

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