Casi
el 60 por
ciento
de los españoles nunca duermen una siesta, mientras que sólo el 18
por
ciento duerme algunas
veces una siesta de mediodía, según una encuesta reciente. Por el
contrario, Alemania
ocupa
el
primer lugar, con un 22 por
ciento
de personas que incluyen la siesta en su vida cotidiana. Seguida
del 15
por
ciento de
los italianos, el 14 por
ciento
de británicos
y por último, los portugueses con un 8 por
ciento.
La
siesta, era
una
tradición en nuestra cultura, que consiste
en dormir unos veinte minutos, después de la comida. Aunque, cabe
decir que cada uno ha adaptado este momento a sus necesidades.
Algunos
la hacen
antes, otros más tarde y
hay
quiénes la alargan más de una hora.
El
término siesta data del siglo XI y proviene de una de las reglas de
San
Benito,
que
señalaba
reposo y tranquilidad en la hora sexta, del latín, lapso
de tiempo
comprendido entre las 12 y 15 horas del día. Según este abad de
Nursia,
en la región de Umbría
(Italia),
todos los religiosos debían recostarse en el lecho en total
silencio para descansar y retomar energías para el resto del día.
Esta costumbre se extendió y comenzó a adoptarse en muchos otros
monasterios y entre
la
población, que comenzó a denominarla comúnmente “siesta”.
Otros
mantienen que esta palabra viene de la hora sexta romana, que designa
la hora solar sexta, correspondiente a las 12 del mediodía con
respecto al sol, o sea, alrededor de las 14 horas, momento en el cual
se hacía una pausa de las labores cotidianas para descansar y
reponer fuerzas.
En
cualquier caso, la siesta está
presente en partes del sur de Europa
e hispanoamérica,
pero también en China,
Taiwán,
Filipinas,
India,
Oriente
Medio
y África
del Norte.
Entre
los años 80 y los 90, la NASA realizó un estudio con pilotos
de aviones para descubrir si realmente la siesta tenía tantos
beneficios como los que se hablaban o no. Hicieron dos grupos de
pilotos, unos dormirían una siesta de 40 minutos durante varios días
y otros no. Con ello, demostraron que la actividad cerebral de los
pilotos que dormían era mucho mejor y más ágil que la de los que
no la dormían.
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