Garganta la Olla

 

Garganta la Olla, conocida en la Edad Media como Ad Fauces, es una población situada en la comarca de La Vera (Cáceres), a pocos kilómetros del Monasterio de Yuste, en la confluencia de dos gargantas, la Mayor y la de San Blas. Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Natural. Ubicada muy cerca de la sierra de Tormantos, una estribación de la Sierra de Gredos, destaca por las gargantas que le dan nombre.

Casa de las Muñecas.

Entre otros edificios representativos destacan la Casa de la Seda, en ocasiones residencia de los duques de Alba y la Casa de Contratación de la Seda, de donde salían exquisitos hilos para confeccionar tejidos para la corte. La Casa de las Muñecas destaca por su fachada de color azul y por las muñecas esculpidas en la jamba izquierda y en la cerradura. Se eligió este color en la época en la que reinaba Carlos V para delatar el uso de esta casa como prostíbulo; destino habitual del séquito que acompañaba al rey en sus viajes y estancias en Cáceres. En la Plaza Mayor, porticada, se encuentra la “picota” del suplicio, lugar donde se presentaba en público a quienes no cumplían con la ley.

El paisaje que rodea a Garganta la Olla anima a pasear por sus hermosas calles y entorno natural. Se recomienda visitar el barrio de la Huerta y la Casa de Postas, usada como posada para los viajeros. Además, se encuentran edificios religiosos dignos de visitar como la Iglesia de San Lorenzo, del siglo XVI, declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Uno de los mayores tesoros que alberga es el órgano de estilo barroco y con un campanario de más de 30 metros.

Otras cosas que ver en Garganta la Olla son el Museo de la Inquisición con objetos originales, la curiosa Casa de la Peña aparentemente sujetada por 3 postes y todo el barrio de la Huerta con sus casas con balcones llenos de flores.

Como curiosidad, en Garganta la Olla hay una leyenda que cuenta que la hija de una poderosa familia fue abandonada en el altar y como venganza mataba a los hombres que embaucaba en la cueva de la sierra en la que se escondía. Se la conocía como La Serrana y hay un mirador a la salida del pueblo con ese nombre y una escultura de la mujer.